Paseo del Prado de Madrid, a la altura del Museo Thyssen-Bornemisza.

Paseo del Prado de Madrid, a la altura del Museo Thyssen-Bornemisza. Mariscal EFE

Madrid Total LA TRIBUNA

Los árboles impiden ver el mejor Madrid

A diferencia de otras capitales europeas, en Madrid es difícil admirar desde el exterior algunos de sus edificios históricos más notables porque los árboles están mal colocados.

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En el documental que ha dedicado recientemente la serie Imprescindibles de TVE a Rafael Moneo, dice el gran arquitecto que el Museo del Prado es el edificio neoclásico más importante de Europa. Se refiere a la fachada principal, paralela al Paseo que lleva su nombre. Es obra de Juan de Villanueva, que la dotó de una elegancia exquisita y europea.

Sin embargo, la vista que habitualmente se ofrece del museo no es ésta, sino la de la fachada norte, donde hay unas escaleras poco acordes con las finas líneas del edificio, que fueron construidas cuando se rebajó el nivel natural del terreno para acceder a la planta noble del Prado.

La razón por la que los viandantes no pueden ver y, sobre todo, disfrutar, de la magnífica fachada principal del Museo del Prado es sencilla: lo impiden los árboles que hay en la acera del paseo. Únicamente he encontrado una fotografía (tomada desde arriba) en la que se ve la parte superior de la fachada, pero no su parte inferior, ya que está tapada por los árboles.

Fachada de la Biblioteca Nacional.

Fachada de la Biblioteca Nacional.

Decir esto hoy puede parecer políticamente incorrecto, pero no siempre los árboles están plantados en el sitio adecuado. Un viajero que entra al centro de Madrid por el Paseo del Prado no se da cuenta de que pasa delante de este museo universalmente conocido.

Esta circunstancia tan concreta se reproduce unos metros más adelante, en la Plaza de la Lealtad. Un lugar adornado con un bellísimo jardín repleto de árboles, rodeado por una verja metálica que normalmente está cerrada.

Dentro, en el centro, se encuentra un monumento culminado por un obelisco, erigido en honor de los héroes del 2 de Mayo y que tiene delante una llama encendida en recuerdo de los soldados caídos por España.

Esta plaza es uno de los rincones más bonitos de Madrid, con un monumento y unos jardines de gran sabor romántico, pero los árboles del paseo, igual que sucede con el Prado, no dejan ver bien el jardín y el obelisco central.

Además, en la misma Plaza de la Lealtad está –tras el jardín– otra arquitectura importante: el edificio de la Bolsa de Comercio. Con su fachada de grandes columnas, que apenas se entrevé… porque está tapada por los mismos árboles del paseo.

En la acera de enfrente, encontramos también otro caso de belleza extraviada por falta de visibilidad: la Fuente de las Cuatro Estaciones, que fue diseñada por Ventura Rodríguez para situarse en el centro del Paseo del Prado, entre Cibeles y Neptuno.

A pesar de su mayor volumen y variedad escultórica, esta fuente no es tan popular como las otras dos. Creo que tiene una explicación: está situada lejos de la calzada central y, por ello, su visibilidad es mucho más reducida, pasando casi desapercibida.

"Es posible evitar que haya árboles que tapen las fachadas de edificios como el Museo del Prado, la Plaza de la Lealtad o la Biblioteca Nacional"

Cruzando la plaza de Cibeles, por el paseo de Recoletos, llegamos a la Biblioteca Nacional, que tiene un cercado sensacional y unas grandes escaleras de acceso con seis grandes esculturas. En este caso, tampoco he encontrado ninguna fotografía que visualice el edificio en toda su magnitud… por la misma razón: los árboles del paseo lo impiden.

Y así podríamos continuar con otros edificios significativos de Madrid.

En contraposición, pero abundando en nuestra apreciación, en el mismo Madrid está el Palacio Real, que tiene la gran Plaza de la Armería delante de la fachada principal, desde la que se puede admirar el palacio. También las otras fachadas se pueden ver sin ningún obstáculo. Asimismo, el Monasterio de El Escorial tiene una espléndida lonja delante de su fachada, que realza su sobria belleza.

En la ciudad de Barcelona encontramos edificios que podemos asimilar a las dos situaciones. Las fachadas de la Sagrada Familia son perfectamente visibles y las casas modernistas del Paseo de Gracia se pueden contemplar gracias a que los árboles del paseo no son muy altos.

Sin embargo, existe el caso opuesto del Palau de la Música Catalana, maravillosa obra modernista, por dentro y por fuera, del arquitecto Lluís Domènech i Montaner. Su impresionante fachada en ángulo está situada en un lugar imposible, el cruce de dos calles estrechas, que hace muy difícil poder disfrutar de su visión.

Obelisco del Dos de Mayo en la Plaza de la Lealtad de Madrid.

Obelisco del Dos de Mayo en la Plaza de la Lealtad de Madrid. Wikimedia Commons

En los países europeos, se cuida mucho el emplazamiento y la buena visibilidad de los edificios importantes. Un ejemplo son las catedrales de Europa que, en su mayoría, son exentas y tienen una plaza delante de la fachada principal.

Podemos citar muchos casos paradigmáticos: en Francia, la catedral de Notre Dame de París, edificio exento por excelencia; y las catedrales de Chartres o de Amiens. En Alemania, la de Colonia. En Italia, la catedral de Milán.

Casos similares encontramos en los palacios europeos: Versalles, en Francia; Schonbrunn y Beldever, en Viena; y el antiguo palacio de los zares, hoy museo de L'Hermitage, en San Petersburgo. En todos estos casos hay grandes jardines delante de sus fachadas, o una gran plaza sin árboles, en el caso de L’Hermitage.

En España, quizá por haber sido construidos en los siglos XVI y XVII, los palacios y universidades son edificios adosados, con una fachada muy ornamentada, pero localizados en calles estrechas. También abundan las catedrales no exentas, en las que es casi imposible adivinar el edificio original desde el exterior por las sucesivas adiciones de capillas y edificaciones.

Desgraciadamente, todos sabemos que no es fácil suprimir estos edificios circundantes. Pero sí es posible evitar que haya árboles que tapen las fachadas de los edificios notables, como es el caso del Museo del Prado, la Plaza de la Lealtad o la Biblioteca Nacional.

Es una consideración que se debe tener en cuenta cuando se lleve a cabo la tantas veces anunciada remodelación de los paseos del Prado y de Recoletos.

*** José Luis Freire es ingeniero de minas y dirigió la librería anticuaria Patriarca.