Valentía o colapso. El último grito de Draghi
Según el refrán español “cuando el río suena, agua lleva” pues “cuando Draghi suena, es el que el río está a punto de desbordarse”. No podía haber elegido a nadie mejor Úrsula Von der Leyen para dar la voz de alarma a todos los europeos: estamos al borde del colapso.
Pocas voces tan respetadas y admiradas en Europa como la de Mario Draghi, el hombre que salvó al euro. 'SuperMario', como se le conoce afectuosamente en referencia al mágico personaje de videojuegos, conoce de primera mano la economía europea, pero también los entornos tecnológicos.
No en vano, hizo su doctorado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), vanguardia entonces y hoy del pensamiento económico y científico. Entre sus directores de tesis, dos premios Nobel de Economía: Robert Solow y Franco Modigliani.
Allí debió entender el futuro jefe del Banco Central Europeo la importancia que la tecnología y la digitalización iban a jugar en el desarrollo de todas las sociedades. Las que apostasen por ello, sin cortapisas, serían las triunfadoras en los años venideros. El resto, serían las perdedoras.
Y eso es lo que, a su juicio, va a ocurrir en Europa con el imparable avance de la inteligencia artificial. O, mejor dicho, lo que ya está ocurriendo. La productividad en Estados Unidos se ha disparado. El crecimiento ha sido del 3,4% en un año, cuando la media de los años pre pandemia era del 1,1%.
La productividad en EEUU gracias a la inteligencia artificial se ha disparado. Su crecimiento es del 3,4% en un año.
Este crecimiento responde a una mayor adopción de herramientas tecnológicas entre ellas la inteligencia artificial. Jakob Nielsen resumía hace unos meses tres estudios: agentes de atención al cliente resolviendo dudas, profesionales escribiendo documentos de trabajo y programadores creando código. Las ganancias de productividad fueron, respectivamente: 13,8% más consultas respondidas por hora, 59% más documentos creados por hora, y 126% más proyectos codificados a la semana. Una ganancia media del 66%.
Mientras tanto en Europa nos hemos dedicado a regular. Y a presumir de que somos los primeros en hacerlo. Si en vez de dedicar todos nuestros esfuerzos a diseñar un reglamento de dudosa aplicación (¿cómo se audita un algoritmo?) hubiésemos invertido más en descubrir nuevas herramientas de IA, nuestra brecha con otras regiones no sería tan peligrosa.
Tradicionalmente, la regulación ha ahogado a la innovación, pero estamos en un momento en el que la innovación es tan acelerada que difícilmente la regulación va a poder ahogarla. Estamos poniendo diques a un maremoto. Y eso ahoga nuestra competitividad.
Tampoco ayuda el discurso del miedo. El distópico relato de una IA controlando el mundo a modo de Terminator ha calado más en la población europea que en ningún otro rincón del mundo. Francia es el país más pesimista respecto a la inteligencia artificial, seguido de Canadá y Holanda. Por el contrario, China, Arabia Saudí e India son los más optimistas.
El distópico relato de una IA que controla el mundo ha calado más en Europa que en ningún otro lugar del mundo
Y quizás por ello se ha regulado preventivamente en materia de inteligencia artificial. Para prevenir unos riesgos que existen, pero que podrían minimizarse desde la autoregulación y que, en cualquier caso, han derivado en un mundo con dos velocidades en IA.
La nueva legislación ya tiene un efecto secundario. Vamos a tener una IA de segunda, porque las empresas americanas retrasarán la llegada de sus soluciones o con menos funcionalidades como ya ha decidido Apple. O Meta con la versión con imágenes y audio de su modelo abierto de inteligencia artificial no estará disponible para descargar en la UE ni podrán utilizarlo empresas europeas.
En cualquier caso, la barrera regulatoria perjudicará a pequeñas empresas y consolidará a las big tech. No se mide –y apenas se habla de ello- de los costes económicos de la aplicación del reglamento de GDPR ocasiona ya a algunas empresas. Tanto que algunas se plantean renunciar al mercado europeo, considerando Europa como un espacio cerrado a las tecnologías disruptivas debido a la regulación.
En un mundo hiperacelerado, todo esto está pasando ya mientras nos sentamos a leer el informe de Mario Draghi. Un trabajo extenso, documentado y no falto de razones que nos impulsan a tomar una decisión valiente, e inaplazable. Colapso europeo o génesis de una nueva competitividad.
Decía el líder italiano que fue su padre quien le enseñó a enfrentarse a la vida. “En una ocasión –recuerda Mario– me habló de un monumento en la plaza de una ciudad alemana. La placa decía, más o menos, así: 'Si has perdido tu dinero, no has perdido nada, porque podrás recuperarlo con el próximo negocio. Si has perdido el honor, has perdido mucho, pero podrás reconquistarlo con un acto heroico. Pero si has perdido la valentía, lo has perdido todo'”.