Hace meses anuncié, con anticipación, que el crecimiento anual del PIB iba a ser de más del 2% en 2023. Ahora todos los analistas lo dan por hecho. El INE ha revisado al alza el crecimiento del primer trimestre hasta el 0,6%. La ministra Calviño alardea que se ha recuperado el nivel de antes de la pandemia y el Banco de España prevé un aumento del 2,5% del PIB para este año.
Sin embargo, igual que adelanté las buenas noticias, preveo que a finales del año tendremos las malas. Pasados los dos trimestres de alza del turismo, y a pesar de que la exportación se mantendrá firme, en octubre o noviembre empezaremos a notar dificultades en la economía española.
Los indicadores adelantados, aquellos que indican lo que puede pasar, lo están anunciando. Uno de ellos es el número de nuevas hipotecas que se firma.
En octubre o noviembre empezaremos a notar dificultades en la economía española
Ese número ha caído de manera abrupta. La “Encuesta de Préstamos Bancarios” del BCE, recoge la mayor caída del número de hipotacas desde las crisis de deuda de hace una década. El 72% de las entidades europeas encuestadas responden que están firmando muchas menos operaciones de estos préstamos.
En España, según el INE, en el mes de abril no llegaron a 28.000. Un 18% menos que en el mismo mes del año pasado. Además, con una subida del tipo de interés medio de más de un 1,3%.
Son dos los factores que producen ese efecto en nuestro país: el alza del tipo de interés y el encarecimiento de la vivienda
Son dos los factores que producen ese efecto en nuestro país: el alza del tipo de interés y el encarecimiento de la vivienda.
La demanda de hipotecas baja por las continuas y, sobre todo, rápidas subidas del tipo base que marca el BCE. Estos incrementos encarecen las hipotecas de interés variable vigentes y las nuevas de interés fijo.
Además, se prevé que el tipo de interés seguirá subiendo, al menos, dos o tres veces más este año para reducir la inflación, lo que arrastrará al alza el Euríbor, el índice que sirve como base para el cálculo de las hipotecas.
Dado que al encarecerse las hipotecas sube el riesgo de impagados, los bancos restringen más aún su concesión. Por otra parte, el aumento del precio de la vivienda también restringe las operaciones hipotecarias.
La ley de Vivienda ha retraído la oferta de inmuebles
La ley de Vivienda ha retraído la oferta de inmuebles. Muchos propietarios de viviendas para alquilar las han sacado del mercado ante las restricciones que impone esa ley a favor del inquilino. Las han “atesorado” aparcándolas en espera de una posible revisión legislativa. Por tanto, personas que pretendían alquilar se ven en la obligación de intentar comprar. En consecuencia, al aumentar la demanda de compra, sin aumentar la oferta, aumenta el precio.
Es decir, que: hay menos vivienda disponible tanto en alquiler como para comprar y, por tanto, se encarecen la una y la otra. Se realizan menos operaciones de compra y menos hipotecas. Una señal de que los españoles se están quedando sin ahorro para comprar y sin solvencia para endeudarse.
Es verdad que hay 17 millones de ciudadanos que reciben transferencia de dinero de las Administraciones públicas: jubilados, empleados públicos, parados registrados en el SEPE, los beneficiarios del Ingreso Mínimo Vital (IMV)… Unas transferencias que mantienen el consumo privado. Pero es un “consumo de mantenimiento”, no de ahorro ni, por tanto, de inversión.
Cuando se reduzca el consumo del turismo, lo que ocurrirá en el cuarto trimestre del año, ese consumo de mantenimiento, no será suficiente para mantener el ritmo de crecimiento de la economía.
Hay menos vivienda disponible tanto en alquiler como para comprar
Y, en economía, como en todo, pararse no es pararse, es descender. Si no creces, decreces. Por tanto, auguro un otoño/invierno preocupante, con estancamiento o reducción del PIB y aumento del desempleo.
¿Qué puede hacer el Gobierno para compensar ese impacto? Cómo no puede actuar sobre el tipo de interés, competencia del BCE, debería propiciar un aumento de la oferta de vivienda.
¿Cómo? Modificando los errores de la Ley de Vivienda y propiciando la construcción de un parque de vivienda (uno de los PERTEs debería dedicarse a eso). Ambas medidas son urgentes para atemperar el parón del mercado hipotecario y su efecto sobre la evolución de la economía.
¿Tendrá el Gobierno salido del 23-J las ideas claras y los arrestos para hacerlo? El mes que viene lo sabremos.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.