Bandera de la Unión Europea

Bandera de la Unión Europea

La tribuna

En busca de la competitividad perdida en Europa

La UE debe reaccionar ante su creciente y preocupante pérdida de competitividad global frente a actores como China, India o Estados Unidos. De lo contario, el proyecto comunitario corre el riesgo de convertirse en una reliquia económica en los próximos años.

22 abril, 2024 02:54

“Aunque el riesgo de desindustrialización en el continente no es irreversible, es una amenaza real”. Son palabras de Enrico Letta, ex primer ministro italiano y actual presidente del prestigioso Instituto Jacques Delors (think tank sobre políticas europeas). Letta, quien tuvo la oportunidad de interpelar a los líderes de los 27 hace unos días en Bruselas en el marco del Consejo Europeo extraordinario convocado para abordar la creciente pérdida de competitividad del bloque, presentó su esperado informe sobre el estado actual y el futuro del Mercado Único europeo, y las señales son alarmantes.

A fin de espantar a los escépticos, empecemos con un dato demoledor: mientras que el PIB de Estados Unidos ha crecido el 60% entre 1993 y 2022, el de la UE se ha incrementado por debajo del 30%. Y otro dato: cerca de 300.000 millones de euros de familias y empresas europeas se desvían anualmente al extranjero, principalmente a la economía estadounidense, con el consiguiente agujero de inversión privada en suelo comunitario y la dificultad para financiar e impulsar las gigantescas inversiones necesarias en materia industrial, AI y agenda digital, energía o defensa, entre otras.

Una pandemia, guerras, crisis energética, alimentaria y de suministros, una inflación galopante y unas hostiles condiciones financieras han marcado el tablero de la gobernanza y han dibujado un entorno macroeconómico difícil, sin duda. Ahora bien, centremos el tiro: todos los grandes actores geopolíticos se mueven en circunstancias similares. En consecuencia, ¿cuál es el problema específico de la UE? ¿Acaso somos tan inoperantes como para perder el pulso en la carrera por la competitividad global? 

Las razones son numerosas, pero hay una incontestable: la Unión, aunque Unión, no actúa como un bloque plenamente integrado y cohesionado y eso se evidencia de forma palmaria en que aún no se ha completado el Mercado Único en materias tan sensibles como la libre circulación de capitales o los servicios. La fragmentación del mercado único y la ausencia de Unión de Mercados de Capitales dificulta enormemente el acceso a la financiación de empresas e industrias por parte de los inversores, lastrados por las distintas leyes y burocracia que rigen en cada país, lo que potencia la dependencia de los bancos como principal fuente de financiación y, a su vez, dificulta las posibilidades de crecimiento e internacionalización de las empresas europeas, con el consiguiente perjuicio en términos de resiliencia y competitividad a escala global.

Ahora bien, la creación de un entorno de negocios favorable para la soberanía empresarial e industrial no sólo se centra en los mercados de capitales, sino que exige actuaciones acuciantes en varias direcciones: productividad, mayor cultura de apego por la inversión público-privada o la apuesta por la innovación (apenas un 2,3% en 2020 frente al 3,26% de Japón y el 3,45% de EEUU), así como la reducción de la burocracia para el acceso a la financiación, especialmente para pymes y start-ups.

La fragmentación del mercado único y la ausencia de Unión de Mercados de Capitales dificulta enormemente el acceso a la financiación de empresas e industrias por parte de los inversores

Además, la reciente petición impulsada por la familia liberal europea para la creación de un comisario de cumplimiento en la legislatura 2024-2029, cuyo trabajo consistiría en hacer cumplir las normas vigentes de la UE de forma armonizada, en particular en el sector digital, sería una buena iniciativa para facilitar la anhelada integración.

Por otra parte, deviene imprescindible impulsar una política de formación ambiciosa que dote a los trabajadores con las habilidades necesarias para afrontar los retos laborales en las industrias más innovadoras y disruptivas. La falta de cualificación en competencias digitales es un problema estructural en el conjunto de la Unión. De hecho, según el informe sobre el Índice de Economía y Sociedad Digital de la UE (DESI, 2022), solo el 54% de los europeos de entre 16 y 74 años tiene al menos habilidades digitales básicas, lejos del objetivo de la Década Digital del 80% para 2030.

¿Y qué hacer frente a las ayudas de estado? ¿Puede la UE competir con Estados Unidos? A escala nacional; esto es, país a país, ni puede ni debe, pues el margen de maniobra fiscal de cada Estado miembro difiere sobremanera (la deuda pública se sitúa por debajo del 30% en países como Dinamarca, Luxemburgo, Bulgaria o Estonia frente a niveles superiores al 100% de estados como Grecia, Portugal, Italia, Francia o España), lo que favorecería la fragmentación entre aliados que persiguen una misma causa de crecimiento e inversión.

La falta de cualificación en competencias digitales es un problema estructural en el conjunto de la Unión

A este respecto, la receta Letta pasa por un fondo industrial de soberanía europeo que, de forma similar a lo ocurrido con los fondos NextGeneration, esté financiado de forma equilibrada por el conjunto de países para dotar de respaldo presupuestario a los grandes “campeones industriales y digitales” con sello UE. Claro que resulta difícil prodigarse en estos recetarios y atraerse el favor de la opinión pública dado el historial de corrupción e ineficiencia en la gestión de dichos fondos europeos en ciertos países.

Por último, al margen de la acuciante agenda de reformas mencionada anteriormente, conviene no desdeñar un factor que también impacta de forma notable en la competitividad: la estabilidad política. La propia presidenta del Fondo Monetario Internacional, Kristalina Georgieva, puso recientemente a España como ejemplo de este paradigma. “La marcada fragmentación política puede ser muy lesiva para mantener la senda de crecimiento económico”.

Por su parte, a escala europea, habrá que esperar a conocer los resultados en las próximas elecciones a la Eurocámara, previstas del 06 al 09 de junio, donde un importante incremento de apoyo a las fuerzas más conservadoras y de extrema derecha podría poner en jaque la visión y agenda para una Europa económica más fuerte e integrada y nos devolvería a prácticas de corte mucho más proteccionista, lo que supondría el impulso definitivo hacia la irrelevancia en el tablero económico mundial. Toca despertar.

*** Alberto Cuena es periodista especializado en asuntos económicos y Unión Europea.

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