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Cómo alcanzar la sostenibilidad

La reforma de la globalización y el cambio del sistema productivo hacia la economía circular ofrecen oportunidades de mejoras en el bienestar económico y social.

24 septiembre, 2024 02:30

Con la Agenda 2023, la humanidad se ha marcado objetivos ambiciosos de transformación de la economía, para hacerla más sostenible. Estos objetivos responden a una necesidad existencial para las sociedades humanas, al tiempo que dan respuesta a una toma de conciencia cada vez más amplia de que los recursos naturales son finitos y de que no podemos terminar con todos ellos porque nos cargaremos el planeta.

Conviene, por tanto, identificar los frenos a este importante cambio. En las economías avanzadas como la española, el principal escollo radica en la percepción, cada vez más extendida entre las clases medias, de una sensación de pérdida de bienestar material. En algunos casos, esto provoca el rechazo de las medidas medioambientales, percibidas como una amenaza adicional. Véase el caso de los vehículos eléctricos. 

La clave, sin embargo, está en actuar a la raíz del problema: reafirmar la soberanía nacional para hacer frente a los retos distributivos y de gobernanza planteados por la globalización. Hemos visto ejemplos recientes de reacción contra la hiperglobalización en esa dirección, como la salida de Reino Unido de la Unión Europea o el auge de la extrema derecha a nivel mundial.

A lo largo de las últimas décadas, las economías avanzadas han ido desarrollando estados de bienestar que han garantizado un acomodado nivel de vida para las clases medias y a la vez, estabilidad social interna en esos países. Sin embargo, a medida que la hiperglobalización ha ido avanzando, sus consecuencias distributivas y sociales han empezado a hacer mella en las clases medias, socavando su bienestar. El empleo, tanto su cantidad como su calidad, se ha visto afectado en las economías avanzadas, al tiempo que se iba desarrollando la producción de bienes y servicios en mercados de países en desarrollo, como China o India.

En segundo lugar, no podemos olvidar la situación de los países en desarrollo. No se trata solo de imperativo moral. También, es de nuestro propio interés para frenar una inmigración descontrolada que tiene su principal causa en la pobreza de los países de origen. Los países ricos están interesados en promover políticas de transición ecológica, pero los países pobres consideran que este tipo de políticas perjudican sus propias estrategias de crecimiento.

No podemos olvidar la situación de los países en desarrollo

El cambio climático es una amenaza existencial, pero sin un reparto adecuado de los costes que implica la transición hacia un modelo de crecimiento sostenible y circular entre los diferentes países, será muy difícil de combatir. Esto implica una gran transferencia de recursos -financieros y tecnológicos- del Norte al Sur, para garantizar las inversiones necesarias en adaptación y mitigación del clima en los países pobres del Sur.

Lo mismo ocurre, si queremos reducir la pobreza mundial. Es necesaria la aquiescencia de todos los países, y transferencias de recursos de los países ricos del Norte a los del Sur. Con la globalización, las economías avanzadas han ido abriendo progresivamente sus mercados a las exportaciones de los países más pobres. Ello ha contribuido a una reducción significativa de la pobreza en aquellos países en desarrollo que han aplicado políticas adecuadas.

Finalmente, la sostenibilidad entraña un cambio profundo del sistema productivo. La reducción de la dependencia de las energías fósiles es crucial. La transición es costosa en el corto plazo pero los réditos a largo plazo serán colosales, especialmente para España.

De manera similar, la economía circular es una estrategia imprescindible para la sostenibilidad. El ciclo tradicional de producción y consumo es actualmente cuestionado. Las consecuencias del crecimiento económico impulsado por los combustibles fósiles se han vuelto cada vez más difíciles de ignorar. Necesitamos depender menos de energía fósil y transitar hacia las energías renovables y limpias.

El modelo de crecimiento ha de reemplazarse por otro circular -no lineal- que priorice el reciclaje y la reutilización de los productos, alargando significativamente su ciclo de vida y minimizando el gasto de recursos.  La Tierra tarda casi año y medio en regenerar lo que consumimos anualmente. España recicla apenas el 24% de sus residuos, mientras que en la media europea se recicla el 36%. Queda mucho por hacer, y sectores de actividad del reciclaje y la valorización de residuos tienen un alto potencial de desarrollo.

La sostenibilidad entraña un cambio profundo del sistema productivo

De cara al futuro los retos están servidos: transitar a un modelo sostenible y respetuoso con el medio ambiente, restablecer la clase media y reducir la pobreza en el mundo. Son objetivos alcanzables, aunque no sencillos. Con la robotización y la digitalización, tanto en las economías avanzadas como en las de los países pobres, la gran mayoría de los buenos empleos de clase media del futuro se generarán en el sector servicios, no en la industria manufacturera.

Y el crecimiento económico y la reducción de la pobreza en las economías en desarrollo se verán impulsados principalmente por la creación de empleos más productivos en sus sectores de servicios. El desarrollo de la nueva economía circular también generará empleos de mejor calidad en sectores verdes de alto valor añadido. Esperemos que seamos capaces de aprovechar estas oportunidades haciendo compatible el crecimiento económico, el bienestar social y la lucha contra el cambio climático.

*** Mónica Melle Hernández es profesora de Economía de la UCM.