Los cuentos de Luis y Ramón tienen su origen en un oscuro suceso: el asesinato de dos agentes forestales a manos de un cazador en 2017. "Seguramente, les estaba viendo como enemigos que iban a fiscalizar lo que él está haciendo. Imagínate que a ese cazador, cuando era niño, alguien le hubiese enseñado qué es un agente forestal y por qué hace lo que hace", razona Ramón. Quizás otro gallo hubiese cantado.
Este episodio fue el germen de algo muy distinto, de una idea que llevaba tiempo rondando la cabeza de Ramón Hernández, bombero de la Comunidad de Madrid. Decidió lanzarse a escribir una serie de cuentos de carácter didáctico sobre la labor de los servicios de emergencia. Para explicarle "a los niños de hoy, que son los adultos de mañana", las tareas que desempeñan los bomberos, policías, agentes forestales y sanitarios.
La idea estaba ahí, tomando forma, lentamente, en los textos de Ramón. De hecho, sacó una primera versión del cuento Pedro el bombero y la dedicó a sus hijos. Pero todavía no veía la manera de ilustrarlo correctamente e imprimirlo en masa.
"Estaba desesperado porque quería sacar los cuentos y no sabía cómo. Un día me crucé con Luis, que llevábamos años sin vernos…". Y entonces sí, se alinearon los planetas.
Ramón vio en Luis Carabantes, compañero suyo de promoción, la chispa que faltaba para prender la mecha de sus cuentos. Luis es un hombre tímido, parco en palabras. Como muchos otros artistas, se expresa mejor con un lápiz o un pincel que frente a un micrófono.
"Dibujo desde que era niño. Es algo natural en mí. A lo mejor me siento a ver la tele y no aguanto ni cinco minutos. Tengo una obligación mental, no sé por qué, de dibujar", explica Luis.
Así fue como nació la versión definitiva de Pedro el bombero. Luego llegarían Rosa la agente forestal, María la operadora de emergencias, Sanitario: Laura y Luis y Policías: Rafa y Lola.
Los guiones, sencillos y digeribles para los más pequeños, van a cargo de Ramón. Las viñetas, a cargo de su compañero. Son los Goscinny y Uderzo de los servicios de emergencia de la Comunidad de Madrid.
Ramón, de lengua ágil y dicharachero, se confiesa "fan incondicional" del arte de su compañero. "Hay millones de personas que saben dibujar. Pero pocos consiguen hacerlo con la gracia que tiene Luis. Yo soy fan incondicional de Luis" o, como le conocen algunos, "el maestro Carabantes".
Los dos bomberos crearon un relato "con dibujos creativos y hablando en el lenguaje de los niños". "Nosotros somos niños de 52 y 56 años, con 26 años de experiencia en los bomberos. Si yo te pongo un esquema de todo lo que hacen los bomberos, a los dos segundos te aburres", explica Ramón.
"¿Cómo se llega a los niños? Con el idioma de los niños". Esto naturalmente, implica edulcorar la labor de los servicios de emergencia que, en ocasiones, puede ser muy dura.
Hasta la fecha, los cuentos de los bomberos se han repartido de forma gratuita en centros escolares y en visitas guiadas a parque de bomberos. Despachan cerca de 17.000 copias al año.
—¿Y cómo ha sido el recibimiento de vuestro público, o sea, de los chavales?
—Más que de los chavales, te voy a contar la de los padres. Tengo un amigo jefe de policía en un municipio, que vino un día de visita al parque de Bomberos y le regalé el cuento de Pedro el bombero. A los tres o cuatro días me dice: “¡En qué momentito me has dado el libro de los bomberos! Esta noche se lo tengo que volver a leer al niño”. También hay niños que han venido al trabajo y al entregarles cuentos y me han dicho: “No, no. Ya lo tengo”, y ves que se acuerdan de los dibujos. Hasta donde nosotros sabemos, a los niños les están gustando mucho.
De esta forma, los bomberos dan una visión general a los niños de las labores de los cuerpos de emergencia. En un lenguaje accesible a los chavales, con la gracia y chispa de un bombero que podría hacer monólogos y de otro que podría hacer viñetas para un periódico.
Así, "cuando ese niño sea mayor y llegue a cazador entenderá que si un agente forestal le pide el permiso de armas, le recrimina por cazar una pieza que no debe o que está cazando en una zona prohibida, en vez de verle como un enemigo, le verá como una persona que está cumpliendo con una misión que le ha encomendado la sociedad".