El 12 de diciembre de 1946, las potencias ganadoras de la II Guerra Mundial promovieron una resolución de la recién creada ONU vedando al Régimen de Franco el acceso a todos los organismos nacionales y recomendando la retirada de embajadores en España. El gran Agustín de Foxá recibió esa noticia con una de sus memorables frases: Menudas patadas le han dado a Franco en nuestro trasero. Algo parecido en versión 2.0 tiene muchas posibilidades de ocurrirle al Gobierno social comunista con la llegada de la Administración Republicana a La Casa Blanca.

El Gabinete Sánchez ha realizado tres iniciativas que afectan de manera directa a los intereses y a la doctrina de seguridad y defensa de los EE. UU.: el soporte a Irán y sus aliados en su conflicto con Israel; el apoyo a todos los regímenes dictatoriales de izquierdas en Hispanoamérica y el grotesco y megalómano viaje del Secretario General del PSOE a China, el principal enemigo de América en esta hora, ofreciéndose a ser el lobista de Xi Jinping en Europa.

Estas tres intrépidas actuaciones han traspasado todas las líneas rojas de la prudencia, no tienen nada que ver con los intereses nacionales y pasarán una elevada factura económica a España y a sus empresas.

En estos momentos, guste o no, el Gabinete Sánchez se visualiza desde el equipo del presidente electo, Donald Trump, como un aliado infiable, por no decir enemigo de los EE. UU. o, para ser preciso, amigo de sus rivales. En un escenario geopolítico como el actual, esto va a tener consecuencias muy negativas para las relaciones comerciales USA-España y, por supuesto, para la posición de las empresas españolas en América.

La frivolidad irresponsable de la coalición gubernamental tendrá un alto coste. Para entender esta afirmación es básico exponer algunos datos.

"El Gabinete Sánchez se visualiza desde el equipo del presidente electo, Donald Trump, como un aliado infiable, por no decir enemigo de los EE. UU."

En 2023, EE. UU. fue el 6º cliente para las exportaciones españolas (18.952 millones euros) y el 5º proveedor mundial (28.267 millones de euros) y el comercio bilateral de servicios alcanzó cifras históricas, anotando 22.658 millones de euros. España exportó por valor de 15.440 millones de euros e importó por valor de 7.2018 millones de euros, anotando un superávit de 8.222 millones de euros.

América es también el principal destino de las inversiones españolas en el exterior tanto en términos de stock, unos 82.000 millones de euros, como de flujo, el 31% del total de la IDE española el pasado ejercicio.

Por su parte, EE. UU. es el primer inversor extranjero en España en términos de stock, con 106.950 millones de euros (19,3% del total) y, en términos de flujos, entraron en España procedentes de USA 8.146 millones de euros en 2023. La cifra de negocios generada por dichas inversiones es de unos 127.000 millones de euros y proporcionan empleo a 272.183 personas.

Para una economía mediana, estas magnitudes no son nada despreciables y, por tanto, cualquier Gobierno son un mínimo de sensatez, sería prudente. Este no ha sido el caso y la pregunta es ¿qué va a pasar?

De entrada, la política comercial de Trump estará guiada por la bilateralidad. Si bien ha planteado un arancel general del 15-18% para las importaciones procedentes de terceros países, su aplicación será selectiva y no será la misma para los países amigos que para los que no lo son, y España no lo es.

En este escenario, lo esperable es que los aranceles para las exportaciones españolas a USA se sitúen en el rango alto de esa horquilla, lo que restaría aproximadamente un 1 por 100 al crecimiento del PIB.

"Si bien ha planteado un arancel general del 15-18% para las importaciones procedentes de terceros países, su aplicación será selectiva y no será la misma para los países amigos que para los que no lo son, y España no lo es"

Por lo que respecta a las compañías nacionales con operaciones en EE. UU. es impensable que puedan expandirse en el sector energético, en los relacionados con las nuevas tecnologías, en las infraestructuras, en cualquiera relacionado con la defensa etc. etc. etc. y, obviamente, les estará vedada cualquier opción de entrar en actividades en las cuales la Administración norteamericana tenga algo que decir.

Esto afectará de manera directa y negativa a muchas empresas cuya ventaja competitiva se ubica en los segmentos del mercado descritos. Pero ahí tampoco termina la historia.

"A esta preocupante situación ha conducido la acción del Gobierno social-comunista e invertirla será una tarea muy difícil"

La política energética de la nueva Administración republicana será una impugnación radical de la desplegada por Biden. El trato preferencial dado a las renovables será eliminado y ello implicará un serio quebranto para la estrategia y la cuenta de resultados de las corporaciones patrias cuya apuesta de negocio en América está centrada en esas fuentes de energía.

Aquí, la principal perjudicada será de lejos Iberdrola, cuya expansión en USA ya se vio muy dañada por el fracaso de su operación en Nuevo Méjico. En este contexto, las afirmaciones realizadas por el Presidente de alguna gran empresa patria, la victoria de Trump no nos afecta, es una broma.

A esta preocupante situación ha conducido la acción del Gobierno social-comunista e invertirla será una tarea muy difícil cuanto no imposible. Los encantos del César Patrio no serán suficientes para obtener la confianza norteamericana y, menos, con el Presidente Trump. Ni siquiera emprender el camino de Canosa servirá para cambiar la percepción de Washington sobre la tropa gobernante.

Eso sí, la izquierda patria puede enarbolar la bandera de su negativa a ponerse de rodillas ante el imperialismo norteamericano. Y ahí los socios comunistas de Sánchez tienen una oportunidad gloriosa.