Volodymyr Zelensky, presidente de Ucrania.

Volodymyr Zelensky, presidente de Ucrania. EP

La tribuna

El rol económico de la UE en tiempos de guerra

25 febrero, 2024 02:42

El mundo atraviesa tiempos convulsos marcados por retos y desafíos imponentes. Las crisis han dejado de ser ya un fenómeno aislado para convertirse en algo estructural, parte de nuestra realidad cotidiana. Shocks financieros, migratorios, climáticos, sanitarios... crisis energética, alimentaria, de suministros, hostiles condiciones financieras... son claras pruebas de ello.

Sin embargo, la alerta más preocupante es la reaparición del fantasma de la guerra a escala global, que amenaza con destruir los principios más elementales del orden mundial y nos resitúa en el epicentro de un mundo polarizado entre democracias y autocracias, donde la vía diplomática pierde fuerza como mecanismo de resolución de conflictos.

Esta semana se cumplen dos años de la violenta e injustificada invasión rusa de Ucrania. Una fecha de gran simbolismo por la heroicidad y la resistencia del pueblo ucraniano frente a un conflicto que vulnera los principios más básicos del derecho internacional, la integridad territorial y los derechos humanos. Los ataques de Rusia en Ucrania han provocado miles de víctimas militares y civiles, más de 8 millones de refugiados, cerca de 6 millones de desplazados internos y un aumento dramático del desempleo y de la pobreza del país. El coste de la reconstrucción día de hoy se cifra en cerca de 450.000 millones de euros, según estimaciones del Banco Mundial.

Asimismo, el resurgir del histórico conflicto entre Israel y Palestina tras el masivo ataque del grupo integrista Hamás en territorio israelí, en el que murieron unas 1.200 israelíes y otras 250 fueron tomadas como rehenes, no hace más que recrudecer la situación global. Por supuesto, el derecho a la legítima defensa de Israel es incuestionable, pero a qué precio es un debate necesario. La cifra de palestinos muertos en guerra asciende a 29.000, con aproximadamente dos terceras partes de ellos mujeres y niños, haciendo de la Franja de Gaza un lugar inhóspito e inhabitable.

La UE y los distintos países que la integran se ha perfilado como un actor fundamental, tanto en la esfera humanitaria, como económica y diplomática. En el caso de Ucrania, cabe poner en valor los 12 paquetes de sanciones desplegados hasta el momento contra Rusia, así como el ingente apoyo financiero y militar (alrededor de 85 000 millones de euros) puestos a disposición de Ucrania en la batalla por la defensa de la democracia y de nuestros propios valores. Una batalla por la supervivencia que despliega la alfombra roja para su adhesión de a la Unión Europea y honra también la memoria y valentía del recientemente asesinado Alekséi Navalni, heroico icono de la disidencia rusa del régimen de Vladimir Putin.

Esta semana se cumplen dos años de la violenta e injustificada invasión rusa de Ucrania

Sin embargo, los debates en el seno de la UE evidencian que el potencial financiero y armamentístico ofrecido por los 27 a Ucrania es insuficiente y exige redefinir ciertas estrategias ante una Rusia implacable y parapetada en una economía de guerra que está demostrando mayor resistencia de la inicialmente esperada frente al embargo internacional.

No en vano, el Parlamento Europeo discutirá en su próxima sesión plenaria en Estrasburgo en torno a dos cuestiones claves: cómo avanzar hacia una verdadera autonomía estratégica en materia de seguridad y defensa, al margen de Estados Unidos (algo más que acuciante, dada la probable reelección de Donald Trump); y la aprobación del recientemente propuesto Ukraine Facility (“mecanismo ucraniano”), un nuevo instrumento de la UE dotado con 50.000 millones de euros  hasta 2027 para un apoyo duradero, predecible y estable a Ucrania en su recuperación, reconstrucción y modernización.

En cuanto a Israel y Palestina, la Eurocámara se pronunció recientemente en términos muy contundentes: el derecho a la legítima defensa no implica impunidad total. Urge abordar la situación humanitaria en Gaza, la necesidad de alcanzar un alto el fuego y minimizar los riesgos de una escalada regional, así como la investigación de los más que plausibles crímenes de guerra y la reanudación de los esfuerzos hacia la resolución conflicto, basada en la solución de los dos Estados, históricamente reconocida en los acuerdos de Oslo y en sendas resoluciones de las Naciones Unidas.

En este sentido, algunos gobiernos europeos y sendas voces críticas de la sociedad civil han reclamado a la Unión en su conjunto actuar de forma más coherente y unificada, desde la misión internacional desplegada en el mar Rojo para salvaguardar el flujo comercial ante los crecientes ataques de rebeldes hutíes, hasta la revisión de los vínculos económicos y comerciales con Israel. Algo que, a todas luces, tiene poco recorrido: Israel participa en casi todos los programas europeos, desde Horizon hasta Erasmus. La UE es su mayor socio comercial. En 2022, el comercio total de mercancías entre ambos fue de 46.800 millones.

Con todo y con eso, la Unión Europea representa el mayor exponente geopolítico de un proyecto de expansión económica y de valores de forma pacífica, y debe hacer muestra efectiva de ello. En palabras del filósofo alemán Friedrich Nietzsche, la guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido. Frente a la tensión creciente a escala global, es crucial que la Unión asuma, sin rubores ni titubeos, su papel de equilibrio y mediación, en el propio continente europeo y en el mundo.

*** Alberto Cuena es periodista especializado en asuntos económicos y Unión Europea.

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