Jesús, el relojero de la Puerta del Sol: "No tengo interés en jubilarme; dudo que esto lo pueda hacer un robot"
Jesús López-Terradas pasa cada Nochevieja desde 1995 en las entrañas del reloj más famoso de Madrid. 28 años después, no se cansa de hacerlo.
31 diciembre, 2023 02:47Toda España ha visto este lugar desde fuera, pero pocos han estado en su interior. Solo hay tres personas que suben regularmente hasta aquí. "Venimos todas las semanas. O Pedro, o Santi o yo", explica Jesús López-Terradas junto al complejo mecanismo de ruedas, palancas, engranajes y pesos que hacen funcionar el reloj de la Puerta del Sol de Madrid.
Este hombre es el responsable del mantenimiento del reloj al que miramos cada Nochevieja, bol en mano, para comer una uva por cada campanada. La tradición sigue viva, en parte, gracias a Jesús, dueño de la Relojería Losada.
Cada 31 de diciembre, desde 1995, este hombre y dos de sus empleados están aquí para que todo salga bien y no haya sorpresas. "La posibilidad de que falle es casi imposible", asegura el relojero. "Pero es una máquina y las máquinas son como son, pueden fallar".
Este reloj es accionado por tres pesas de 200, 250 y 150 kilos. Eso genera la fuerza motriz para que se active un sistema de engranajes endiabladamente preciso que, en última instancia, mueve un péndulo de nueve metros que marca los segundos. Cada 60 vaivenes, las agujas grandes de cada una de las cuatro esferas avanzan un minuto. Así, desde 1866. Para un ojo profano parece magia negra.
Hace 28 años que Jesús está a cargo de este mecanismo. Desde entonces, según se acerca la Nochevieja, le toca atender a los medios de comunicación. ¿Qué se le pregunta a alguien que sale todos los años en televisión? ¿Qué pregunta no ha contestado ya este hombre? Venga, vamos con todo:
—¿El suyo es un trabajo en peligro de extinción?
—Buena pregunta. La relojería ha evolucionado bastante con el reloj de pilas y demás. A muchas relojerías les ha hecho daño y han tenido que cerrar. Yo creo que la restauración de relojes antiguos, que siempre ha sido un porcentaje mucho más pequeño dentro de la profesión, no va a desaparecer. Creo. Porque siempre habrá un profesional que cuide y mantenga estos relojes.
En la era del fast fashion, de los productos de usar y tirar, remendar parece casi un acto de rebeldía, como han apuntado algunos. Pero la artesanía todavía vive. "Yo creo que nunca veremos un reloj digital aquí. Para mí sería un error. Sería como quitar un Goya y poner un cuadro pintado por mí a brochazos. Esto es una cosa de otra época y funciona de maravilla".
"Los smartwatches son buenos relojes. Que yo diga que aquí no se debe cambiar una cosa por otra no significa de ninguna manera que yo considere que son malos relojes. De eso nada. Son buenos relojes, pero cada cosa en su sitio".
—¿Es un buen reloj?
—Sí, magnífico. Al cabo de una semana puede variar dos o tres segundos. ¿Cuántos relojes de hoy quisieran tener esa precisión? Además es de los pocos relojes de torre que tiene un segundero [se puede apreciar en la esquina inferior izquierda de la foto que hay sobre estas líneas], lo cual nos permite en cada momento saber la variación.
Los cuartos
Cada 31 de diciembre, el equipo de la Relojería Losada llega a este sitio un poco antes de las 23 horas. "Nos gusta escuchar los cuatro cuartos y escuchar las horas. Porque claro, ahora se oye muy bien la campana, pero cuando está la plaza llena de gente, absorbe mucho el sonido".
Los cuartos, esos golpes que tanta confusión generan, sirven para anunciar cada 15 minutos: a y cuarto, un cuarto; a y media, dos cuartos… Y así. No es algo exclusivo de la Nochevieja. Suenan siempre. "Ahora lo vas a oír", apunta el relojero. Y efectivamente, las campanas marcan la una y media con cuatro golpes cortos, como dos grupos de corcheas separadas por un silencio.
El mantenimiento que hacen a lo largo del año hace que la Nochevieja sea sota, caballo, rey. Y, sin embargo, los relojeros se mantienen atentos de que nada falle. "Esa noche, de lo que de verdad estamos pendientes es del reloj. Porque hay una cosa que está clara: estando aquí, escuchas todas las voces que hay, toda la alegría de la plaza y eres consciente de que estás haciendo un acto para unos cuantos millones de personas. Estás mucho más pendiente de que todo salga bien que de lo otro".
Esta entrevista tiene lugar durante una ruidosa manifestación de bomberos en la Puerta del Sol. En Nochevieja, "es ese sonido, multiplicado por 100", apunta el relojero. "Nos gusta que salga bien. Es muy bonito cuando suena la última campanada y se escucha el golpe de alegría. Es muy bonito".
—Jesús, ¿qué edad tiene usted?
—Dicen que voy a cumplir 79 años.
—¿Y se lo cree?
—Sí (risas). No sé por qué será.
—Lo dice el DNI, ¿no?
—Eso no hace más que mentir (risas más fuertes).
—¿Cuándo se va a jubilar?
—No tengo ningún interés. Realmente estoy jubilado, pero tengo la suerte de que el negocio es mío. Hago lo que hago si tengo ganas. Y el día que no tengo ganas, no hago nada. No es lo mismo que una persona que tiene un horario, tiene que fichar, que tiene unas tareas. La cosa cambia por completo. Yo ahora estoy aquí tan a gusto. Y esta tarde, si quiero llegar a mi casa y echarme una siestecita, me la echo. ¿Entiendes lo que te digo?
—O sea, que no entra en sus planes. Mientras pueda subir estas escaleras seguirá viniendo.
—Exactamente. Porque, además, ¿sabes una cosa? Esto entretiene mucho. Mentalmente no te atosiga. Yo no me veo sentado durante horas en el sofá viendo la tele. En fin, al final, cada uno luego hace lo que le da la gana.
—¿Cree que llegará el día en que su trabajo lo pueda hacer un robot?
—Lo dudo mucho. Ten en cuenta una cosa. Cógete un buen robot que sea capaz de calcular todo. Pero ahora tú dile que quite esa palanca. De eso nada. Una cosa es el cálculo matemático, porque, un reloj es la consecuencia de un cálculo matemático sobre base 12, y otra cosa es eso. Lo dudo mucho.