Llegó Trump. No tan de sorpresa como algunos dicen. A tiro pasado podemos afirmar que el empate augurado en la campaña por los medios de comunicación europeos partidarios de Kamala ya anunciaban que ganaría. Si ellos decían empate, es que Trump iba por delante. Algo que hay que tener en cuenta en próximas elecciones. La derecha radical estará infra-representada en las encuestas.
Pero lo importante ahora es sacar consecuencias del resultado. De las consecuencias políticas hay muchos comentarios. De las económicas también. Sin embargo, la mayoría de estas últimas son desde el punto de vista pesimista. Son: el aumento de los aranceles; el proteccionismo; la repercusión en la reducción del comercio mundial; el descenso de las exportaciones europeas y chinas al gran mercado americano…
Llorar sobre las lágrimas derramadas no conduce a nada. Lo importante es saber cómo aprovechar la nueva situación. A eso voy a dedicar este artículo.
Los europeos van a tener que aumentar sus gastos en defensa. De manera que sus Estados tendrán que comprar materiales y equipamiento militar de las empresas que los producen. La industria de la defensa y sus proveedores aumentarán sus ventas. Invertir en ella es una de las opciones a medio plazo. Los europeos han aprendido aquello de los romanos: "si quieres la paz, prepara la guerra". Mercedes, BMW, Volkswagen… Las poderosas automovilistas alemanas, y las de otros países, deben pensar en como producir material móvil bélico.
Hubo una época, no hace mucho, que invertir en armamento o similares parecía poco ético. Una ingenuidad de la "izquierda del pensamiento políticamente correcto". Pero los hechos son tozudos. Olvidarse de la realidad conduce a la indefensión. La leyenda cristiana del pecado original ha demostrado ser más sólida que la utopía "angelista" del "to er mundo e bueno".
"Los europeos van a tener que aumentar sus gastos en defensa"
Aunque parezca mentira, uno de los grandes problemas de USA es que sus infraestructuras están obsoletas. Necesitan mejorar sus carreteras, los suministros de agua, electricidad, trenes, … Aquellas empresas que sean capaces de hacerlo tendrán oportunidades en ese inmenso mercado. De las herencias que Trump va a recibir de Biden, una de ellas es el conjunto de leyes que apoyan estos proyectos.
Algunas empresas españolas están especialmente dotadas para responder a ese reto. Invertir en ellas no sería una mala idea. Además, si EE. UU. absorbe el potencial de muchas de ellas, el resto del mundo necesitará "pagarles" para que vayan a resolver sus necesidades. El sector de infraestructuras, consultoría de ingeniería, concesiones… Es uno de los que en los años de Trump y sucesivos tiene una oportunidad.
"Aunque parezca mentira, uno de los grandes problemas de USA es que sus infraestructuras están obsoletas"
Sin embargo, hay que tener cuidado dentro de él. Aunque la preocupación por el "cambio climático" no va a desaparecer, no será una de las prioridades de la nueva administración estadounidense. La agenda 2030 puede sufrir un frenazo. En EE. UU. y, en consecuencia, en el resto del mundo, las energías alternativas a las fósiles puede que no sean tan rentables como se esperaba.
La razón es que Trump pretende aumentar la producción de petróleo y conseguir que su país sea un gran exportador de crudo. Por eso el precio internacional del barril se contendrá. La energía alternativa tendrá que competir con la fósil. Todo lo referente al 2030 en el campo energético ha cambiado su panorama.
"En EE. UU. y, en consecuencia, en el resto del mundo, las energías alternativas a las fósiles puede que no sean tan rentables como se esperaba"
Ahora que parece que hay dinero en el mercado bursátil, no hay que olvidarse que las empresas de infraestructuras necesitan más capital que deuda. Sus inversiones son a largo plazo. Habrá oportunidades. De hecho, ya las hay.
Con Trump, como con cualquier otro cambio, siempre habrá unos que serán capaces de aprovechar la situación. Pero no se trata solo del inversor particular. Los Estados también deben ver como hacerlo y ayudar a sus empresas a ello.
A Trump le gusta más el bilateralismo, nación a nación, más que él multiralismo. Así que dependerá de nuestra capacidad de "diplomacia económica" saber aprovechar la oportunidad. El problema es que, a pesar de que la "tesis doctoral" de Sánchez es sobre ello, hasta ahora con EE. UU. no lo hemos hecho demasiado bien. Habría que aprender de los italianos. Empiecen donde empiecen en cada conflicto (bélico, social, económico…) siempre acaban con el vencedor. Como Meloni con Trump.