Los trabajos para eliminar la cúpula cilíndrica de vidrio de 11 metros de altura que se levanta frente a la estación de Atocha ya han comenzado. Se trata del monumento homenaje a las víctimas de los atentados del 11-M que conmocionó a la ciudad de Madrid en 2004. Una instalación no exenta de críticas que desaparecerá, para siempre, este año.
La eliminación de este cilindro y del espacio a sus pies en la primera planta del hall de la estación de Atocha, comúnmente conocido como 'el vaso', se enmarca en los primeros trabajos que la Comunidad de Madrid está haciendo para la ampliación de la Línea 11 de Metro a su paso por la estación.
La actuación prevista por la Consejería de Vivienda, Transportes e Infraestructuras contempla ampliar la capacidad del vestíbulo superior de la estación en el que, hasta ahora, se encontraba la parte interior de dicho monumento.
[Adiós al cilindro: Madrid desmontará el monumento a las víctimas del 11-M de Atocha]
Lo que la Comunidad busca con esta actuación es ampliar el vestíbulo del paso superior de la L1 y prepararlo para la llegada de viajeros una vez se ponga en funcionamiento la L11. Anualmente, por esta zona transitan unos 7 millones de viajeros al año y se espera que, sólo desde la L-11, lleguen otros 7 millones. Por eso, para poder ampliar su capacidad hasta los 15 millones de viajeros, este vestíbulo superior se va a levantar prácticamente desde cero
Hasta ahora, el monumento en memoria a las víctimas del 11M ocupa unos 400 metros cuadrados de ese hall y sólo acceden a él quiénes lo están 'buscando'. Es una sala -llamada museo, aunque no se expone nada- que está concebida para no llamar la atención.
A su entrada no hay un rótulo y, quien entra en el espacio, debe buscarlo. Es diáfano, azulado, algo oscuro y sólo se ilumina por el lucernario en forma de cilindro que se observa desde el exterior.
Una carta a las instituciones
Mauro Gil-Fournier fue uno de los cinco arquitectos que ideo esta estructura que desaparecerá dentro de poco. Ahora, este arquitecto publica una carta que dirige a las instituciones en la que afirma que "el monumento no se puede desmontar, solo se puede destruir" y se opone así a que la Comunidad de Madrid se deshaga de este monumento,
Gil-Fournier lamenta además que "no hay grandes explicaciones ni de la Comunidad de Madrid, ni del Ayuntamiento, más allá de que es un plan y que tiene todas las aprobaciones para ser destruido", tal y como publica la cadena SER en una conversación que ha mantenido con el arquitecto.
En su carta, que dirige al Rey Felipe VI, Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez Almeida, pide que se haga "una reflexión si es la mejor forma que tenemos de honrar a las víctimas".
La misiva continúa con la descripción del monumento y Gil-Fournier pide a las instituciones "que se rediseñara el área y que estuviera mejor con el monumento".
Mauro Gil-Fournier es defensor de que el diseño de las estructuras que nos rodean "ayuda a que las cosas estén mejor", una idea que aplica al monumento del 11-M, que, en unos días, desaparecerá de la céntrica estación de Atocha.