El reloj marcaba exactamente las 4.05 de la madrugada del pasado 5 de abril, hace ahora un mes, cuando se firmaba el parte de defunción del doctor Luis Pérez. Con esa rúbrica, él pasaba a convertirse -con el dudoso honor- en el primer sanitario de la Comunidad de Madrid en fallecer por culpa del coronavirus. Ahí terminaba una lucha, la suya, contra la enfermedad, y salían los medios de comunicación a resaltar su labor, los compañeros e instituciones a arrimar el hombro y trasladar el pésame a su mujer e hijos. Pero lejos de descansar, su familia está ahora en otra batalla: la de cobrar el seguro que tenía contratado para situaciones así y que les deniegan por no considerar que se trató de un accidente.
A sus 61 años de edad, Luis llevaba 30 trabajando en el servicio de emergencias de Madrid, Summa 112, en su base de El Molar. Era un pionero en lo suyo, la atención de urgencias, y muy querido por todos sus compañeros, que sintieron profundamente su pérdida. Pero la situación económica no era la mejor y tenía que doblar turnos en el hospital HM Vallés, en Alcalá de Henares. Como muchos sanigtarios, desbordado de trabajo y con poca protección personal, se acabó contagiando y falleciendo por Covid-19. Para situaciones así, Luis tenía un par de seguros contratados; de vida y accidentes con Mapfre, y de accidentes con la aseguradora Berkley.
Según ha avanzado la propia familia de Luis a EL ESPAÑOL, ahora los seguros no quieren reconocer que su muerte se debe a un accidente porque se produjo sin ningún tipo de violencia mediante, porque respiró la enfermedad. Da igual que la ley considere que los sanitarios infectados por su trabajo sean considerados como víctimas de accidente laboral. Da igual que el propio certificado de defunción de Luis, al que ha tenido acceso este diario, marque también que su muerte se trate de un accidente laboral. Da igual, para las aseguradoras no se trata de un accidente, según denuncia la familia, que ya está pensando en recurrir a la vía judicial.
“Nos sentimos muy tristes y muy enfadados mientras nos intentamos reconstruir”, explica, vía telefónica, Marta Pérez, hija de Luis. “Nos sentimos algo engañados. Los seguros están buscando las cinco patas al gato y no le vemos mucho sentido. En su baja, en su fallecimiento, en todos lados, pone que es un accidente laboral. ¿Qué más hay que hacer?”, explica la hija que, cuando todo pasó, tuvo cierta repercusión mediática al publicar cartas abiertas loando la figura de su padre.
Si bien Mapfre sí que ha pagado a la familia los 100.000 euros que le correspondían por su póliza de vida, los familiares aseguraban que no querían desembolsar los otros 100.000 por accidente. Tras la publicación de este reportaje, la mañana de este martes 5 de mayo, la familia confirma que Mapfre se ha puesto en contacto con ellos para finalmente concederles la póliza por accidentes. Desde la compañía aclaran finalmente que al estar reconocido como accidente laboral sí que tienen derecho a ello.
En el caso de Berkley, les siguen denegando la indemnización de 240.000 euros por accidente ya que no lo consideran accidente laboral. “Papá estuvo toda la vida trabajando y pagando sus seguros por si pasaba algo. Nunca pensaba que fuera a pasar, pero lo hacía por nosotros. Ahora resulta que nada de eso ha servido”, se lamenta Marta. “Mi padre no se escaqueó, dio la cara. Y lo haría otra vez, por las personas a las que ayudaba y porque le encantaba hacerlo. Aunque nunca buscó retribución, ahora necesita que le devuelvan el sacrificio que hizo”, añade.
Le negaron la baja
Para empezar a contar los últimos días con vida de Luis Pérez hay que retrotraerse al jueves 5 del pasado mes de marzo. Esto es antes de la manifestación del 8-M y del congreso de Vox en Vistalegre, cuando el coronavirus era considerado una amenaza real por muy pocos. Ese día, Luis atendió a su primer paciente con posible infección de coronavirus. Fue mientras estaba de guardia en el Summa 112 y recibió un aviso de una paciente de 70 años que presentaba una clínica respiratoria. Según su propio compañero, que le acompañó y también enfermó de Covid-19, no usaron equipos de protección individual, EPI, ya que los protocolos establecidos no los recomendaban.
La siguiente semana, hasta el 16 de marzo, mientras la cosa se iba poniendo seria, estuvo trabajando en su HM Vallés de Alcalá de Henares. Ahí no atendió a gente con posible Covid-19 pero sí fue creciendo su preocupación al ver lo que sucedía y pidió a su médico de cabecera que le diera una baja médica. Luis se consideraba persona de riesgo, tenía 61 años, cierto sobrepeso, y le daba miedo infectarse y no librarse para contarlo. Sin embargo, no le dieron la baja porque todo personal sanitario, como él, debía estar disponible para enfrentarse a la pandemia.
El 14 de marzo, al día siguiente de que le negaran la baja, volvió a trabajar con el Summa, y ahí sí que se notó la diferencia. “Nos cuenta nuestro padre que fue la peor noche de su vida”, explica su hijo mayor, también Luis, en una cronología de los hechos que ha remitido al Colegio Oficial de Médicos y a la que ha tenido acceso este diario. “Dada la carga de trabajo le mandan de El Molar al centro de Madrid para atender múltiples avisos por clínica respiratoria, teniendo solamente un EPI toda la guardia [de 24 horas], a pesar de que por protocolo se debía reponer el material una vez usado”, añade.
