El sueño de la cocinera Carmen Olguín era el de abrir un restaurante en Madrid de comida chilena, "porque es como volver" a su "infancia", apunta. Pero como haría cualquier madre, pospuso su ilusión durante 9 años para cumplir la de su hijo, Pablo Donoso, también cocinero: "Él quería un proyecto vegano y le dimos la oportunidad. Necesitaba nuestro apoyo y nos metimos a trabajar junto a él, su padre —Sergio Donoso— y yo".
Llegaron a tener tres restaurantes, siempre teniendo presente que fueron los creadores del primer vegano de Madrid. Ahora, a sus 67 años —y sin intención de jubilarse—, abre Rhuka, un restaurante de comida chilena casera y castiza cerca de Tirso de Molina, en el número 10 de Conde de Romanones.
Tras ser durante años el alma oculta del restaurante Distrito Vegano, ahora está "a la cabeza de la comida chilena" y su hijo Pablo "lo combina con platos veganos". "Hago lo que hacía mi abuela cuando vivíamos frente a la caleta de pescadores", cuenta Carmen Olguín, nacida en Valparaíso (Chile), en un hogar multicultural que mezclaba la gastronomía latina con la española y la italiana por las raíces de sus abuelos.
Platos de Rhuka.
El resultado ha sido una propuesta única en la capital, creada por una abuela chilena que llegó a Madrid hace 25 años. Su nuevo restaurante es un espacio para disfrutar de la gastronomía tradicional y homenajear los valores del hogar. No en vano, Rhuka significa 'hogar' en Mapundungung, la lengua del pueblo chileno de Mapuche.
Además, es un restaurante familiar, pues Carmen tiene la suerte de trabajar junto a dos de sus nietos, su marido y uno de sus hijos. "Ellos me han apoyado incondicionalmente durante 9 años. Ahí estoy ahora para apoyarles", afirma su hijo Pablo Donoso.
En Rhuka, Carmen ha querido mantener viva la esencia de la cocina chilena, pero a la vez, ha sabido integrar los toques castizos que ha ido absorbiendo de la vida en Madrid. De esta manera, la carta se compone de once platos y tres postres chilenos, y 13 platos veganos. El ticket medio es de 30 euros por comensal.
Entre sus platos más chilenos está el caldillo de congrio con patatas, zanahoria y cebolla, preparado en fumet casero a fuego lento. "Es muy popular en chile. Pablo Neruda le escribió una oda", explica la cocinera Carmen.
Sopaipillas con chancho.
El favorito hasta el momento para los madrileños está siendo el pastel de choclo de pino de carne, aceituna negra y pasas, cubierto con una pasta de maíz y mantequilla; además de las sopaipillas con chango de piedra, acompañada de un pan de calabaza típico del sur de Chile, servido con salsa de chancho en piedra y palta machacada con aove.
En el nuevo restaurante han logrado fusionar el sabor de Chile y el encanto madrileño con platos como su tortilla de papas, la carne gallega de primera calidad y su bocata de calamares, "no de pota, que es lo que ponen por ahí", añade.
Los postres típicos de Chile que ofrece son la leche asada, flan típico chileno con canela y vainilla de Madagascar, servido en su propio caramelo; o la torta de milhojas con manjar, elaborada con una finísima masa quebrada, rellena de manjar chileno.
Carmen ha conseguido transmitir su pasión por la cocina a sus hijos. Por eso, tres de cinco de ellos son cocineros. Ahora transmite su saber de madre y abuela a los madrileños en Rhuka: "Estoy muy ilusionada. Quería abrir un restaurante de comida chilena desde el comienzo. Era el sueño de mi vida. Para mí es realizarme en lo mío", concluye.