La financiación singular para Cataluña está en el campo político. 

En contra los presidentes de las Comunidades Autónomas y los barones socialistas, con la excepción del propio Illa que tiene el apoyo de la federación del PSOE valenciano. También se oponen el PP, Vox y otros partidos; curiosamente hasta la Xunta Aragonesa y Compromis que amenazan con retirar el apoyo al Gobierno si lo pacta (¿¿??).

El presidente Sánchez se muestra favorable a estudiar esa financiación “singular”, que es algo similar al cupo de Euskadi y Navarra, digan lo que digan en el PSOE y el gobierno.  

Cataluña es el 18% el PIB español. Esa “financiación singular” sería desgajar de la gestión del Ministerio de hacienda casi la quinta parte de los ingresos públicos estatales. Por eso los expertos ponen el “grito cielo”...

Otra consecuencia es que, tarde o temprano, Valencia pedirá otra “financiación singular”. En su estatuto reformado se incluye la denominada “cláusula” Camps. Según la cual toda nueva competencia de otra Comunidad Autónoma puede ser asumida por la Generalitat Valenciana. Lo hará tarde o temprano. De hecho el PSPV, los socialistas valencianos, se han situado a favor de esa “financiación singular” a Cataluña. Luego vendría Galicia, por supuesto Andalucía y así sucesivamente. 

Esa “financiación singular” sería desgajar de la gestión del Ministerio de hacienda casi la quinta parte de los ingresos públicos estatales

De manera que la “financiación singular” a Cataluña es camino hacia la confederación de haciendas autonómicas. Se quiera ver o no.

Esa confederación necesita un “fondo de solidaridad” para el desarrollo de las autonomías menos favorecidas. Un fondo que, aunque no lo crean las autonomías solventes, es lo mejor para todas. Un rico rodeado de pobreza vive mal. Aragón es el primer cliente de Cataluña. En consecuencia a los catalanes les interesa tener vecinos que les puedan comprar y sería “egoísmo inteligente” ayudar a su desarrollo.

¿Es viable un país así? Hay muchas dudas por los expertos. Tampoco parecía que fuera viable la España de las autonomías y ha sobrevivido 45 años. Por tanto, el tiempo lo diría.

Por otra parte para que Illa sea presidente necesita los apoyos de ERC y negociar esa “financiación singular”. Como el otro candidato, Puigdemont, no puede ser presidente si no le apoya Illa, algo que ha negado, la pregunta es: ¿sería mejor una repetición de elecciones?

Un Illa que no ha logrado esa “financiación singular” iría a las elecciones con una mano atada a la espalda y los independentistas aprovecharían su victimismo más aún, favorecidos por la “ley de amnistía”. 

A los catalanes les interesa tener vecinos que les puedan comprar y sería “egoísmo inteligente” ayudar a su desarrollo

La alternativa al pacto fiscal para investir a Illa, es la repetición de elecciones ¿Cual es el mal menor? Cada lector responda según su opinión.

En el supuesto que se avance en esa “financiación singular”, ¿es posible la persistencia de España en una confederación de haciendas autonómicas?

La historia de España nos habla de las aduanas internas en la época de los Austrias. Esa dinastía combinó esas haciendas locales con la centralización administrativa que impuso Felipe II. Fue la dinastía borbónica y la ilustración la que trajo la unidad de mercado. Por ejemplo, que Cataluña pudiera negociar con América, eliminando el monopolio sevillano (cosa que no han reconocido los burgueses catalanes lo suficiente).

Cuando se descentraliza, para compensar, hay que reforzar las instituciones que velen por la unidad y la solidaridad conjunta.

Por ejemplo el Congreso de los Diputados. Esa descentralización de haciendas debería combinarse con una reforma de la ley electoral.

Una propuesta podría ser que la mitad o más de sus 350 diputados se eligieran por listas nacionales; su circunscripción sería toda España. El resto seguirían siendo elegidos por las circunscripciones provinciales. Por ejemplo, mitad de los actuales.

De esa forma la descentralización económica se compensaría con una institución garante del interés general, con unos diputados representantes de territorios y otros del conjunto.

Un sistema similar se rige en Alemania, donde los Landers tienen menos competencias que las comunidades autónomas.

En fin, como se ve, la financiación singular de Cataluña no le atañe sólo a esa autonomía, ni es sólo un tema económico.

Supondría (¿o supondrá?) un cambio sustancial de la estructura económica y quizás política del Estado. Un tema que debería responder a un consenso en el arco parlamentario incluyendo el PP para que sea sensato. Algo que parece imposible por ahora.

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.