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La tribuna

Es la gobernanza de la banca, estúpido

En un sector vital para las economías como es el financiero, debe extremarse la regulación y supervisión, sobre todo de los gestores irresponsables.

28 marzo, 2023 02:39

Hace un par de semanas, el Fondo de Garantía de Depósitos de Estados Unidos intervenía a Silicon Valley Bank (SVB), un banco mediano referente del ecosistema tecnológico en California y Boston, cuyos activos ascendían a casi 200.000 millones de euros. Días después se producía la quiebra del banco europeo Credit Suisse, cuyo negocio de inversión crediticia estaba mucho más diversificado y que contaba con más del doble de activos -valorados al cierre del 2022 en 550.000 millones de euros-.

Enseguida nos hace recordar la quiebra de Lehman Brothers, origen de la crisis financiera global de 2008. En ese caso, inicialmente se pensó que, al ser sólo un banco de inversión sin depósitos, no afectaría al sistema financiero global. Sin embargo, cuando se daña la credibilidad de una institución, se pone en riesgo la confianza en todo el sistema financiero.

Hoy como ayer, los problemas en las entidades financieras provienen de un mal gobierno empresarial. El “core” del negocio bancario es la gestión de riesgos, y en sendos casos ha fallado. Tampoco han funcionado los mecanismos de control, tanto internos como externos, para garantizar un buen gobierno de estas entidades, de ahí la extensión del miedo al contagio.

Cuando se daña la credibilidad de una institución, se pone en riesgo la confianza en todo el sistema financiero.

Han fallado los Consejos de Administración y las Juntas de Accionistas, como mecanismos de control interno para evitar que gestores poco escrupulosos y sin supervisión adecuada asumieran riesgos a costa, no sólo de la viabilidad de las propias entidades, sino de la estabilidad financiera de los Estados.

En la crisis financiera de 2008, los Estados rescataron con dinero público a las entidades que sufrieron las decisiones oportunistas de sus gestores. En esta ocasión, para evitar males mayores, el Tesoro y la Reserva Federal de los Estados Unidos, por una parte, y el Banco Central de Suiza, por otra, han inyectado la liquidez necesaria para garantizar la estabilidad del sistema financiero.

Siempre socializando entre todos los contribuyentes las pérdidas generadas por gerentes tramposos y oportunistas que hincharon la burbuja correspondiente. Al final, nunca se va a dejar caer al sistema financiero por ser un sector vital para el buen funcionamiento de la economía.

Los directivos del SVB sortearon la supervisión norteamericana del sistema financiero al mantenerse siempre en el tamaño que quedaba fuera del mecanismo de control que se había reforzado tras la crisis financiera.

Nunca se va a dejar caer al sistema financiero por ser un sector vital para el buen funcionamiento de la economía.

Cuando la Administración Republicana relajó los criterios de vigilancia de los bancos para sólo aquéllos que cuentan con unos Activos Totales Medios de más de 250.000 millones de dólares, los gestores del SVB llevaron a cabo un crecimiento vertiginoso del crédito sin una buena gestión de riesgos. Más tarde hemos asistido a conductas oportunistas de dichos gestores, como son las ventas de las acciones de la entidad días antes de la quiebra.

Estamos ante el típico “problema de agencia” que surge ante el conflicto de intereses entre los directivos (agentes) y los accionistas (propietarios) y la dificultad de controlar una mala gestión y la asunción de riesgos excesivos de los primeros que tan sólo buscan maximizar sus beneficios.

No es extraño que el presidente Biden pida castigos más duros para los altos ejecutivos de los bancos intervenidos en Estados Unidos -Silicon Valley Bank y Signature Bank-, y reclame al Congreso que dé más poderes a los supervisores para inhabilitarlos y que no puedan volver a trabajar en el sector bancario, imponerles multas y exigirles que devuelvan sus ganancias. Son ellos los responsables de la quiebra de las entidades y de poner en riesgo la estabilidad del sistema financiero.

Al final va a resultar que los incentivos que tienen los banqueros son el verdadero riesgo sistémico financiero. Las estructuras de remuneración de los directivos y de control societario no les lleva necesariamente a priorizar los intereses de los accionistas, ni del conjunto del sistema financiero.

Al final va a resultar que los incentivos que tienen los banqueros son el verdadero riesgo sistémico financiero.

Cuando estos mecanismos de control interno fallan han de existir mecanismos externos de control societario. El más importante, sobre todo en el sistema financiero, clave para la actividad económica y la generación de empleo, es la regulación: y ahí es dónde se ha errado.

Una vez más, como ocurrió en la crisis financiera de 2008, y ante la voracidad de directivos irresponsables, se ha puesto de manifiesto la necesidad de extremar la vigilancia de las entidades financieras, con cumplimiento de requisitos estrictos que garanticen su solvencia y liquidez.

La regulación está plenamente justificada porque cuando llega una crisis es el contribuyente el que acaba salvando al sistema financiero. Y porque las consecuencias son mayúsculas, no sólo por generar inestabilidad financiera sino sobre todo por amenazar con sumir a los Estados en recesiones.

Las autoridades bancarias han reaccionado con celeridad para tratar de evitarlo, inyectando liquidez o anunciando que lo harán si fuera necesario, aunque los mercados aún perciben incertidumbre y de ahí la cotización a la baja de algunos grandes bancos. Adicionalmente, y para que no cunda el pánico, resulta vital garantizar todos los ahorros de los clientes.

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El Gobierno norteamericano, con su habitual pragmatismo, reaccionó de inmediato, mostrándose dispuesto a garantizar todos los depósitos bancarios, incluidos aquellos que no estaban asegurados hasta ahora al superar los 250.000 dólares.

Mientras, la Unión Europea, algo más lenta en su toma de decisiones, necesita culminar el proceso de unión bancaria que se inició con la crisis financiera de 2008. Ahora es el momento de completar esa unión bancaria, poniendo en marcha un fondo europeo que de manera solidaria proteja los depósitos bancarios de los ahorradores de todos los Estados miembros. Este Seguro Europeo de Depósitos será clave para evitar contagios financieros en el futuro.

Pero, sobre todo y a la vez, continuar con una vigilancia estrecha de las entidades y modificar la normativa sobre el gobierno de las entidades para exigir más responsabilidades a los ejecutivos bancarios sin escrúpulos. Es lo mínimo ante las tormentas financieras que pueden ocasionar un elevado coste para las economías.

*** Mónica Melle Hernández es consejera de la Cámara de Cuentas de la Comunidad de Madrid y Profesora de Economía de la UCM.

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