El círculo virtuoso de la tecnología para atraer y retener de talento en las empresas
La tecnología se ha convertido en un factor vertebrador del sector educativo en general, impulsando una transformación acelerada por una época pandémica que ha conllevado la necesidad de aplicar innovaciones disruptivas a soluciones de adaptabilidad y accesibilidad.
La innovación tiene el poder de impulsar un nuevo crecimiento y crear nuevas formas de interactuar con el mundo que nos rodea. Por ejemplo, un estudio reciente de Gartner tras consultar a 199 directores financieros recalcó que el 78% va a mantener o incrementar el gasto en tecnología, y se espera que el gasto en tecnología crezca un 2,4% en 2023.
A su vez, la transformación digital crea en empresas y personas la necesidad de formación continua. En cuando a su aplicación a la empresa, la tecnología aplicada a la educación (EdTech) puede utilizarse como herramienta de reskilling (reciclaje, es decir, formar para adaptar a un nuevo puesto) y de upskilling (enseñar nuevas competencias para optimizar desempeño dentro de un puesto).
Estos dos procesos aumentan el compromiso del empleado, y por tanto su productividad por hora trabajada, uno de los grandes "dolores de cabeza" del mercado de trabajo español. Esto se produce por la mejoría de su satisfacción y motivación y, a su vez, son herramientas para que las empresas mejoren la formación de sus empleados y les nutran de capacidades adicionales y necesarias para tareas concretas.
Ambos conceptos van de la mano, y es que veo difícil desarrollar estrategias de reskilling sin antes haber pasado por un upskilling que nos nutra de nuevas competencias y habilidades que conlleven una mejora de la eficiencia. A su vez, la formación continua es necesaria tanto para mantener puestos de trabajo especializados como para crecer profesionalmente.
La transformación digital crea en empresas y personas la necesidad de formación continua.
Desde el punto de vista del empleado, los beneficios de la formación continua son varios, destacando la mejora del ánimo psicológico, ya que el trabajador se siente en continuo proceso de aprendizaje. Además, adquirir nuevas capacidades y perfeccionar las existentes es un claro factor motivador para las personas y que aleja el sentimiento de estancamiento profesional.
El empleado siente que su base de conocimientos se nutre y enriquece y le hace sentirse mejor valorado, así como identificar un plan de carrera, lo que se traduce en una mejora de su motivación y compromiso. Puede adquirir capacidades para mejorar su desempeño e incluso para aplicar a otras posiciones dentro de la organización.
Desde el punto de vista de la empresa, los beneficios más obvios son que se perfecciona la especialización del empleado; mejora su productividad, calidad del trabajo y motivación; mejora la flexibilidad de la plantilla y su capacidad de aprendizaje; eficienta de la retención de personal y mejora de la imagen corporativa, algo que permitirá atraer talento. Además, produce ahorros de costes, ya que minimiza los costes de rotación.
En cuanto al papel que juega la tecnología en el sector educativo y, más en concreto en cuanto a la formación continuada, hay que partir de una paradójica afirmación y es que la tecnología amenaza determinados puestos de trabajo, con lo que, por un lado, supone una amenaza.
Los beneficios de la formación continua son varios, destacando la mejora del ánimo psicológico.
Ante esta amenaza, un elemento de defensa contra esta casuística es la formación continuada y es que la tecnología hace más accesibles y personalizados los sistemas de e-learning, que son clave para fomentar estrategias corporativas de upskilling y reskilling.
A su vez, la transformación digital implica necesidades de formación continuada en materia digital y tecnológica que, además, derivan en la creación de nuevos puestos que tienen un elevado índice de rotación.
Entrando en el terreno transaccional, los capitales institucionales han puesto foco en compañías tecnológicas y aquellas que aplican la tecnología al sector educativo cumplen con dos checks importantes a nivel descorrelación con el ciclo, algo que se ha acelerado tras la pandemia por motivos obvios. No obstante, muchas operaciones han implicado a targets en early-stage.
No es casualidad que el gasto de las empresas en formación de empleados aumentase después de la digitalización forzosa tras la pandemia de la Covid-19, pasando de 55,57 euros por empleado en 2020 hasta llegar a los 60,51 euros en 2021 (según datos del INE).
La tecnología hace más accesibles y personalizados los sistemas de e-learning, que son clave para fomentar estrategias corporativas de upskilling y reskilling.
Asimismo, la pandemia aceleró la proliferación de compañías Edtech y experimentó potentes inyecciones de capital de inversores institucionales buscando invertir en un sector refugio con claras tendencias positivas a nivel estructural.
Hoy, muchas compañías antes en early-stage son ahora grandes players con tecnologías únicas y disruptivas, convirtiéndose en el complemento ideal para negocios educativos tradicionales, lo que está provocando que grandes players con ese componente educativo tradicional estén apuntando hacia negocios tecnológicos, que complementarán su capa educativa y permitirán dotar a dichas plataformas de una mayor escalabilidad.
Esto hace que las compañías EdTech sean atractivas para todo el universo inversor, desde capitales institucionales hasta players estratégicos.
*** Christopher Martinez Rubio es managing director del área de Banca de Inversión de Arcano.