Por qué no invertimos bien. Lo que ocurre cuando no escuchas a los Nobel
En España andamos justos de cultura financiera. Lo revela un reciente informe del Banco de España que presenta un dato demoledor: el 81% de los ciudadanos no sabe contestar correctamente a tres preguntas básicas sobre economía. Son cuestiones sobre la inflación (la que más gente acierta), el interés compuesto (la que más gente falla) y sobre la diversificación de riesgos.
En total, estamos 5 puntos porcentuales por debajo de la media de la OCDE, lo que, aunque deja mal a España, tampoco habla demasiado bien del resto de países desarrollados. Por alguna razón, la economía interesa a menos gente de lo que debería. Y eso genera un enorme beneficio a los que sí saben de ello y aprovechan sus oportunidades.
Algo que deberíamos hacer todos. Porque literatura hay al respecto, muy brillante y muy variada. Todos los años, desde 1969, se entrega un premio Nobel de Economía, y a todos es posible –y recomendable- leerlos y escucharlos con atención. Cierto que sus obras pueden parecer menos atractivas que los de literatura, pero el beneficio que pueden aportar a nuestras vidas, en términos económicos, no es nada desdeñable.
El 81% de los ciudadanos no sabe contestar correctamente a tres preguntas básicas sobre economía
Básicamente, casi todas esconden una gran verdad. Y es que, si preguntas a un premio Nobel hacia dónde va a ir el mercado te responderá, como la mayor parte de los académicos honestos, que no lo sabe. Predecir los vaivenes de nuestra sociedad es tan irreal como pretender que funcione una bola de cristal. Los errores de los economistas han sido y seguirán siendo sonados en todo el siglo XXI, pero los consejos de los que admiten con sinceridad la impredecibilidad de los mercados pueden hacerte rico. O al menos más pudiente.
Harry Markowitz nació en 1927 y fue galardonado con el Nobel de Economía en el año 1990. Ya entonces apostaba por una teoría que han suscrito otros galardonados como William Sharpe, James Tobin o Eugene Fama. Invertir en la cartera de mercado. Esta estrategia consiste en comprar todos los activos del mundo –acciones, bonos de empresas y de gobiernos- en la proporción exacta que en cada momento componen el mercado.
Una acción sencilla y eficaz, que funciona porque los mercados, a pesar de sus vaivenes, siguen funcionando año tras año. El propio Fama, Nobel en el 2013, denunció que las únicas personas que no creen que los mercados funcionen son los norcoreanos, los cubanos y los gestores de inversión. Porque, sorprendentemente, muchos gestores de inversión no ofrecen a sus clientes invertir en la cartera de mercado.
Un sencillo gráfico de barras puede explicar clara y visualmente lo que ocurre. La rentabilidad de los fondos de inversión o los planes de pensiones está muy por debajo de la que aporta la cartera de mercado. Sobre todo porque el beneficio que generan los fondos de inversiones va a parar a los intermediarios financieros y a los inversores superiores.
La mayoría de los mortales, conocidos en el argot como “pequeños inversores”, están compitiendo, sin saberlo, contra los llamados “inversores superiores”, a los que no tienen posibilidad de batir. Si ellos ganan tanto es precisamente porque las personas de a pie ganamos tan poco. Por eso los defensores de la teoría de la cartera del mercado aconsejan invertir en un mercado más diversificado, con menor riesgo y donde no competimos directamente contra los “tiburones de las finanzas”
Lo realmente llamativo es que, más de 60 años después de que los Nobel nos hayan contado cómo invertir bien, apenas hay gestoras haciendo todo lo necesario para que las personas puedan invertir bien. Pero alguna queda. Como Market Portfolio AM, una de las escasas voces que aconseja invertir en la cartera de mercado. En el mundo, apenas algunos asesores (que no gestoras) recomiendan lo mismo.
Algo que se antoja hoy más necesario que nunca, en un contexto donde complementar las pensiones futuras, se ha convertido en uno de los mayores retos de los países occidentales. Y que el ahorro rente mucho más es necesario para conseguir este objetivo.
Somos inversores a larguísimo plazo, aunque no nos demos cuenta. Unas veces tenemos depósitos, otros fondos de inversión y de pensiones, casas, negocios... Pero somos inversores hasta el momento en que gastamos nuestro ahorro acumulado, muchas veces por encima de los 65 años o más si se lo dejamos a nuestros hijos, y eso independientemente de que rotemos o no nuestra cartera.
La pregunta es, ¿cómo hacerlo bien? La cartera de mercado, pese a su simplicidad, es hoy una estrategia para minorías intelectuales, para ese escaso porcentaje capaz de contestar bien las tres preguntas formuladas por el Banco de España. O para el que ha recibido una formación económica que, en España, brilla por su ausencia.
Pero es la forma más sencilla y rentable de invertir. De evitar que los que más tienen ganen dinero a costa de los pequeños inversores, mal asesorados o simplemente con lagunas en una materia que, por desgracia, no nos enseñaron en la escuela. No sabemos invertir porque no nos han dicho cómo hacerlo. Y eso es un lastre para la economía española. Algo que nos afecta a todos y a lo que ya va siendo hora de poner punto y final.
*** Alicia Richart es directora general de Afiniti para España y Portugal.