Dice el dicho que “un clavo saca otro clavo”. En el panorama político español un escándalo tapa otro escándalo. Y el Psoe lo sabe. Cada vez que hay una noticia económica que les deja en evidencia lanzan una bomba de humo.
Así dicho podría parecer un remedio burdo y facilón. Pero hay que reconocer el mérito de lanzar las bombas de humo adecuadas. Tienen que apelar a la idiosincrasia española. Es decir, tiene que ser un tema del que se pueda cuñadear en el bar o en el café de media mañana en el trabajo.
Y sobre todo, que se pueda viralizar en redes. Tiene que ser un escándalo del que vayan a salir bien parados, de un modo u otro. Aunque haya que pasar un poco de vergüenza (el que la tenga). Aunque haya que negar que el Sol sale por el este, aunque sea una boutade descomunal. Si funciona, se lanza para tapar lo realmente relevante.
En febrero de este año dimitió el director general del Plan y Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, Jorge Fabra Portela, tras solamente un año y cinco meses al frente del órgano responsable de la gestión de los Fondos Europeos.
Su antecesora, Rocío Frutos Igor, también dimitió del cargo al cabo de año y medio siendo la responsable de dicha institución y tras publicarse la noticia en Bloomberg del retraso en el establecimiento de una nueva auditoría de los fondos que estaría poniendo en riesgo la llegada de los desembolsos pendientes.
Esta semana ha dimitido la sucesora de Jorge Fabra Portela, Esperanza Teba Samblás, al parecer debido a la vinculación de su marido con un caso de corrupción
Esta semana ha dimitido la sucesora de Jorge Fabra Portela, Esperanza Teba Samblás, al parecer debido a la vinculación de su marido con un caso de corrupción.
En todos los casos, cada responsable intentó una mejora que nunca salió. En el caso de Tebas, esperaba el cuarto desembolso, que se ha retrasado. En el caso de Fabra, intentó crear una comisión de expertos que nunca se creó. En el caso de Frutos, se trataba de una plataforma que nunca funcionó correctamente.
Mientras tanto, nadie da explicaciones a la Comisión Mixta para la Unión Europea. Ni a los españoles, a quienes se nos lleva diciendo desde que se crearon los Fondos Europeos Next Generation, que iban a ser el espaldarazo que las empresas españolas necesitaban para salir de la crisis pospandemia.
Según consta en la página de la Unión Europea dedicada a este plan estamos ante “una oportunidad única de salir reforzados de la pandemia, transformar nuestras economías y sociedades, y diseñar una Europa que funcione para todos”. Y, como anticipando las dificultades del Gobierno español, el lema es “Haz que sea real”. Y aquí seguimos esperando que, efectivamente, sea real. Sin embargo, la cosa va a peor.
Si comparamos los pagos realizados de los créditos definitivos otorgados, en mayo del 2022 eran un 7,25%, en mayo del 2023 eran un 8,07% y en mayo del 2024 el porcentaje desciende al 2,51%. Se trata de una ralentización muy preocupante, dado que España ya estaba teniendo problemas y se nos repetía sin cesar que había que tener paciencia y que estas cosas van lentas.
Los problemas de ejecución y desembolso de fondos europeos (Next Generation o estructurales) en España no son nuevos. En agosto del 2023 algunos analistas señalaban que aún quedaban 32.000 millones de euros sin ejecutar de los fondos estructurales concedidos para el período 2014-2020 y estaba a punto de vencer el plazo para su ejecución.
De momento, y con los datos del Ministerio de Economía, según Santiago Sánchez López, quedan por adjudicar el 76,4% y ha de hacerse en dos años. Pero si esta cifra resulta chocante, hay que tener en cuenta que no se trata de dinero que ha llegado, finalmente, al tejido productivo, a las empresas, porque no nos ofrecen datos de los fondos gastados, sino adjudicados.
Es decir, presentas un plan y el organismo gestor de los fondos (sea nacional o de tu Comunidad Autónoma) te adjudica una cuantía, que cobras al cabo del tiempo. Y a veces, no la cobras por diversas razones. Pero mientras tanto, tú, empresario que has confiado en las afirmaciones de la Unión Europea proponiendo salir reforzados, más verdes y más digitales, tienes que poner tu dinero para llevar a cabo un plan que, de no existir estos fondos, probablemente no habrías emprendido, asumiendo un coste de oportunidad y un riesgo extra.
Los problemas de ejecución y desembolso de fondos europeos (Next Generation o estructurales) en España no son nuevos
Y esta es la razón para que muchos empresarios que se animaron a subirse al “kit digital”, de repente, desistan, al darse cuenta de que igual no están tan claras las cosas.
Precisamente, éste es el punto que me preocupa más, es decir, los efectos a medio plazo en la mentalidad del empresario respecto a tres cuestiones muy relevantes: la imagen que tiene de las ayudas del Estado y de la Unión Europea; su resistencia a confiar en una Europa abierta a las empresas, y su triste conclusión de que hay que agarrarse a lo sólido, lo conocido.
Me preocupa tanto por una razón. España es un país de pequeños empresarios que salen adelante con dificultad, a quienes se les desincentiva el ahorro y la inversión, que se ven crucificados si ganan dinero, a quienes no les merece la pena crecer por razones fiscales y quienes, por tanto, se ven obligados a “volar bajo”.
Sin embargo, la realidad, el futuro cercano repleto de innovaciones, requiere empresarios con visión, con sensemaking, y eso lo da “volar más alto”, tener expectativas más amplias. Pero esa mirada es incompatible con la asfixiante realidad intervencionista que padecen empresas y ciudadanos.
Necesitamos menos bombas de humo y más datos reales, más voluntad política y, de verdad, hacer que lo prometido “sea real” o que asuman las consecuencias de su ineptitud y se vayan. No se van a ir. La ciudadanía sigue entretenida con los escándalos mediáticos programados y la radicalización planificada que conduce al miedo al otro. Y se vota lo que se vota.