¿Cómo se organiza una comunidad de vecinos de 200 viviendas cuando solo el 30% de los vecinos puede acceder a las piscina? Este es el dilema que se está planteando en las cerca de 12.000 piscinas comunitarias de la Comunidad de Madrid. Las normas de la desescalada indican que durante la fase 2 solo podrá acceder un tercio del aforo. Cosas del verano del Covid.
Esto ha dado pie a todo tipo de invenciones para poder darse un chapuzón: contratar un controlador de aforo, aplicaciones para reservar o complicados montajes del tipo ‘días pares, vecinos de números pares; días impares, vecinos de números pares’. Resulta todo tan caótico que hay comunidades que ni se plantean abrir la piscina, al menos de momento.
“Calculo que por lo menos un 50% se van a quedar sin abrir hasta que las normas sean más permisivas y pasemos de la fase 2 en adelante”, afirma Miguel Fernández, vocal del Colegio de Administradores de Fincas de Madrid.
Las normas de la fase 2 indican que, además de reducir el aforo al 30%, habrá que desinfectar las instalaciones dos veces al día y limpiar la piscina en tres ocasiones. No se permitirá acceso a las duchas ni fuentes de agua y se deberá guardar una distancia de dos metros en la zona de ‘playa’ (los alrededores del vaso). Tampoco se permite el uso de colchonetas, balones, ni cualquier elemento que genere chapoteos.
Estas normas se aplican igual a piscinas de 20 vecinos que de 200, algo que Fernández tacha de “absolutamente absurdo”. “La regulación del aforo no termina de convencernos. La cuestión es que las piscinas son muy variadas: hay algunas que tienen un vaso con un gran volumen de agua y muy poco espacio para tomar el sol y las hay que es al revés. Entonces no tiene mucho sentido utilizar el mismo criterio para todas”, explica Salvador Díez Lloris, presidente del Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas.
Miedo y sobrecostes
Además de las susodichas normas, las comunidades tienen la obligación de establecer una normativa interna para especificar las condiciones de uso, la regulación del aforo y los horarios. Todo eso, unido al miedo, ha hecho que las comunidades decidan no abrir la piscina.
“El miedo que tenemos es que haya brotes, que siga creciendo la pandemia y que sea un problema de salud pública. Todo lo demás es salvable. A la mayoría de los administradores que conozco lo que les preocupa es la salud pública”, afirma Fernández.
Para tomar la decisión, algunas comunidades han recurrido a encuestas entre los vecinos, lo que supone una pequeña ‘guerra’ comunitaria por la apertura de la piscina. “La primera encuesta que hemos hecho nos salió que el 60% de los vecinos no quería abrir la piscina. Te estoy hablando de una comunidad de 240 propietarios. Ante esta situación la presidenta dijo "tengamos precaución y vamos a esperarnos unos días a ver qué dice la Comunidad de Madrid”, cuenta Fernández respecto al ámbito madrileño.
En todo el territorio nacional se han dado iniciativas como esta, explica Díez Lloris. “En algunos casos ha habido encuestas y en otros casos ha sido el administrador quien ha tomado la decisión y ha mandado una circular. Una vez dado ese paso, cada una tiene que ver los servicios que tiene o que va a contratar”.
Eso da lugar a otro problema que tiene que afrontar la comunidad: el sobrecoste de abrir su piscina. “Si el coste de una piscina mediana o grande son 12.000 euros, pues el coste extra que supone la higienización, el mantenimiento o un controlador puede ser entre 8.000 y 9.000 euros fácilmente”, cuenta Fernández.
Díez Lloris coincide: “Todas van a tener un coste adicional, algunas lo tendrán de 1.000 euros y tras lo tendrán de 10.000, dependiendo de lo que decida cada uno”.
Para no tener que pagar a un controlador de aforo, que sería lo que más ampliaría el coste de la apertura, hay comunidades que están optando por otros recursos: “Las hay que han empezado a usar una aplicación móvil con la que pueden controlar el aforo y las reservas pero hay que apelar a la buena voluntad de los vecinos para que esas normas se cumplan”.
Estas iniciativas empiezan a llegar poco a poco, ya que el problema es bastante reciente, pero Díez Lloris afirma que “están funcionando razonablemente bien” en las comunidades que ya las empiezan a usar.
Piscinas de plástico
El presidente del Consejo General de Colegios de Administradores de Fincas no pierde oportunidad de recordar el peligro que suponen las piscinas de plástico en las terrazas, una alternativa por la que ya han optado muchos españoles.
Tanto es así, que el gigante de bricolaje Leroy Merlin ha experimentado un aumento del 350% en las ventas de estas piscinas respecto al año anterior. Lo peligroso de esto es que una gran masa de agua en una terraza puede provocar que el suelo de la misma ceda y provoque un accidente.
No faltan en las hemerotecas los percances provocados por una piscina de plástico. Hay que recordar que el suelo está hecho para soportar unos 200 kilos por metro cuadrado. Aunque los constructores suelen aplicar márgenes de seguridad, sobrepasar ese límite supone poner en riesgo a quien esté en la terraza y los que están debajo de ella. Por eso, antes de montar una piscina en su terraza, asegúrese de que no sobrepasa el límite de peso.
“Volvemos a pedir a todos los propietarios que sean muy prudentes a la hora de tomar decisiones y que sepamos cómo está la situación, porque esto no se ha acabado ni mucho menos. Antes que pegarte un chapuzón prima la seguridad”, concluye Fernández.