“My love is rotten to the core” David Lee Roth.

El plan económico enviado por el ejecutivo de Sánchez a Bruselas es un ejercicio de propaganda y de voluntarismo que acelera la senda de endeudamiento y expolio iniciada en 2018.

Lo peor del plan enviado por Sánchez a Bruselas no es que sea optimista y que aumente dramáticamente los desequilibrios estatales, sino que Bruselas se lo trague. El gran problema de España no es que el Gobierno de Sánchez quiera expoliarnos a impuestos y disparar el gasto y deuda públicos. Eso se descuenta con este gobierno. El verdadero problema es que la Comisión Europea ha abandonado sus funciones y permite que semejante tropelía se lleve a cabo. Luego, no lo duden, exigirán al próximo gobierno, si es del PP, los recortes y ajustes que nuestro gobierno actual se ha negado a llevar a cabo.

Es especialmente bochornoso que se permita que un gobierno fíe toda la consolidación fiscal al avance del PIB nominal. Es decir, el Gobierno no va a reducir un solo euro de gasto ni de exceso fiscal, y espera que el PIB inflado con dicho gasto público y la inflación le permitan alcanzar una reducción de déficit que es, para cualquier analista, insuficiente.

El Gobierno considera que está haciendo los deberes asumiendo que los ingresos fiscales, extraordinarios extraídos a la clase media aprovechando la inflación, van a continuar expandiéndose, y promete más impuestos con un plan que imposibilita al próximo gobierno reducir la carga impositiva.

Es profundamente obsceno que el Gobierno presente un plan donde el déficit estructural no solo no se va a reducir, sino que aumenta, y deja todo el ajuste para la parte final de su programa de siete años, es decir, cuando gobierno otro. Y Bruselas va a permitir este atropello.

Es profundamente obsceno que el Gobierno presente un plan donde el déficit estructural no solo no se va a reducir, sino que aumenta

Sánchez y Cuerpo siguen la misma estrategia que Fernández y Massa en Argentina. Dejar una bomba de relojería de deuda y déficit al siguiente inquilino de la Moncloa con el objetivo de que tenga que tragarse el agujero y le echen la culpa de los recortes y, en el improbable caso de que gane Sánchez de nuevo, se acuda a la extorsión fiscal como arma para pedir más tiempo a Bruselas cuando salte el desastre acumulado.

Que los comisarios de Bruselas acepten como normal que los ingresos extraordinarios generados por la inflación se van a consolidar y aumentar será, si lo aprueban, un ejercicio de irresponsabilidad y dejación de funciones. Pero lo harán.

Que los comisarios de Bruselas acepten como normal un aumento de gasto público anual que triplica la recomendación de Bruselas solo porque el ejecutivo infla la estimación de PIB nominal es una vergüenza.

Que en Bruselas se apruebe una presentación donde el ejecutivo usa las cifras cortando 2020 y 2019 como si no existieran será una vergüenza.

Yo recuerdo perfectamente en 2007 cuando el Gobierno nos decía que España estaba en la Champions League, Bruselas miraba a otro lado, y se decía que países como Grecia y España eran ejemplos de crecimiento.

Sánchez y Cuerpo siguen la misma estrategia que Fernández y Massa en Argentina

Sánchez está haciendo exactamente lo mismo que hizo el partido socialista griego antes del colapso de la economía griega. Disparar el gasto público corriente, el gasto inútil y los desequilibrios fiscales para contentar a sus socios, ya que la coalición que le sostiene solo tiene un elemento adhesivo: gastar mucho más y siempre. Adicionalmente, Sánchez hace lo mismos que los socialistas griegos en su momento, disparando el empleo público para disfrazar el desastre de empleo real, de paro efectivo y de productividad.

Finalmente, Sánchez, que ha multiplicado la deuda pública aumentándola en 380.000 millones de euros, se esconde tras el concepto de “deuda según el protocolo de déficit excesivo”, que es significativamente menor que los pasivos totales emitidos, que ya superan los 2 billones de euros, para presentar unas cifras de reducción de endeudamiento falsas que necesitan de un PIB inflado retroactivamente y una inflación persistente.

La historia de España desde 2018 es la de seis años perdidos. La inversión extranjera cae, tenemos 35.000 empresas cotizando menos, el número de parados reales supera los 3,2 millones, la deuda total emitida supera los 2 billones… y Bruselas silbando porque, como los problemas de Francia también son elevados, hay que dejar que España vaya camino a la ruina y no decir nada.

Este es el gran problema de Europa y de España. Esa Unión Europea que nos protegía de las veleidades autocráticas de los gobiernos no hace nada. Esa Unión Europea que velaba por la responsabilidad fiscal prefiere dejar que los estados sigan expoliando a sus ciudadanos con tal de ver un poco de PIB nominal en la cifra anual, aunque ese PIB venga inflado retroactivamente y de disparar el gasto público y despilfarrar los Fondos Next Generation.

Un gobierno que ha disfrazado el PIB con un aumento de más del 12% del gasto público, que ha despilfarrado el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia y además no rinde cuentas sobre el destino detallado de los fondos europeos no debería recibir el apoyo a un plan que fía toda la consolidación fiscal al expolio fiscal a sus ciudadanos y a un crecimiento nominal que implica mayor desequilibrio económico e inflación persistente.

Cuando se disipe el efecto placebo de los fondos Next Generation, de los ingresos fiscales extraordinarios por la inflación y del crecimiento del PIB por turismo y gasto político, dejarán un agujero fiscal anual de más de 50.000 millones que va a costar mucho embridar. Entonces, no lo duden, Bruselas se despertará y exigirá al partido en el gobierno más impuestos. Si el PP acepta esa trampa, perecerá. 

El Partido Popular debe reconocer todo lo que muchos economistas han alertado de este plan, denunciarlo en Bruselas y presentar un plan alternativo serio que reduzca gastos e impuestos. Como vuelva a caer en el gradualismo, le echarán la culpa del efecto resaca tras el dopaje falso de estos años, y además perderá las elecciones aunque gobierne.