El Ayuntamiento de Madrid reforzará su lucha contra la adicción a las drogas en la Cañada Real. Situado al margen de la ley, en este asentamiento ilegal conviven construcciones y chabolas a lo largo de un camino de 15 kilómetros. El poblado es conocido por ser un mercado de la droga y un foco de atracción para toxicómanos. Como novedad en sus servicios, el Gobierno municipal de José Luis Martínez-Almeida montará una sala para prevenir las sobredosis.
La Cañada Real nació a mediados del siglo pasado. Comenzó siendo una vía pecuaria y más adelante atrajo a inmigrantes rurales, marroquíes y gitanos españoles y rumanos. Su urbanismo ilegal es anárquico y discurre en forma de hilera por el extremo este de la capital y otras localidades. Varias administraciones y ayuntamientos llevan años buscando soluciones para la Cañada y realojando a sus habitantes.
El poblado es un territorio de contrastes y dividido en seis sectores. El más grande de ellos es el 6, una zona muy marginal. Sin recursos ni servicios. Ahí, en medio de un descampado, se encuentra la iglesia de Santo Domingo de la Calzada, un edificio junto al que se empezó a atender hace años a drogodependientes.
Debido a la situación de su población expuesta a las drogas, el organismo municipal Madrid Salud puso en marcha en 2019 un Centro de Reducción del Daño. Nació para ofrecerle a estas personas higiene, alimentos, ropa y un espacio de descanso. También brindó apoyo psicosocial a los consumidores. Ahora, este mismo órgano, que depende del Área de Seguridad y Emergencias, ampliará los servicios de este centro, que está situado junto a la parroquia.
El pasado 20 de junio, la Junta de Gobierno del Ayuntamiento de Madrid autorizó el contrato de 1,7 millones de euros para mejorar este recurso con nuevas dotaciones. El Consistorio adjudicará el servicio a una única entidad externa y durante al menos dos años, prorrogables por otros tres más.
A grandes rasgos, los profesionales de la instalación trabajarán para mejorar las condiciones básicas de salud e higiene de las personas enganchadas en la Cañada. También se les informará de los recursos sanitarios y sociales que pueden encontrar en la capital. Por ejemplo, se les motivará para que se dejen tratar y derivar a la red asistencial del Instituto de Adicciones de Madrid Salud.
Además, los trabajadores que conformarán la plantilla intentarán detectar y ayudar a mujeres con problemas de adicciones. Suelen sufrir una "mayor vulnerabilidad y exclusión social", según el Ejecutivo municipal.
Claves de la sala 'antisobredosis'
Con este nuevo contrato, se creará como novedad una sala de prevención de adicciones dentro de esta 'base' de unidades prefabricadas. En ella se hará una supervisión sanitaria del consumo intravenoso de sustancias. Se pondrá empeño en prevenir las sobredosis por inyectarse la droga en vena y en evitar otras consecuencias que tiene esta forma de consumir.
Desde esta sala también se facilitará a los 'pacientes' material de un solo uso, como jeringuillas o ácido cítrico, para evitar infecciones. Asimismo, se proporcionarán contenedores de recogida del material de inyección. Otras líneas de trabajo serán más sensibilizadoras. Desde el Centro se enseñará a los drogodependientes a sortear conductas de riesgo y a que tomen conciencia sobre su salud.
La sala 'antisobredosis' contará con sillas y mesas que garanticen, al menos, cinco espacios para venopunción. Tendrá mamparas, carro de parada, una camilla, una bala de oxígeno y un puesto de supervisión sanitaria con mesa, silla y ordenador. Habrá contenedores para tirar el material contaminado y dispositivos para almacenar el material sanitario.
La entidad adjudicataria deberá coordinarse tanto con Madrid Salud como con el 'Servicio móvil de atención sanitaria a drogodependientes' de la Comunidad, entre otros. Dentro del personal habrá un responsable del recurso, un psicólogo, dos médicos, dos enfermeros, dos trabajadores sociales y dos monitores. El Centro estará abierto todos los días de la semana, de 10 a 17 horas.