Criptoactivos: mucho más que divisas
Hace unas semanas tuvo lugar el ataque de Irán a Israel, que puso de manifiesto de nuevo la relación que existe entre los acontecimientos macroeconómicos y geopolíticos y el comportamiento de los activos financieros en general y de los criptoactivos en especial.
Antes que nada, es importante entender que el mercado de los criptoactivos no hace referencia únicamente al bitcoin. De hecho, se suele malinterpretar este concepto y se acostumbra a considerar a bitcoin como un indicador general de la salud de todo el mercado de criptoactivos, teniendo una correlación del 87%, al ser la más conocida y con la capitalización de mercado más alta.
Esto es un error, pues bitcoin está concebido como un activo muy distinto a la grandísima mayoría del resto de criptoactivos. El propósito de bitcoin es ser un valor refugio y en un futuro convertirse en una divisa global, mientras que la casi totalidad del resto de criptoactivos funcionan más como acciones de o participaciones en protocolos blockchain y de organizaciones descentralizadas.
Por ello, a criptoactivos como bitcoin o también ether, les denominamos como criptodivisas, mientras que nos referimos al resto como tokens (de utilidad o gobernanza) o criptoactivos en general.
Para poder entender mejor cómo funcionan los tokens y las criptodivisas es imprescindible comprender por qué estas coyunturas o situaciones externas, como los conflictos bélicos o las decisiones que toman los bancos centrales en relación a los tipos de interés, afectan a su valor.
Es importante entender que el mercado de los criptoactivos no hace referencia únicamente al bitcoin
En los momentos de incertidumbre y mayor volatilidad, los inversores tienden a ser más aversos al riesgo optando por activos que históricamente se han categorizado como seguros, como el oro o la inversión inmobiliaria. Sin embargo, no incluyen en esta categoría criptodivisas como bitcoin o ether, lo cual es un error de comprensión del diseño de la tecnología.
Cuando tiene lugar un conflicto geopolítico o cualquier evento macroeconómico como cambios en los tipos de interés o en la inflación, los inversores tratan a todos los criptoactivos, incluidas las criptodivisas, como activos de riesgo correlacionados con el mercado de acciones de tecnológicas. Lo vemos reflejado en que bitcoin tiene menor correlación con el oro, un 6,7%, que el S&P 500, un 13,08%.
Esto es otro error, debido a que un criptoactivo o token puede representar muchos tipos de activos digitales. Algunos tiene sentido que tengan correlación con la bolsa, otros todo lo contrario. Es fundamental analizar cada caso para entender el activo que representa y su función (gobernanza de una tecnología blockchain, utilidad en una aplicación descentralizada, representación de un activo real tokenizado, una divisa digital, etc.) y con ello determinar cómo debería comportarse ante un factor externo como los que hemos nombrado.
En cualquier caso, dada su naturaleza, las criptodivisas deberían comportarse de una manera similar al oro ante eventos geopolíticos como el ataque de Irán a Israel, es decir, no deberían fluctuar porque precisamente sirven como valor refugio ante las tendencias pesimistas de otros activos. Prueba de ello es su baja correlación con el S&P 500, de un mero 3,1%, por debajo de la del propio oro, el cual tiene una correlación del 4,6%.
Por ello el comportamiento de bitcoin, debido a que es un bien escaso con cierta aceptación en el mercado, si miramos su capitalización de 1,3 billones de dólares y su volumen diario de más de 27.000 millones de dólares, debería en realidad tener una correlación baja con el resto del mercado de criptoactivos, parecido a si comparamos el comportamiento del S&P 500 al del oro.
Las criptodivisas deberían comportarse de una manera similar al oro ante eventos geopolíticos
No obstante, existen dos motivos principales por los cuales todos los criptoactivos siguen reaccionando de la misma manera antes los mismos eventos como el mencionado al inicio de este artículo. Por un lado, se debe a la falta de comprensión por parte del inversor no sofisticado de la diferencia tecnológica entre los diferentes criptoactivos.
Como bitcoin fue el primer cripto activo que se creó, se le denominó criptodivisa porque su naturaleza es la de valor refugio. Con la ampliación del número y variedad criptoactivos de diferente naturaleza, se empezaron a confundir, sin distinguir la tecnología detrás de cada uno y actuando en el mercado, en consecuencia, de forma errónea y llamando a todos criptodivisas a pesar de no tener nada que ver con ese caso de uso.
Por otro lado, los inversores sofisticados, debido a la volatilidad que muestra bitcoin en el corto plazo, aunque ésta cada vez es menor a mayor aceptación va teniendo y más se reduce la inflación debido a los halvings y mayor cantidad en circulación, no le otorgan la consideración de reserva de valor, a pesar de que, pensando en el largo plazo, sí lo es. De esta forma, las transacciones en el mercado se hacen más desde una perspectiva de activo especulativo con el que generar ganancias a corto y medio plazo, y no con el objetivo de preservar capital.
Esta dinámica de oferta y demanda del mercado hace que estos activos se comporten más como risk-on assets, es decir, como activos con riesgo y no como criptodivisas con un comportamiento similar al oro. Una muestra clara de su utilidad como valor refugio es que bitcoin, desde su creación, ha tenido un mejor rendimiento ajustado al riesgo que el propio oro, con un Sharpe Ratio de 1,15 frente al 0,26. Esto quiere decir que, incluso descontando la volatilidad y riesgo del activo, bitcoin ha sido mucho mejor inversión para preservar capital.
Una característica de las criptodivisas es que su propiedad es directamente del inversor, sin tener que depender de custodios intermediarios que pueden ser intervenidos por gobiernos, sobre todo en tiempos de crisis globales. Es decir, cuando se adquieren criptoactivos, también se adquiere su propiedad y custodia, caso contrario de lo que sucede con otros activos como por ejemplo el oro, donde se adquiere un derivado del mismo. Son matices importantes que no todos consideran y que otorgan una ventaja importante a las criptodivisas frente a otros valores refugio.
En contextos como el actual, marcados por incertidumbre geopolítica y económica, los inversores buscan refugio en activos libres de la influencia de los gobiernos y las instituciones tradicionales y es ante este contexto y escenario donde los criptoactivos son en realidad una alternativa ideal. Tanto está creciendo el interés por parte de los inversores privados, que incluso las grandes entidades financieras e inversores institucionales que en el pasado se mostraban renuentes con respecto a los criptoactivos, cada vez apuestan más por ellos. Por ejemplo, según Deutsche Digital Assets GmbH (DDA), las tasas mundiales de adopción de criptoactivos se situaban en 2023 en torno al 15% para los inversores minoristas y al 43% para los inversores institucionales, con un crecimiento del 87% anual desde 2017.
Queda mucho que recorrer y sobre todo, por entender sobre el verdadero valor agregado y aporte de los criptoactivos y su capacidad y potencial como fuente de inversión. No obstante, está claro que los criptoactivos son mucho más que divisas y, a la hora de invertir, es fundamental entender qué representa cada uno para poder construir un portfolio diversificado y resiliente.
*** Jorge Schnura es cofundador y CEO de Turing Capital.