Situación económica de la UE tras las elecciones
El auge de los populismos, junto con la aplicación de las reglas fiscales pone en alerta a los mercados financieros. España se salva pero tiene retos por delante.
Los resultados de las recientes elecciones en el parlamento de la UE han intranquilizado a los mercados financieros. El auge de la extrema derecha y algunas de sus propuestas no casan bien con la sostenibilidad de las cuentas públicas y con la capacidad de crecimiento sostenido de las economías para garantizar una senda creíble de devolución de las deudas públicas. Los programas económicos de algunas formaciones políticas populistas proponen soluciones no realistas o incoherentes.
En Francia, tras el resultado de las elecciones europeas, Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó elecciones legislativas. A falta de la segunda vuelta, todavía no se ha dilucidado la futura composición de la Asamblea Nacional, pero algunas tendencias parecen emerger.
La ultraderecha que ganó las elecciones europeas en el país galo con el 31,5% de los votos, propone derogar la reforma de las pensiones de Macron –que retrasa de 62 a 64 la edad de jubilación–, reducir los impuestos en energía (el IVA pasaría del 20% al 5,5%) y exoneraciones impositivas a industrias. Todo ello haría dispararse aún más el déficit público, que en 2023 ya se situó en el 5,5 % del PIB.
Francia corre el riesgo de revivir la crisis de Reino Unido en 2022, cuando Lizz Truss, la efímera primera ministra británica del Partido Conservador, propuso recortes fiscales masivos sin prever nuevos ingresos. Los mercados castigaron las medidas por su falta de financiación y en cuestión de días, los tipos de interés británicos se dispararon, la libra se desplomó y fue necesaria la intervención del Banco de Inglaterra y la dimisión de Truss para restablecer la calma.
La prima de riesgo de Francia (diferencial de rentabilidad de la deuda pública frente a la referencia de Alemania) ha escalado hasta los 80 puntos en vísperas de la primera vuelta, máximos de 2017, aumentando casi 30 puntos en apenas un par de semanas. También han aumentado las primas de riesgo de otros países europeos como Italia, Bélgica, Portugal o España, aunque en menor medida que en Francia, la economía que concentra el foco de atención.
Con las renovadas reglas fiscales reactivadas, la Comisión Europea ha decidido abrir expedientes por déficit excesivo a siete países, entre ellos la segunda y tercera economías del euro: Francia e Italia, que cerraron 2023 con un déficit del 5,5% y del 7,4% sobre el PIB. Completan la lista de los países que superan netamente el límite del 3% de déficit sobre el PIB que fija la gobernanza económica de la UE, Bélgica, Polonia, Eslovaquia, Hungría y Malta -con déficit del 4,4%, 5,1%, 4,9%, 6,5% y 4,9%, respectivamente en 2023-.
Todos estos países tienen que presentar como muy tarde a finales de septiembre un plan de ajustes que les pide la Comisión para acercarse al objetivo del 3%. Los programas de reformas estructurales e inversiones que presenten serán revisados y aprobados por la Comisión Europea y después por los ministros de Economía y Finanzas de la Unión Europea, para garantizar que estén en línea con las prioridades políticas y económicas europeas.
Mientras, los “fundamentales” de la economía española, particularmente el fuerte crecimiento económico, están permitiendo aminorar los desfases presupuestarios. Bruselas anticipa que se alcanzará el umbral del 3% a finales del presente ejercicio, y por ello la Comisión Europea no ha abierto un procedimiento de déficit excesivo a España. Una muy buena noticia para la política económica española, que lleva cuatro años reduciendo el déficit público con fuerza. También es positiva la evolución de la deuda, todavía altísima: del 120,3% sobre PIB de 2020 hasta el 107,7% en 2023, y la previsión de Bruselas para 2024 es que se sitúe por debajo del 105%.
Aún así, no nos libramos, al igual que el resto de Estados miembros, de enviar a Bruselas la senda de ajuste expresada en gasto primario neto de medidas discrecionales y gasto cíclico por desempleo, que exige el renovado Pacto de Estabilidad y Crecimiento. Es crucial conseguir un equilibrio neto de pago de intereses, o primario, para garantizar la estabilidad de la ratio de deuda sobre PIB. El Gobierno tiene que elaborar su Plan Fiscal Estructural con ajustes realistas para asegurar ese equilibrio primario sin afectar el crecimiento económico. Ese es el desafío presupuestario a que nos enfrentamos. Posiblemente prácticamente todo el crecimiento de la recaudación fiscal inducido por el crecimiento económico lo vamos a tener que dedicar a reducir la deuda.
España tiene por delante el reto de buscar oxígeno fiscal, no la activación de las nuevas reglas fiscales europeas, también por la necesidad de evitar que sean los mercados los que nos marquen la senda de política económica. No olvidemos que en ellas si se considera el gasto en pensiones, que en la regla de gasto nacional de la actual Ley Orgánica de estabilidad presupuestaria se excluye.
Es el momento, con crecimiento económico sólido y necesidad de cumplir con la nueva normativa europea, de abordar en serio una reforma fiscal integral. En ella, sin duda, cobra especial importancia la reforma del sistema de financiación autonómico, para hacerlo coherente con el modelo federal de nuestro Estado, el nuevo marcó fiscal europeo y el necesario equilibrio del reparto del ajuste entre las diferentes Administraciones. Sólo uniendo todos los debates (senda fiscal, reforma fiscal, financiación autonómica y federalismo) se puede aspirar a alejar las presiones externas sobre nuestra soberanía económica, garantizando un crecimiento sostenido de la economía.
*** Mónica Melle Hernández es profesora de Economía de la UCM.