De izquierda a derecha, Bea, Ana, Clara y Carmen, las cuatro propietarias de la cooperativa Bailandera.

De izquierda a derecha, Bea, Ana, Clara y Carmen, las cuatro propietarias de la cooperativa Bailandera. Bailandera

Ocio

Las cuatro madrileñas que se "exiliaron" a la Sierra para abrir su cervecería: tienen sabores de boletus y yema de pino

Bailandera es la cerveza madrileña que fabrican en una cooperativa en la pequeña villa de Bustraviejo, para todo tipo de restaurantes de la región.

3 agosto, 2024 01:58

La villa de Bustraviejo es, tal vez, el municipio de la Sierra Norte de la Comunidad de Madrid peor comunicado. Justo por eso, Bea, Clara, Ana y Carmen, cuatro madrileñas que vivían en el centro de la gran ciudad, eligieron por distintas razones mudarse a este pueblo que no llega a los 2.500 habitantes.

"Todas escalonadamente decidimos exiliarnos a la sierra. Buscábamos otro tipo de vida porque teníamos profesiones muy urbanitas e irnos a conciencia al sitio más lejano", recuerdan.

Clara, arquitecta; Carmen, psicóloga; Bea, periodista; y Ana, del mundo audiovisual, se conocieron en Bustarviejo, donde acabaron creando en 2015 la cooperativa de trabajo en la que fabrican la cerveza artesana Bailandera.

Cuatro años después sumaron a su proyecto de vida el bar-cervecería Bailandera en su pueblo. De esta manera, ellas se encargan de absolutamente todo: desde recibir la materia prima hasta servirla en su sala de grifos.

En una nave del polígono de Bustraviejo tienen su cervecería en la que, con ingredientes ecológicos y de productores de cercanía, hacen esta bebida madrileña que tiene el nombre 'feminizado' de la Loma de Bailanderos de la sierra de Guadarrama.

La mayoría de sus clientes son restaurantes de la capital. "Producimos unos 4.500 litros de cerveza al mes", explica Bea, una de las copropietarias de la cervecería Bailandera.

Cerveza de frutas pale ale.

Cerveza de frutas pale ale. María Granizo

En sus pequeños tanques hacen siete tipos de cerveza fija y el resto, según ellas, es "ir jugando. A la cerveza le puedes echar cualquier cosa. Probamos cosas raras. Los restaurantes nos encargan crear sabores específicos".

Así, como en el libro de El Perfume —Patrick Süskind— "intentamos imprimar, en vez de los olores, los sabores". Entre los más originales están la cerveza con boletus, frutas tropicales, flores de almendro, hibisco, melissa, saúco... Los que más venden son de sabores picantes para restaurantes mexicanos o asiáticos. "Hoy estamos haciendo una cerveza de yemas de pino por un encargo", cuenta como curiosidad Bea. "Una de las ventajas de ser una empresa pequeña es que tenemos fermentadoras de 400 litros y podemos personalizar las recetas de cerveza. No queremos crecer".

La cervecería Bailandera cuenta con una distribución diversa llega tanto a pequeños restaurantes madrileños y puestos de mercado como a hoteles de lujo y gastronómicos con estrellas Michelin. Además, son de la filosofía "do it yourself a todos los niveles". Se reparten las funciones entre todas —en el bar y en la fábrica son todo mujeres a excepción de un empleado—. En equipo, contabilizan el stock de las materias primas, diseñan las recetas y etiquetas, gestionan la contabilidad, embotellan y reparten.

Conciliación familiar y personal

En la cooperativa Bailandera los cuidados son esenciales. "Es un espacio para cuidarnos y cuidar a otras. Tenemos una coordinadora de cuidados que organiza los horarios de conciliación a todos los niveles: si tienes que llevar a los niños al colegio, si vas a un club de lectura... El equilibrio entre cuidar y cuidarse", explica Bea.

La cultura sobre la cerveza ha aumentado en los últimos 15 años en Madrid, pero las 'Bailanderas' han visto el cierre de numerosas cervecerías en todo este tiempo. Aun así, su proyecto de vida resiste, ya que las cuatro amigas lo sustentan a base del trabajo bien hecho y de estar siempre unidas.