Cuando, desde estas mismas páginas dije que no era descartable que ganara Trump, y que, de hecho, era muy probable, me acusaron estar fuera de la realidad y hacer política ficción. Visto el resultado, voy a doblar la apuesta, imaginando cómo se desarrollará su presidencia y cómo afectará a los mercados.
En el fondo, no es tan difícil. Primero, porque ya vimos funcionar a Trump a lo largo de su primer mandato y, segundo, porque tenemos precedentes de cómo ha funcionado a lo largo de la historia una política económica similar.
La política económica que propone Trump es clavada a la de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. De hecho, fue Reagan quien, por ejemplo, obligó a los fabricantes de coches japoneses a fabricar en Estados Unidos si no querían pagar tarifas. Y lo hicieron. Vaya si lo hicieron.
La política económica que propone Trump es clavada a la de Ronald Reagan y Margaret Thatcher
En términos generales, las políticas económicas de Reagan y Thatcher se basaron en desatar los animal spirits económicos del individuo. Cuando hablamos de “espíritu animal” en economía, hablamos del deseo y la capacidad que tienen las personas de progresar económicamente. Pero —y esto no lo decían ellos—, también hablamos de las consecuencias negativas de desatar ese espíritu animal. En la sociedad, en la economía y en las bolsas.
Empecemos por las positivas. Con Trump veremos cómo renacen las empresas estadounidenses en general y no sólo progresan las grandes firmas tecnológicas. El partido demócrata se había convertido en el partido de las élites, también de las empresariales. Había abandonado a las pequeñas empresas, asfixiadas por el incremento de costes y regulaciones.
Y esta es una crítica que hacen no sólo los republicanos, también la hacen miembros del partido demócrata. Gente tan importante como Bernie Sanders va incluso más lejos y dicen que el partido demócrata ha abandonado a las clases trabajadoras.
La llegada de Donald Trump va a revitalizar el tejido empresarial estadounidense en su conjunto y el ya por sí elevado espíritu emprendedor e innovador del país. El contraste con una Europa asfixiada por la burocracia, las regulaciones infinitas y los impuestos, va a resultar cada día más patente. Y tendrá consecuencias bursátiles.
La llegada de Donald Trump va a revitalizar el tejido empresarial estadounidense en su conjunto
Dicen que la historia no se repite, pero que rima. Yo creo que vamos a ver cierto parecido entre los yuppies de los 80 y la nueva actitud de la juventud —y no tan juventud— estadounidense.
Los medios nos muestran una generación Z totalmente woke, pero los datos son que el voto a Trump ha aumentado significativamente no solo entre las clases trabajadoras, sino también entre los jóvenes. Y ya sabemos los bandazos que pueden dar los estadounidenses, que un día son puritanos y otro día se sienten no binarios.
Vayamos ahora a las consecuencias negativas. La primera se vivió especialmente con Thatcher, y algo menos con Reagan, y fue el aumento de la desigualdad social. El ser humano es como es y no todos son listos o especialmente trabajadores o innovadores. Si a los fuertes les pones las cosas fáciles, los fuertes son cada vez más fuertes y los débiles cada vez más débiles. Es el tipo de cosas que sí que hemos aprendido en Europa, aunque desgraciadamente nos hemos ido al otro extremo.
A nivel bursátil, y si la historia rima, la bolsa estadounidense será alcista durante el tiempo en la que vaya mejorando la situación empresarial y económica de los estadounidenses, aunque habrá grandes diferencias sectoriales.
La bolsa estadounidense será alcista durante el tiempo en la que vaya mejorando la situación empresarial y económica
La mala noticia es que este tipo de políticas económicas acaban llevando a un recalentamiento de la economía y de la actividad financiera, como el que vimos a finales de los años 80, que acabó generando el crash del 87. Pero, entiéndanme: hasta entonces, hay que aprovecharlo.
Y lo dije cuando preparaba a los lectores para la victoria de Trump: traerá mucha volatilidad. No sabemos si habrá madurado y su forma de negociar habrá dejado de generar el caos, ya sea con China, Corea o la Unión Europea, aunque hay cosas en las que es difícil que la gente cambie.
Pero, ya que hoy estamos con política ficción, les diré que tengo la teoría de que haber sufrido un atentado y haberse quedado a una micra de morir, además de haber gobernado el mundo durante cuatro años, debe generar madurez hasta en Donald Trump. Nosotros, por si acaso, nos preparamos para que nuestros clientes en lugar de sufrir esa volatilidad la puedan rentabilizar.
Lo peor de todo es el tema de la deuda. Cuando Trump llegó al poder, el nivel de deuda en Estados Unidos era razonable. Luego, él mismo lo disparó, aunque hay que admitir que en gran parte fue porque le pilló la Covid. La decisión de parar la economía y confinar a la gente disparó la masa monetaria. Había que sustituir sueldos y actividad económica por dinero de los bancos centrales. Y eso lo hicieron gobiernos de todos los colores.
El recalentamiento económico coincidirá con un nivel de deuda inasumible por los mercados
Luego llegó Biden y mostró una alegría desconocida a la hora de gastar. Y parece difícil que Trump vaya a ser el presidente que controle el gasto, con lo cual habrá un momento en que se junten el hambre con las ganas de comer.
El recalentamiento económico coincidirá con un nivel de deuda inasumible por los mercados. Será entonces cuando se producirá esa crisis que anuncian todos los días algunos para llamar la atención y ganar seguidores. Pero de eso hablaremos en otra ocasión, ya que se nos acaba el espacio disponible.
***Víctor Alvargonzález es socio fundador de la empresa de asesoramiento financiero independiente Nextep Finance.