“También acudió a realizar certificados de defunción a residencias de ancianos sin tener la protección adecuada, sospechando él que contrajo la infección al notificar algún exitus, tal y como nos remarcó mi padre los días siguientes”, sigue el hijo. A partir de ahí, empieza a notar los síntomas. Primero, tos seca. Después, astenia, fiebre; se aisla en su cuarto, pide al Summa 112 y a la Comunidad de Madrid que le hagan el test, pero no se lo hacen.
Finalmente tiene que ingresar en el HM Vallés, donde trabajaba, el día 22 de marzo y es ahí donde le hacen la prueba y da positivo. El día 24 del mismo mes le trasladan al HM de Montepríncipe, en la localidad de Boadilla del Monte. Curiosamente, este es el hospital que sirve de escenario para la película Hablé con ella, de Pedro Almodóvar. A diferencia de los personajes del filme, Luis acabaría no abandonando el hospital y, tras irse agravando la enfermedad e ingresado en la UCI, fallece la madrugada del 5 de abril.
En su certificado de defunción, un papel demasiado burocrático para lo que representa realmente, cuentan que nació el 1 de febrero de 1959, que falleció a las 4.05 de ese 5 de abril en la UCI. Cuentan que la causa inmediata de su muerte es un tromboembolismo pulmonar masivo producido por “neumonía, grave, Covid-19”. Y, en la parte de abajo, tienen una casilla que marca el Sí a la pregunta de si se trata de un accidente laboral. Seguramente esa casilla se marca teniendo en cuenta el Real Decreto 6/2020 que establece que los sanitarios fallecidos por coronavirus, que se han contagiado trabajando, son víctimas de un accidente laboral. Pero eso poco importa para el seguro.
Si se hubiera pinchado, sí
Es por todo eso que la familia de Luis está pensando en recurrir a la vía judicial. En primer lugar contra las dos compañías aseguradoras, por negarse a reconocer que se trata de un accidente. También están valorando, aunque no lo han decidido aún, querellarse contra el Gobierno de España o la Comunidad de Madrid por obligarle a hacer su trabajo pero no dotarle de los EPI necesarios para desarrollar su labor con seguridad. En esa línea, la de Luis podría convertirse en una más del mar de querellas que se avecinan contra los responsables políticos de la gestión de la crisis. Pero cada batalla a su tiempo. Primero, la de los seguros.
En la letra pequeña de su póliza con Berkely -ahí, en lo más diminuto, en esos márgenes donde ocurre la realidad- se establece que sí considera accidente las inoculaciones o pinchazos que sufran los profesionales en el ejercicio de su profesión. Pero a Luis la enfermedad le llegó respirándola, no pinchándose.
“Yo entiendo que ninguna de las dos pólizas excluye lo que le pasó a Luis”, explica Alfonso Cabeza; amigo de la familia de Luis, ahora su abogado, y otrora candidato a presidir la Federación Española de Baloncesto. “Pero en la póliza de Berkley sí que llega a poner que quedan incluidos como accidente las inoculaciones y pinchazos. Yo les he preguntado que si Luis se hubiera infectado pinchándose en vez de respirando, si lo habrían considerado un accidente, y me han dicho que sí”, añade Cabeza.
Y, en efecto, en el escrito oficial en el que Berkey deniega la ayuda y al que ha tenido acceso este diario consta así. “Lamento comunicarte que el siniestro indicado no tiene cobertura bajo la póliza, toda vez que ésta se corresponde con un seguro de accidentes y no de vida”, reza el texto. “El fallecimiento (...) se ha producido a consecuencia de un proceso derivado de una enfermedad (...) sin un carácter violento y súbito”, sigue. “La calificación que se hace en la parte baja como ‘accidente de trabajo’, se hace exclusivamente a los efectos de la contingencia de Seguridad Social, y en cumplimiento de una reciente norma legal (...), en este sentido, es importante destacar que la calificación que pueda hacerse por parte del Legislador de los contagios provocados por el Covid-19 a los efectos de las prestaciones de la Seguridad Social, en nada cambia el concepto de accidente de la póliza suscrita”, se puede leer.
Por su parte, Mapfre no ha comunicado aún por escrito su resolución pero el abogado Alfonso Cabeza aseguraba que también les habían negado reconocerlo como accidente. Tras la publicación de este reportaje, la compañía ha comunicado a la familia que finalmente sí se les concederá la póliza al estar acreditado como accidente laboral. Este diario se ha puesto en contacto con ambas compañías aseguradoras. Desde Mapfre han trasladado que al tratarse de un caso en particular, la Ley de Protección de Datos les impide pronunciarse al respecto. En cuanto a Berkley, la comunicación no ha sido posible.
“No entendemos muy bien por qué está pasando todo esto”, explica Marta, la hija de Luis. “Al principio todos querían ayudarnos y, ahora, de repente, no. Él lo cogió trabajando para el Summa 112 porque no tenía protección. Estuvo en primera línea y es obvio que ha sido trabajando”, añade. “A pesar de que hay muchas cosas que no entiendo, en todo este proceso nos hemos encontrado con muchas personas buenas. Yo ya dije que mi padre era la persona más buena que existía en el mundo. Con esto nos hemos dado cuenta de que hay más gente como él. Ahora, pues vamos poco a poco”.