"Llevaba un tatuaje neonazi en el cuello". Concretamente, el número 88, que simboliza las siglas HH, del lema Heil Hitler. Así lo relatan a Madrid Total varios testigos que vieron entrar a este joven en un céntrico local de copas de Madrid, a escasos metros de la Plaza de la Villa.
En el establecimiento, en ese mismo momento, altos cargos del partido Sumar, asesores y varios jefes de prensa —incluso, les acompañaba algún diputado del PSOE— celebraban los resultados de la jornada electoral del 23-J.
Al filo de las 2.30 de la madrugada, seis horas después de que cerrasen los centros de votación, el individuo entró al bar, gritó al camarero —exigió reiteradamente a voces un Malibú con piña— y tras encararse con el encargado del local y con otro cliente, blandió un "objeto punzante". Y trató de atacar al portero del bar, que había acudido a expulsarle.
La tupida cortina de terciopelo rojo que decora la entrada impidió que le golpease y evitó que a los ropones carmesí saltase gota alguna de sangre. Por fortuna, todo quedó en poco más que un susto.
Dentro del local se encontraban altos cargos de los partidos que integran Sumar, como Íñigo Errejón, Rita Maestre, Mónica García, María Eugenia Palop, el ministro Alberto Garzón o Alejandra Jacinto. También, un diputado socialista en el Congreso. La candidata de la formación, la vicepresidenta y ministra de Trabajo Yolanda Díaz, no acudió al bar.
Lo más probable es que, al cruzar la puerta, el atacante desconociera que estaba accediendo a la fiesta postelectoral del partido, ya que los gerentes del local supieron que se celebraría allí minutos antes de que comenzasen a llegar políticos al bar.
Tras ser expulsado del garito, el atacante huyó por la Calle del Espejo, situada frente al local. Alertadas por varios clientes y por uno de los dueños del bar, dos patrullas —una, de la Policía Municipal y la segunda, de la Policía Nacional— se personaron en el lugar.
De hecho, los agentes localizaron el objeto punzante en el alféizar de una vivienda cercana y lo requisaron tras interrogar al portero. Más allá del susto —que no llegó a cristalizar en tragedia—, la celebración continuó con normalidad.
El atacante
Además del ya citado número 88, otros diseños decoraban su piel, de acuerdo con la descripción que ofrecen los testigos que le vieron entrar en el bar.
Lucía un tatuaje tribal en su brazo y otros motivos en sus piernas. Al entrar al local, alterado, comenzó a vociferar y a pedir al camarero una consumición. Una vez. Dos. Tres. Y hasta cuatro. Excitado, acabó encarándose con un cliente, según relatan varios testigos presenciales.
Por el momento, la Policía aún no ha localizado al atacante, que huyó del lugar tras los hechos.