Bajo un chalé de Chamartín, en Madrid, hay un sótano dedicado a un "genio deslumbrante" y "visionario": Fernando Higueras, un personaje igualmente polémico. El arquitecto, uno de los más originales y creativos del panorama contemporáneo español, murió en 2008 con la satisfacción -según dijo él años atrás- de habérselo "pasado bien en la vida".
Higueras nació en Madrid en 1930. Su firma está detrás de obras como la Corona de Espinas, junto al Palacio de La Moncloa. Sus proyectos eran barrocos y expansivos. Aunque a lo largo de su vida no sólo se centró en la arquitectura. Dibujó, pintó y fotografió y fue un virtuoso con la guitarra.
Esas cualidades acompañaban a su personalidad, la de una persona que no se cortaba un pelo a la hora de criticar a los demás -despotricó contra Rafael Moneo-. Habló sin tapujos de su abuso de la cocaína y presumió de haber grabado películas porno.
Esas películas, según reconoció a El Mundo en 2004, las grabó en el sótano del chalé de Chamartín. Fue él quien mandó construir ese habitáculo bajo tierra. Lo llamó rascainfiernos y lo utilizó como espacio personal para dar alas a su creatividad. Fue su "cueva" hasta el final de sus días.
Hoy, el peculiar sótano acoge la sede de la Fundación Fernando Higueras, que recuerda y divulga la obra del arquitecto.
Carrera fulgurante
Higueras no fue un mal estudiante, pero tardó diez años en terminar la carrera en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, de la Universidad Politécnica. Su carrera despegó rápido. La Corona de Espinas que había diseñado con Rafael Moneo fue Premio Nacional de Arquitectura en 1961. Aunque la obra, que acoge la sede del Instituto del Patrimonio Cultural de España, se terminó a principios de los 70.
El arquitecto remató la Corona de Espinas junto a su compañero Antonio Miró. Ambos formaron una dupla complementaria: "Mientras Miró fue una persona más bien discreta, Higueras era un toro bramante que defendía sus ideas sobre arquitectura enfrentándose a quien fuese o a lo que fuese", según recuerda el arquitecto y escritor Pedro Torrijos en su libro Territorios Improbables, donde dedica un capítulo a la figura de Higueras.
Fue ahí donde salieron proyectos como la Corona de Espinas, las viviendas para militares en San Bernardo o las casas de algunas de las personalidades más importantes de la cultura española de la época. El arquitecto también estuvo detrás del Plan Parcial de Urbanización de Lanzarote (1963), cuyo proyecto figura en el MOMA de Nueva York.
Cuadros de Sorolla y pelis porno
Ya separado, el arquitecto se fue a vivir al sótano que cavó bajo el chalé que había comprado en Chamartín. Su rascainfiernos consistía en dos plantas conectadas por una escalera de caracol. En total, seiscientos metros cúbicos de espacio. Era un sótano sin ventanas, pero donde entraba el sol gracias a la cubierta con lucernario. Según Torrijos, de las paredes del rascainfiernos colgaron cuadros de Sorolla y enredaderas desde el lucernario.
Higueras utilizó el sótano como lugar de fiestas, para reuniones con amigos y como espacio para dar rienda suelta a sus manifestaciones artísticas. Ahí también rodó películas eróticas: "Traía gente, follábamos y hablábamos ante la cámara". En 2001, Lola Botia, pareja de Higueras hasta su muerte, convirtió la planta inferior del rascainfiernos en estudio de arquitectura. Hoy, la Fundación Fernando Higueras recuerda al personaje exponiendo fotos, planos y maquetas en el sótano.