La amenaza nuclear rusa no tensiona las primas de riesgo ni pone nerviosos a los inversores
En la compleja dinámica de la geopolítica contemporánea, pocas amenazas generan un impacto tan profundo como la amenaza de una escalada nuclear. La mera posibilidad de que un país lance su arsenal atómico introduce un riesgo multifacético con consecuencias económicas que se propagan a través de los sistemas globales. Para comprender la magnitud de esta amenaza es fundamental analizar sus fundamentos dentro de la teoría geopolítica considerando al mismo tiempo sus ramificaciones en los mercados mundiales.
El decreto firmado la semana pasada por Putin, en respuesta al uso de Ucrania de armamento de largo alcance, mediante el cual Rusia se reserva el uso de armas nucleares eleva sin duda el tono de habituales amenazas cruzadas. Sin embargo, esto no ha calado en la marcha de los mercados ni se ha trasladado a los precios de los activos de riesgo, lo que contradice la teoría que señala la geopolítica ahora mismo como el principal factor de riesgo.
¿Es realmente la geopolítica el elemento principal de riesgo para 2025?
Como señalo, los conflictos bélicos no dejan de ser una parte de la narrativa que usan los bancos de inversión para señalar lo que puede salir mal en su estrategia de corto plazo. Es evidente que no se puede hablar de un escenario plausible sin considerar todos los riesgos, y el de una escalada bélica tiene que ser necesariamente tenido en cuenta.
Luego está la realidad y lo que ocurre con los precios de los activos. Bajo mi punto de vista, no hay evidencia empírica que demuestre que un conflicto bélico impacta mínimamente a medio plazo en los mercados.
La mera posibilidad de que un país lance su arsenal atómico introduce un riesgo multifacético con consecuencias económicas que se propagan a través de los sistemas globales
Si tomamos como referencia Estados Unidos, es cierto que la prima de riesgo actual aumenta, pero lo hace a medida que los rendimientos de las bolsas siguen ampliando su diferencial con los bonos del gobierno de largo plazo. Y esto sabemos que se explica por la situación macroeconómica (crecimiento, empleo e inflación) y microeconómica (beneficios empresariales), no por las tensiones bélicas.
Si pensamos que las primas de riesgo recogen otros factores de forma implícita, no se explicaría el hecho de que las primas se hayan movido al alza desde principios de año mientras que los índices de materias primas y energía hayan mostrado algo de correlación inversa en las últimas semanas más como consecuencia de las caídas del oro (o deberíamos decir de la revalorización del dólar) y por la presión que tiene el crudo con el nuevo escenario potencial de oferta que se abre con la llegada de Trump.
La amenaza de un lanzamiento nuclear no puede ser entendida únicamente desde un prisma militar. Su impacto en los mercados globales y en la estabilidad económica mundial debería convertirla en una preocupación crítica tanto para los formuladores de políticas como para los actores del mercado.
En un mundo cada vez más interconectado, donde la percepción del riesgo puede desatar crisis económicas a gran escala, es esencial abordar las amenazas nucleares con un análisis más crítico sobre los movimientos de los activos de riesgo. Esto no puede excluirse de la narrativa actual, pero es evidente que choca con unas bolsas en máximos y una baja percepción de riesgo real por parte de los inversores.