Dura batalla para doblegar la inflación
Reducir la tasa de inflación está resultando más lento, por los temidos efectos de segunda ronda, lo que compromete el ritmo de crecimiento.
Por fin, la inflación en la zona euro ha frenado en marzo, al situarse en el 6,9%, un punto y medio porcentual menos que en febrero. Es cierto que se debe principalmente al llamado “efecto base”, esto es, a la alta base comparativa interanual, ya que hace un año, en marzo de 2022, la guerra en Ucrania disparó los precios en toda Europa. Pero también lo es que las tasas de inflación interanual ya acumulan cinco meses consecutivos de desaceleración gracias a la caída de los precios de determinadas materias primas y de la energía, tendencia que, según muestran los mercados de futuros, parece que continuará.
Y en este contexto de crisis inflacionaria global, en España, junto con Luxemburgo, es donde más se modera el índice general (gráfico adjunto). De hecho, desde julio de este año la trayectoria de la inflación en España consolida nuestra mejora competitiva en precios respecto al resto de países de la Eurozona.
Sin embargo, la tasa de inflación subyacente, que excluye el efecto de energía y alimentos frescos, sigue disparada y ha escalado hasta un nuevo récord en la Eurozona del 5,7% en marzo, una décima más que el mes pasado. Y en España continúa por encima, habiendo alcanzado el 7,5% en ese mes. Porque, si bien los precios de la energía están registrando descensos, el IPC de los alimentos vuelve a incrementarse en el tercer mes de 2023, con una subida del 14,7% en la zona euro, casi un punto porcentual más que el mes pasado.
Parece, además, que no han tocado techo, en España los precios de los alimentos subieron un 16,6% en febrero de este año, y en las primeras semanas de marzo eran un 13% superiores al mismo periodo de 2022. Según las estimaciones del Banco de España, el IPC de los alimentos para 2023 será del 12,2%. Por ello, siguen siendo muy necesarias las ayudas para las familias más vulnerables que les permita aliviar los elevados precios de la cesta de la compra.
Según las estimaciones del Banco de España, el IPC de los alimentos para 2023 será del 12,2%
La política de los bancos centrales centrada en combatir la inflación, a pesar de las turbulencias financieras recientes, con subidas de tipos de interés se mantendrá a lo largo de este año y previsiblemente durante el próximo año, ya que el objetivo de llegar a una inflación del 2% no se alcanzará hasta el 2025. Está política, junto a la relajación de la crisis energética y de materias primas, hacen que la tendencia de los precios en los próximos meses sea previsiblemente decreciente hasta normalizarse.
Si bien, los alimentos elaborados y determinados servicios podrán aún experimentar crecimientos en sus precios por la traslación de los costes de producción, especialmente de la energía y no tanto de los costes laborales a los precios. Pero sobre todo por el aumento de márgenes y beneficios empresariales en algunos sectores que están presionando sobre los precios.
Muchas empresas están buscando resarcirse de las pérdidas incurridas durante la pandemia aprovechando el contexto de una elevada inflación. El propio Banco Central Europeo ve con inquietud que los precios puedan entrar en una espiral alcista por el aumento de las ganancias empresariales que están creciendo de forma más rápida que los salarios desde comienzos de 2022 en sectores como la agricultura, energía, industria, construcción u hostelería y restauración.
Para frenar esta espiral de inflación urge un pacto de rentas que pueda contener no tanto un aumento de los costes laborales sino más bien de los beneficios empresariales. En el ámbito de los alimentos, además de seguir muy de cerca el cumplimiento de la Ley de la cadena alimentaria, conviene introducir más transparencia y competencia entre las empresas de distribución minoristas que presione a la baja los precios de los alimentos.
El propio Banco Central Europeo ve con inquietud que los precios puedan entrar en una espiral alcista
Al propio tiempo, reforzar los medios para lograr un reparto justo y sostenible de los costes de la inflación, ahora desequilibrados sobre el presupuesto de los hogares. No olvidemos que España es el país europeo donde menos están creciendo los costes laborales. Según Eurostat, los salarios y cotizaciones sociales del sector industria, construcción y servicios aumentaron tan sólo un 2,2% en nuestro país en el segundo trimestre de 2022, la mitad que en la media europea.
Organismos internacionales como el FMI vienen recomendando que los Estados realicen transferencias de efectivo específicas a los grupos más vulnerables de la población. Pero, al mismo tiempo, piden que se endurezca la política fiscal para ayudar a doblegar la inflación y porque las deudas públicas son elevadas.
Los riesgos de una cronificación de la inflación no son sólo para el crecimiento económico, ante las subidas de tipos de interés, el menor crédito a la inversión y el menor consumo, sobre todo de los más vulnerables. Sino también, somete a las democracias a una nueva prueba de estrés, atizando el auge de la antipolítica.