En 2024 la población española se acerca a los 49 millones de habitantes. De ellos casi 7 millones son de origen extranjero (un 14%). Además, el crecimiento de los nacionales es lento, mientras el de los inmigrantes es explosivo.

Entre el verano de 2021 y el de 2024 ese crecimiento de población de origen extranjero superó los 1,5 millones. Mientras los de origen español crecieron muy poco. Por ejemplo, entre junio de 2022 y junio de 2023 la población creció en 537.611 personas, de ellas de origen extranjero eran 524.087, mientras las de origen nacional 13.524. (menos del 3%); y de estos últimos algunos son hijos de inmigrantes ya nacionalizados.

¿Somos un país de inmigrantes? Aún no, pero vamos camino de serlo.

Por eso no es de extrañar que la primera de las preocupaciones de los españoles, según el CIS, sea la inmigración. Seguida de la situación política.

La inmigración no es mala. Por ejemplo, desde el punto de vista de la economía.

¿Somos un país de inmigrantes? Aún no, pero vamos camino de serlo

El lunes 7 de octubre en una conferencia los profesores Hernandez de Cos y Toribio achacaron, entre otras cosas, a ese millón de nuevos habitantes extranjeros parte del crecimiento del PIB español. Cerca de un 3% para 2024 el mayor de los de la zona euro con mucho.

Los inmigrantes en su inmensa mayoría vienen a trabajar. Por tanto, facilitan la producción y al ofrecer sus servicios contienen las subidas salariales. Hacen más rentables y productivas las empresas y presionan menos los costes. Por tanto, también ayudan a contener la inflación. Además, consumen, con lo que aportan crecimiento. 

Suelen ser personas con inquietudes y deseos de progresar, por eso abandonan la seguridad de sus hogares. Puede que algunos no tengan una gran preparación, otros si la tienen, pero ganas no les falta.

¿Entonces, por qué es una preocupación para los españoles?

Porque el problema no es la inmigración sino como se encauza su potencial.

El problema no es la inmigración sino como se encauza su potencial

Los españoles no temen a la inmigración, temen a los efectos de una mala gestión de la misma. Temen a la falta de integración de los inmigrantes; a que por ser sometidos a una exclusión social se puedan producir efectos indeseados.

Por eso el presidente Sánchez, presionado por la opinión pública, ha respondido anunciando un “plan de integración”. Plan que básicamente consiste en agilizar los trámites de reconocimiento del estatus de residente y luego la nacionalidad.

Eso puede que sea necesario, pero no es suficiente. La inmigración tiene que ser controlada y regulada. Lo que exige: sistemas de acogida; acuerdos con los países de origen; reprimir las mafias que se aprovechan de la necesidad; procesos de formación y asimilación cultural e intercultural, …

Es un Plan de Estado, como lo deben ser la educación, la defensa o la política exterior, … Gobierno y oposición mayoritaria deben pactarlo para que sea consistente, sólido y duradero.

Sin embargo, no es lo que estamos palpando en la actualidad. Seguramente tienen razón PP y PSOE al quejarse uno del otro y viceversa. Pero, es fundamentalmente la actual composición de los apoyos parlamentarios del gobierno impide un diálogo sincero entre ambos. El Sr. Sanchez siempre está mirando de reojo a cada uno de sus apoyos y es prisionero de ellos. Podría estar a punto de firmar algo y volverse atrás ante un aviso de Bildu o Junts, o Sumar, o Podemos o … Es esclavo de sus circunstancias parlamentarias.  

Un gobierno que no puede sacar adelante ni sus presupuestos, tampoco puede hacer “Pactos de Estado” creíbles. En realidad, en una democracia parlamentaria seria no es un gobierno, es un simulacro de gobierno.

Por eso no puede firmar ningún pacto. Su interés no es el bien del país, sino permanecer en el poder a costa de lo que sea. Aunque no haya presupuesto y no se pueda firmar ningún Pacto de Estado como el de la inmigración. Por muy necesario que sea para el futuro del país.  

Por tanto, es responsabilidad del presidente disolver las Cortes Generales por el bien del país, también en inmigración. Claro está, que no parece que esté por la labor, … 

** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.