Aunque lo llamativo es que un fondo saudí haya adquirido una importante participación en Telefónica, lo importante es lo que se está produciendo bajo la superficie. Toda una serie de cambios que podrían disparar el poder económico de Arabia Saudí y resto de países del golfo.
Quienes crean en las casualidades hablarán de alineamiento de estrellas, quienes crean en el principio de causalidad pensarán que este alineamiento tiene un origen y una causa concreta. Pero, sea casual o causal, los grandes beneficiarios de la situación geopolítica actual son Arabia Saudí y los países del golfo Pérsico. Concretamente de la guerra de Ucrania y de la polarización que está generando.
Dejemos temporalmente de lado a Estados Unidos, el otro gran beneficiario, puesto que, aunque aporta muchísimo dinero para ayudar a Ucrania, la mayor parte la recupera vía compra de armamento estadounidense. En realidad es como una especie de inyección discrecional de gasto público (vía empresas de armamento).
Los grandes beneficiarios de la situación geopolítica actual son Arabia Saudí y los países del golfo pérsico
Pero hoy nos vamos a centrar en los países del Golfo y, muy particularmente, en Arabia Saudí. Curiosamente, el relato global los sitúa como los malos de la película: grandes productores de combustibles fósiles, que ensucian un mundo en pleno cambio climático.
La realidad es que cada vez les va mejor y no peor, como podría deducirse del relato político-mediático. Serán los “malos”, pero todo lo que ocurre a nivel político les beneficia. Probablemente estén pensando en eso de “ande yo caliente, ríase la gente”.
Serán los “malos”, pero todo lo que ocurre a nivel político les beneficia
Recapitulemos. Rusia es el mayor productor del mundo de gas y de materias primas y el segundo de petróleo. Como respuesta a su invasión de Ucrania se decretan unas sanciones, que en ese momento la mayoría piensa que van a funcionar, y que disparan el precio de todo aquello que exporta Moscú.
Pura ley de la oferta y la demanda: a mismo nivel de demanda, si eliminas del mercado al mayor productor, se benefician todos los demás. Sobre todo los más potentes, en este caso los países del golfo Pérsico, tanto en la versión petróleo como en la versión gas.
Al cabo de unos meses, y como algunos -pocos- anticipamos que harían -y nos tacharon de “pro-Putin” por avisarlo-, los rusos encontraron la forma de saltarse todas las sanciones. Por eso unos meses después cayeron el precio de las materias primas, el gas y el petróleo.
Pero imagínense que las sanciones empiezan a funcionar. Parece difícil, pero no imposible, dada la insistencia de Europa y Estados Unidos. No tanto que Rusia deje de exportar, que eso sí que es imposible, pues cuenta con la ayuda de todos los países que no han aplicado la sanciones, pero sí que se limite seriamente su acceso al mercado.
En ese caso se reduciría significativamente la oferta del crudo justo en el momento en el que Estados Unidos ya no puede utilizar sus reservas estratégicas (porque las gastó tratando de evitar que subiera demasiado el precio del petróleo cuando se aplicaron las sanciones). En este contexto, tendría bastante lógica que sea precisamente ahora cuando Arabia Saudí ha decidido cerrar el grifo para que suba el precio.
¿Cuál sería el resultado de que coincidiera que empezaran a funcionar las sanciones con el agotamiento de las reservas estratégicas de los Estados Unidos? Pues que Arabia Saudí y sus aliados del Golfo pasarían de cártel a monopolio. Antes eran la OPEP + 1, pero ese uno era Rusia, y siempre quería producir más, porque sus costes son muy bajos y puede ganar casi con cualquier precio final.
Tiene bastante lógica que sea ahora cuando Arabia Saudí haya decidido cerrar el grifo del petróleo para que suba el precio
Países como Irán o Venezuela no se quejarían de que se aprieten las tuercas para que Occidente pague más caro. Tampoco creo que Estados Unidos, gran productor de gas, se queje mucho de que Catar quiera que suba el precio del gas.
La ironía está en que, si finalmente Occidente consigue que funcionen las sanciones, el petróleo y el gas caro serán algo estructural y no coyuntural, que es como decir que lo será la inflación, porque también subirá el precio del resto de materias primas (recordemos que Rusia es el mayor productor del mundo).
Desde el punto de vista de la inversión, si esto ocurriera -de momento sólo es una posibilidad a vigilar-, cambiaría cualquier estrategia de cara al futuro. Empezando por todo aquello que afecte a los tipos de interés, es decir, a casi todos los activos.
O al peso de los países emergentes en las carteras, por poner un ejemplo. Ahora no resultan especialmente interesantes -por motivos que no cabe explicar aquí-, pero pasarían a ser atractivos, al tratarse de grandes productores de materias primas.
Qué situación tan irónica la actual. En un mundo cada vez más preocupado por la preservación del medioambiente, los mayores beneficiarios de la situación política son los productores de combustibles fósiles.
Cada vez más ricos, cada vez más influyentes y con posibilidades de pasar de cártel a monopolio y, por lo tanto, máxima capacidad de fijar precios.
Si el mundo se divide definitivamente en dos bloques, la posición de Occidente en cuestión de abastecimiento energético se complicaría mucho
Además, a mayor polarización, más probabilidades de que se materialice dicho escenario. Si al final el mundo se divide definitivamente en el bloque occidental frente al bloque de Rusia, China y, en gran medida, los otros BRIC, la posición de Occidente en cuestión de abastecimiento energético se complicaría mucho.
Especialmente la de Europa y Japón. En paralelo mejoraría todavía más la de Arabia Saudí y los países del Golfo, a los que comprar un 9,9 % de Telefónica les parecerá una broma comparado con las compras de empresas -y favores- occidentales que podrían realizar con ese nuevo potencial financiero.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.