Robert Reich fue secretario de trabajo del presidente Clinton (1993-1997) y profesor de Harvard. En sus publicaciones distingue tres tipos de trabajo: a) servicios rutinarios de producción; b) servicio en persona; y c) servicios simbólico-analíticos.
En el servicio rutinario de producción, la competitividad está en los salarios, porque las técnicas son conocidas y los costes de transporte no significativos. Por tanto los lugares de producción se trasladan a donde los salarios son más competitivos. Es lo que se ha vivido en la deslocalización de producciones durante los periodos de globalización. Un ejemplo es la producción de juguetes simples en china.
En el servicio en persona (ejemplo un camarero) no es posible la deslocalización, porque se produce en el mismo momento que se vende. Por tanto en lugar de deslocalizar el lugar de producción se produce la migración de los trabajadores. No se puede servir un café a distancia.
En el servicio simbólico-analítico lo importante es la innovación. Imaginar nuevas necesidades de los consumidores, crear los medios para satisfacerlas y ponerlas a su disposición. Los que hacen posible esa creación de valor pueden estar en cualquier lugar. Un ejemplo simple es el de los creadores de la idea del turismo, de Uber, el cine, las tecnología informáticas, …
Una vez se ha creado el producto o servicio por los trabajadores simbólico-analíticos, se desarrollan los otros dos tipos de trabajo: el de producción en rutina y del servicio en persona.
En el servicio simbólico-analítico lo importante es la innovación
La producción en rutina se puede mantener competitiva en un lugar si los salarios se mantienen bajos. En eso, muchas veces, juega su papel la migración; trabajadores que vienen de otros lugares aceptan salarios contenidos. Aún así los trabajadores procedentes del extranjero consideran que les compensa.
A la vez el servicio en persona también necesita migrantes, dado que no se puede trasladar la producción de servicios o productos. Eso también presiona a la baja esos salarios al aumentar la oferta de trabajadores.
Es como la ley de los “vasos comunicantes” en hidráulica. Mientras en un país haya trabajos de producción en rutina o servicio en persona y no haya personas para hacerlos con salarios contenidos, recibirá migración de aquellos en los que no los haya y los salarios sean inferiores al del país receptor.
Es lo que está pasando en Europa respecto al continente africano. No ocurrió con los chinos, porque la producción en rutina se traslado a su país en los últimos tiempos. China tenía la cultura y la tecnología para la “producción en rutina” y ésta se deslocalizó.
En África no hay esas condiciones. En conclusión, sólo si se desarrollara la capacidad de producir en rutina en ese continente la migración sería ordenada.
China tenía la cultura y la tecnología para la “producción en rutina” y ésta se deslocalizó
Evitar la migración ilegal no es invertir capitales de manera indiscriminada. Menos aún, pagar a gobiernos, muchas veces corruptos y en connivencia con las mafias. Si no hay un desarrollo de un desarrollo cultural y productivo adecuado será inútil.
Por eso la única manera es invertir en educación en sus poblaciones. Europa durante la desastrosa colonización convirtió Africa en proveedora de materias primas y consumidores de productos europeos, sin desarrollo real. Ahora paga una de sus consecuencias.
La migración americana tiene otras características, en parte es el retorno de una migración en sentido inverso. Su cultura es similar a la europea porque se traspasó de manera distinta a la africana en todo el continente americano. Aunque la leyenda negra sobre la America-hispano-portuguesa diga lo contrario.
Por contra la migración del oriente medio se debe a la inestabilidad política provocada por las ambiciones occidentales sobre sus riquezas (¿petroleo entre otras?) y un mal diseño de sus fronteras que ha dado lugar a un equilibrio social inestable y explosivo.
De manera que la presión migratoria africana no parará a corto plazo. Solo su desarrollo socio-económico la encauzará y eso es cuestión de generaciones. La de América es casi deseable y la de Oriente Medio exige patrocinar una paz política en la zona.
¿Son conscientes de ello los gobiernos europeos? No parece y si lo son ¿Qué están haciendo? Pagando operaciones absurdas con gobiernos no fiables ¿Es lo que ha ido a hacer Sánchez en su gira africana?
** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.