El viernes 16 de agosto el presidente, D. Luis Abinader, tomó posesión de su cargo en la República Dominicana. Entre otros jefes de Estado asistió Felipe VI. Ningún ministro acompañó al Rey. Seguramente porque Abinader está lejos de los políticos populistas que gustan al gobierno Sánchez. Un error.
La relación de la República Dominicana y España a lo largo de la historia es larga y fructífera. Fue el primer territorio americano donde se establecieron los españoles. Su Catedral es la Primada de América. En Santo Domingo está la Casa de Colón. Más de seis siglos de relación, cinco de ellos bajo la misma corona, el mismo idioma y religión, han construido fuertes lazos entre ambas naciones. Lazos reforzados por el reciente intercambio de migraciones. En el siglo XIX y las dos terceras primeras partes del XX en dirección a República Dominicana y después al contrario.
República Dominicana es un ejemplo político y económico para toda Hispanoamérica. Cuando se palpan los estragos del populismo, ejemplificados en la decadencia de países como Argentina (¿en proceso de reconversión?) o Venezuela; cuando se observa el creciente deterioro institucional de otros; cuando se resquebrajan las maneras democráticas en muchos de ellos; cuando la economía retrocede y los desniveles sociales llevan al enfrentamiento; República Dominicana es un ejemplo a resaltar.
Más de seis siglos de relación, cinco de ellos bajo la misma corona, el mismo idioma y religión, han construido fuertes lazos entre ambas naciones.
Su estabilidad política es ejemplar. Se han sucedido los gobiernos del PLD y el PRM de manera democrática y aunque algún presidente buscó cambiar la Constitución para permitir reelecciones sucesivas, se ha resistido a la tentación. De manera que Abinader dejará su cargo cuando corresponda a finales de esta legislatura (2028) manteniendo la normalidad democrática.
Económicamente las últimas legislaturas se han caracterizado por la ortodoxia fiscal y la aplicación de políticas enfocadas al desarrollo. La relación del sector público, el empresariado y el tercer sector son de cooperación y entendimiento.
Los gestores públicos se nutren de cuadros muy bien formados. Muchos con títulos de universidades de EEUU. Lo sé de buena tinta porque ayudé a desarrollar el PLGP (Programa de Dirección en Gestión Pública) en la Escuela de Negocios de Santo Domingo BARNA Management School, a cuyo Consejo de regentes pertenezco en calidad de independiente.
Un programa diseñado en colaboración con el IESE en cuyas instalaciones de Madrid realizan su semana internacional (donde hay un programa homólogo). Muchos de sus cuadros lo han cursado. Dos ministros del actual gobierno son alumni del mismo.
Económicamente las últimas legislaturas se han caracterizado por la ortodoxia fiscal y la aplicación de políticas enfocadas al desarrollo. La relación del sector público, el empresariado y el tercer sector son de cooperación y entendimiento.
En ese programa se incentiva la relación entre los tres sectores como estrategia de desarrollo. Algo para lo que República Dominicana cuenta con un empresariado local, al que conozco bien, con una alta preocupación por la mejora social del país. Los grupos familiares más importantes buscan la creación de puestos de trabajo y la mejora del nivel de vida de sus conciudadanos. Están también muy preocupados por la formación (caso de BARNA MAnagement School, fundación sin ánimo de lucro).
Como consecuencia, República Dominicana tiene un crecimiento del PIB superior a cualquier otro de Latinoamérica. La media durante los quince últimos años es de un 4% anual, con la excepción de 2020 (año de la pandemia). Su renta per cápita ha pasado de los 5.121 euros de 2014 a los 10.122 de 2023 (casi el doble).
Un "milagro económico y social". Más aún, si se compara con la otra parte de la isla. Con Haití, un estado fallido, con el que República Dominicana tiene una gran frontera. Eso crea un gran reto a los dominicanos: ayudar al desarrollo de Haití y estabilizar la corriente migratoria que de ella reciben.
En su toma de posesión, el presidente Abinader ha prometido blindar la constitución para evitar que se elimine el límite de permanencia en la presidencia. Algo meritorio cuando él empieza su segunda legislatura. También prometió crear condiciones fiscales, de acuerdo con el FMI, para asegurar la seguridad jurídica que ayude a atraer más capitales extranjeros. Todo lejos del populismo al que nos tienen acostumbrados muchos de los actuales dirigentes de Centro y Sudamérica.
Espero que esta trayectoria se mantenga por largos años en ese querido país. Además, España es el cuarto país inversor con más de 50 empresas establecidas y fuertes inversiones turísticas e inmobiliarias.
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.