A las oleadas de calor que se han ido sucediendo a lo largo del verano se le suman otros factores. Madrid, que ha llegado a superar los 40 grados centígrados, es una caldera que concentra la asfixia de esta estación. En algunos puntos, la situación es insoportable.
Como se ha comprobado en otras ciudades, la ausencia de vegetación implica un incremento de temperatura. Y en Madrid justo se han hecho populares las quejas por la supresión de árboles en algunas zonas tan multitudinarias como la Puerta del Sol o en áreas más naturales como Madrid Río.
Según un estudio reciente, Madrid es un ejemplo de "isla de calor urbana". La metrópoli es azotada por ese termómetro diabólico que marca récords a menudo. Recorrerla a determinadas horas estos días es lo más parecido al infierno y raro es que alguna conversación no gire en torno al asunto, que se amplía con el tema genérico que es el cambio climático.
Pero hay un lugar de la ciudad que registra hasta 8,5 puntos más de temperatura que en las afueras de la capital. Según el estudio 'Urban Heat Snapshot', realizado por la consultora Arup, es la plaza Juan Pujol, un rincón de Malasaña con un parque infantil y apenas un par de árboles que en otros meses invita al paseo y en verano se convierte en el averno.
Tal y como indica el estudio, este punto es el más cálido porque su perímetro tiene más del 90% de superficies duras que absorben y retienen el calor. Por el contrario, posee muy poca superficie verde (3% de vegetación). Como reverso está la Casa de Campo, con una superficie de 1722,6 hectáreas de zona verde situada en el suroeste de la capital: es un parque forestal con lago y miles de plantas.
[El árbol más antiguo de Madrid es una especie exótica y seguro que has pasado por delante de él]
La diferencia de temperaturas entre estos dos puntos es de 8,5 puntos y posiciona a Madrid como la ciudad que experimenta la mayor diferencia térmica entre el centro urbano y los alrededores. Se la ha comparado con otras cinco urbes más: El Cairo, Londres, Nueva York, Los Ángeles y Bombai.
Para realizar este análisis de temperaturas, se utilizaron imágenes recogidas por satélite de una extensión de 150 kilómetros cuadrados de estas seis metrópolis. En el caso de Bombay, por ejemplo, se refleja una diferencia de siete grados centígrados entre el interior urbano y el exterior, convirtiéndose así en la segunda ciudad en el ranking de las urbes con mayor efecto de 'isla de calor'.
Por otro lado, casos como Nueva York o Londres registran picos de hasta 4,5 grados más. Este estudio pone de manifiesto cómo el diseño urbano de las ciudades es un factor fundamental a la hora de crear este efecto 'isla de calor'. La composición de las calles y edificios o los espacios verdes de las ciudades son, por tanto, dos elementos esenciales para explicar la diferencia de temperaturas: el uso de materiales oscuros y poco porosos como el hormigón, el asfalto y el acero remiten el calor absorbido, lo que contribuye a formar el efecto isla de calor.
Así, en la mayoría de las ciudades estudiadas, las zonas más calurosas tenían menos de un 6% de vegetación, comparado con el 70% en las más frescas, frecuentemente en parques. En Madrid hay, no obstante, un pero: el estudio se realizó con ayuda de inteligencia artificial antes de la nueva Puerta de Sol. Este núcleo remodelado podría convertirse en la localización candidata a ser la próxima más calurosa de la ciudad, tal y como ya aventuran algunos, que en protesta por la eliminación de árboles la han denominado "la puerta del melanoma".