El movimiento reciente del dólar, después de alcanzar su mayor ganancia mensual en más de dos años, ha venido impulsado, además de por la sólida marcha de la economía norteamericana, por la confianza en una victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de mañana.
Medido el dólar frente a una cesta de otras seis monedas, incluidos el euro, la libra y el yen japonés, subió un 3,2% en octubre, su mejor mes desde abril de 2022.
Detrás de esta solidez se encuentran los muy buenos datos de empleo recientes, que rebajan la tensión del verano, cuando precisamente avanzaban un posible deterioro económico, y un elevado gasto del consumo privado, todo ello en ausencia de presiones inflacionistas. En definitiva, un sólido panorama económico en el que los agregados más relevantes ahondan la idea de que la economía de Estados Unidos no se está desacelerando.
A este contexto hay que añadir el hecho diferencial que suponen las elecciones en dicho país. Es cierto que las últimas encuestas sitúan a Trump y a la candidata demócrata, Kamala Harris, prácticamente empatados, pero también lo es que la gran mayoría de bancos de inversión, aunque no lo digan públicamente, se decantan por un
triunfo de Trump.
Una posible lectura, por simplista que pueda resultar, pero totalmente plausible, es que el sector conservador que representa al sector financiero en sentido amplio prefiera "lo malo conocido que lo malo por conocer".
Con Trump en la Casa Blanca dos medidas casi inmediatas pasan por la imposición de aranceles y por una rebaja de impuestos, medidas ambas de corte inflacionista
Sabemos que con Trump en la Casa Blanca dos medidas casi inmediatas pasan por la imposición de aranceles y los obstáculos a los intercambios de tecnología y conocimiento, que en sí mismo también son restricciones al comercio, y por una rebaja de impuestos, medidas ambas de corte inflacionista.
Esto está llevando a que se abra un discurso paralelo sobre las posibles decisiones de la Fed en materia de política monetaria. Si se atisba un escenario de presiones inflacionarias con un mercado laboral que, de nuevo, da sensación de inusual fortaleza pese a lo avanzado del ciclo, es también posible que la Fed levante el pie del acelerador.
Eso explica, en parte, la revaluación del dólar y de manera más débil el repunte en las tires de la deuda del estado si pensamos en una eventual vuelta a un escenario de repunte de inflación.
Recordemos que esta misma semana, con el candidato ya transformado en presidente de facto, se reúne la Fed y que para esa reunión se espera un recorte de 25 puntos básicos que hay que ubicar en este potencial escenario.
Las cosas, como siempre sucede, se complican de forma imprevista y eso se aprecia en el retroceso de la renta variable, que, es posible, esté poniendo precio a la disyuntiva entre el robusto ciclo en Estados Unidos y el débil -y muy preocupante- ciclo en Europa.