Toda la historia sobre Doña Manolita y la Lotería de Navidad
- "He vendido el alma al diablo, y que por eso me colma de fortuna aquí en la tierra" dijo Manolita en una entrevista en 1930.
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La Lotería es una de las mayores tradicionales de la Navidad en España. Y de entre todos los lugares para comprar lotería, hay uno que destaca: Doña Manolita, un lugar icónico de Madrid, que se ha convertido para muchos en el templo de la buena suerte. Si pasas por delante de esta administración de lotería, siempre encontrarás cola, sobre todo, si se acercan las fechas indicadas.
Todo el mundo quiere a Manolita, e incluso han proliferado vendedores 'alternativos' de décimos de la administración que intentan recoger algún que otro cliente que quiere saltarse la cola.
La historia sobre Doña Manolita
Doña Manolita lleva la friolera de 114 años repartiendo suerte. "Vendiendo sueños desde 1904. La más afamada Lotería de España", reza su eslogan. Y es que la administración de la calle del Carmen ha repartido casi 80 'Gordos' en toda su historia.
Pero Doña Manolita no siempre ha estado ahí: su primer local abrió en la calle San Bernardo. Manuela de Pablo (n. 1879) tenía 25 años cuando abrió la administración número 5 en España.
Después, en 1931, se mudó al número 31 de Gran Vía para acabar en su lugar actual en 2011. Fue 20 años después cuando su fundadora falleció con 72 años. Pero el negocio continuó.
La razón de la suerte de Doña Manolita
Manolita le contaba lo siguiente a un reportero del diario Crónica en 1930: "He vendido el alma al diablo, y por eso me colma de fortuna aquí en la tierra, a cambio de hacérmelas pagar todas juntas el día que estire la pata".
La lotera más famosa de España explicaba en esa misma conversación la razón de su suerte: "Pues escuche usted ahora el verdadero secreto de mi buena mano. El año 1926, harta de que no correspondiese jamás a esta administración un premio que valiese la pena, hice cuatro viajes a Zaragoza".
"En los cuatro tuve la suerte -explicaba Manolita- de ver a la Pilarica con su manto rojo, que es signo infalible de fortuna". Así, pidió unos números "que se me ocurrieron sin saber por qué, los vendí en mi casa y el premio gordo de Navidad fue conmigo aquel año". Y así comenzó su racha de buena suerte.
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