La proporción aurea fue descubierta en la antigüedad, no como una “unidad”, sino como una relación o proporción en figuras geométricas representando un canon ideal de belleza que se repite en la naturaleza, en arquitectura, en pintura y en un sinfín de cosas.

En inversiones, una cartera 60/40 ha sido considerada siempre como una de las combinaciones más adecuadas para un perfil de inversión “moderado”. Asignando un 60% del portfolio a renta variable y un 40% a renta fija obtenemos una proporción “aurea” entre la revalorización del capital y el riesgo.

Es un buen punto de partida para el mundo de las inversiones, pero para conseguir la proporción exacta entre ambos activos hay que hacer un fine tuning en función de los objetivos financieros, la tolerancia al riesgo, el horizonte temporal y un largo etcétera de factores que lo complican un poco más y que son variables a lo largo del tiempo.

La combinación simple y proporcional de acciones, bonos y otros activos es fundamental para lo que consideramos una cartera "diversificada" y una de las premisas de esta combinación se basa en la correlación de los activos, que no es constante a lo largo del tiempo y cambia mucho de positiva a negativa.

Cuando pintan bastos en la economía es cuando los activos de riesgo, como la bolsa, tienden a sufrir por el descenso de los beneficios, mientras que los bonos suelen subir de precio porque los bancos centrales relajan la política monetaria.

En inversiones, una cartera 60/40 ha sido considerada siempre como una de las combinaciones más adecuadas para un perfil de inversión "moderado"

Para los cálculos voy a tomar como referencias índices globales, como lo son el MSCI World y un índice de deuda soberana global en euros, y así podemos entender la renta variable y renta fija en su conjunto y quitamos de las ecuaciones los sesgos por la asignación geográfica, ni de emisores ni plazos.

Y para hacer todo más realista voy a utilizar dos ETF que tienen TER reales del 0,12% y del 0,20%, respectivamente, con lo que el coste conjunto de la estrategia es de algo menos de un 0,16% al año. Y para ver las cosas con perspectivas suficientes, vamos a irnos atrás en el tiempo, para tener más de un ciclo económico.

Con estas premisas, si hubiéramos invertido 1.000 euros desde enero de 1985 hasta el mes de mayo de 2024 en esa estrategia 60/40 (sin hacer rebalanceos), tendríamos aproximadamente unos 14.650€ hoy en día, lo que nos daría una rentabilidad anual compuesta de algo más del 6,5% (después de gastos) con una volatilidad de casi el 9%, lo que nos arroja un sharpe (rentabilidad/riesgo) del 0,6.

Si sólo hubiéramos tenido bolsa, la rentabilidad que habríamos obtenido sería de un 8,1% y, sin embargo, una volatilidad del 14,9%, con lo que la relación rentabilidad/riesgo baja hasta el 0,53. Por contra, si hubiéramos invertido sólo en renta fija, la rentabilidad durante esos casi 40 años habría sido del 4,2% y una volatilidad del 6,9%.

Los mercados se equivocan más de lo que parece

Esta es una de las estrategias que seguramente mejor ha funcionado a lo largo del tiempo en términos de rentabilidad/riesgo, aunque en momentos muy convulsos de mercado, como los que nos ha tocado vivir recientemente, la renta fija suele perder su capacidad de amortiguar las caídas.

Con la espiral inflacionista de estos últimos años, la dinámica que sustenta la cartera "diversificada" 60/40 ha cambiado. Desde marzo de 2020, la correlación entre la renta fija ha subido mucho y bajado también, pasando de muy negativa a muy positiva, pero lo cierto es que la parte del performance proviene de la renta fija.

Si hubiéramos invertido sólo en renta fija desde el máximo, llevaríamos una rentabilidad negativa de más del -4,3% porque el mercado con las recetas tradicionales de los bancos centrales, no ha dejado de pensar en bajadas de tipos, que en el caso de Europa llegaron la semana pasada con la condición de que una de momento y poco más… y veremos en el caso de Estados Unidos después de los datos de inflación que son mejores, pero altos aún y el ciclo económico parece no remitir lo necesario para iniciar el cambio de política monetaria.

Sin embargo, si hubiéramos optado por poner todas las apuestas sólo a la renta variable, la rentabilidad durante estos 4 años habría sido del casi 18%; aunque en ese viaje, en 2021 habríamos ganado más de un 31% y al año siguiente perdido más de un 13%.

No sé si es 60/40, 70/30 o 50/50 la proporción perfecta para una cartera. Lo que sí sé es que los mercados se equivocan más de lo que parece. Las cosas parecen siempre bien valoradas porque hay mucha gente poniendo precio a los mismos activos y eso hace que el precio esté muy ajustado al consenso, pero eso no implica que lo que descuenta el mercado sea lo que vaya a suceder en el futuro.

Aunque ha sido un error mantener renta fija estos años y “los monetarios” han tenido un comportamiento francamente mejor, yo no alteraría la proporción que tengan en su cartera. En algún momento, los bancos centrales terminarán bajando tipos con contundencia y eso lo recogerán los precios de los bonos y todo lo que nos ha quitado “la curva”… nos lo devolverá.

***Álvaro Galiñanes Franco es director de Inversiones de Santander Private Banking Gestión.