Turistas con maletas en la Alameda de Hércules de Sevilla.

Turistas con maletas en la Alameda de Hércules de Sevilla. EP

La tribuna

Reinventemos el modelo turístico español para no morir de éxito

España podría abrazar este año el récord histórico de los 90 millones de turistas  internacionales y consolidar su liderazgo mundial en 2040. Es importante repensar el modelo  en aras de optimizar el beneficio económico amortiguando al máximo el impacto en los  territorios.

20 agosto, 2024 03:01

La industria turística española vive una nueva edad dorada. Tras la debacle sin precedentes que trajo consigo el año 2020 como consecuencia del impacto de la pandemia de la Covid-19, que supuso un desplome del 70% de la actividad y más de 100.000 millones de pérdidas en el sector, la tendencia se ha invertido a velocidad de crucero.

Así, si el año 2023 nos devolvió a los niveles prepandemia, con más de 85 millones de turistas internacionales, superando el récord alcanzado en 2019, el 2024 podría marcar un nuevo hito, con más de 90 millones de turistas extranjeros, lo que se traduciría en un sólido 13% del PIB, según el informe sectorial publicado el pasado mes de junio por CaixaBank Research.

De cumplirse las previsiones, sería el mejor año en la historia del sector, llevando a nuestro país a desbancar plazas clave de Francia, Grecia, Italia o Estados Unidos. Ahora bien, no es oro todo lo que reluce. Detrás de la euforia económica, se alimenta el debate sobre la famosa idea de “turismo sostenible”, orientado a conciliar la competitividad y la hegemonía del sector turístico con un desarrollo sostenible de los territorios, de sus recursos y de su modo de vida. Idea que, por desgracia, sigue siendo más un feliz propósito político que una realidad.

Así las cosas, el descontento contra el turismo masivo se ha extendido este verano por destacados puntos de la geografía española, desde Palma de Mallorca e Ibiza hasta Santa Cruz de Tenerife, Barcelona o Málaga, con manifestaciones multitudinarias que denuncian la falta de planificación de las autoridades locales y regionales ante la creciente erosión del terreno. Desde la transformación de los negocios tradicionales en franquicias multinacionales, lo que contribuye a la pérdida de identidad cultural, hasta la suciedad y masificación en playas y centros históricos, las alteraciones en el transporte público o la enorme presión asistencial sobre los profesionales sanitarios, que se ven desbordados.

Con todo y con eso, la diana del problema se sitúa en la vivienda, con miles de ciudadanos reivindicando la prohibición de los apartamentos turísticos, que favorecen, en su opinión, la escalada sin control de los precios, dificultando el acceso a la vivienda y gentrificando los principales núcleos urbanos, lo que termina por expulsar a los vecinos de sus barrios.

El 2024 podría marcar un nuevo hito, con más de 90 millones de turistas extranjeros

¿Cuáles son las verdaderas causas del problema? “Si no viniéramos masivamente, no habría trabajo ni ingresos en ciertos lugares del país”. Es la frase más repetida por ciertas asociaciones de turistas británicos y la realidad es que, aunque escueza, dibuja una aproximación bastante precisa de las limitaciones de nuestro modelo productivo.

Así las cosas, en Baleares y Canarias más del 40 y del 35% del PIB regional, respectivamente, responde, directa o indirectamente, al impacto de la industria turística, según Exceltur. Esto no quiere decir, por supuesto, que deba aplicarse una política “sin restricciones de ningún tipo”, pero nos da una idea de la importancia de potenciar las inversiones y el emprendimiento a fin de favorecer una transformación del tejido productivo, que permita no sólo diversificar las fuentes de ingresos, sino también avanzar hacia un modelo más sostenible y resiliente ante posibles crisis económicas futuras.

En cuanto al mantra de las ‘Golden Visa’ y de los alojamientos y las plataformas turísticas como origen de todos los males para el acceso a una vivienda asequible, el impacto es innegable. No obstante, sería demagógico (y muy cómodo para nuestros gobernantes) situarlo como la única raíz del problema. Recordemos que España sigue a la cola en inversión de vivienda social en toda la UE, con un mísero 2,5%, frente a Países Bajos (30%), Austria (24%), Dinamarca (20%) o Suecia (19%), según Eurostat.

Por otra parte, mientras falta oferta en los centros neurálgicos de las grandes ciudades (donde la aceleración de los permisos de obra es más que deseable), ciertos territorios de España se despueblan a pasos agigantados, lo que exige una estrategia integral de inversión, reindustrialización y creación de empleo para requilibrar los centros de gravedad financiera y productiva en nuestro país.

¿Y qué nos encontramos en Europa y en el resto del mundo? No son ajenas a nadie la realidad  turística en ciudades como Dubrovnik (Croacia), donde se prohibió arrastrar las maletas por el centro de la ciudad en pro del descanso de los residentes, Santorini y Mykonos (Grecia), donde la avalancha de turistas derivada de la llamada masiva de tiktokers e influencers ha forzado la limitación de cruceros y visitantes diarias a las islas, o Tailandia, que ha cerrado ciertas playas  muy golpeadas por el turismo. Mención aparte merece el caso de Venecia (Italia), con una tasa turística de hasta 5 euros para quien no pernocte en la ciudad. Una tasa turística que, por cierto, se extiende ya por más de 130 ciudades de 20 países de la UE. Cabe decir, sin embargo, que no ha servido para mitigar la llegada masiva de visitantes internacionales. 

España sigue a la cola en inversión de vivienda social en toda la UE, con un mísero 2,5%, frente a Países Bajos (30%), Austria (24%), Dinamarca (20%) o Suecia (19%)

Es innegable que España es líder mundial en competitividad turística. Como tal, debe ser quien empuje el turismo hacia nuevos horizontes y quien capitalice las nuevas tendencias del sector. Posibles medidas podrían ser el empleo de la IA y de las nuevas tecnologías por parte de los operadores de viajes para adaptarse a los requisitos de sostenibilidad y a la aparición de nuevos mercados emisores de turistas.

Asimismo, nuestro país debe apostar por una mayor calidad y oferta especializada (en detrimento de la cantidad) y por más variedad de destinos. El turismo cultural, gastronómico y de naturaleza, por ejemplo, representan una clara oportunidad de crecimiento para zonas periféricas y despobladas, así como para la menor dependencia del tradicional turismo de sol y playa, como bien recuerda el informe “Transformación del modelo productivo”, elaborado por el Círculo de Empresarios.  

En todo caso, el enfoque nunca debería ser demonizar, sino anticiparse y aprender de las lecciones del entorno para marcar el paso de una industria tan puntera e innovadora como la turística, garantizando el bienestar a largo plazo de todos los integrantes de la cadena de valor. Mirar para otro lado sólo podría conducirnos a morir de éxito. 

*** Alberto Cuena es periodista especializado en asuntos económicos y Unión Europea.

Manuel Luque, cofundador, CIO y CTO de Rethink Medical, y Szilvia Endrényi, cofundadora, CEO y CFO de la compañía.

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