En agosto de 1923, la villa de Madrid pidió al cuerpo de Bomberos descender el cuadro de la Virgen de La Paloma del altar de la parroquia del mismo nombre para poder sacarlo en procesión. Desde entonces, cada año, un bombero es el encargado de realizar este descenso. Cuando se cumplen 100 años de esta tradición, el Cuerpo de Bomberos de Madrid se convierte, por primera vez, en pregonero de las fiestas de La Paloma.
El encargado de dar el pregón, en nombre de todo el cuerpo, es el jefe del mismo, Rafael Ferrándiz, que recibe a Madrid Total pocos días antes de dar este discurso, un "honor" que jamás se habría imaginado. "Me llamaron después de la primera reunión del comité festivo de las fiestas y me dijeron que el concejal del distrito Centro había propuesto que el Cuerpo de Bomberos hiciera el pregón", explica.
"Me pareció una idea muy bonita y le dije que buscaríamos a alguien. ‘No, no, no, que tienes que ser tú. Eres el jefe del cuerpo y es el pregón’, me dijeron. Bueno, es difícil discutir órdenes aquí. Ni yo mismo soy capaz de incumplir mis órdenes. Bueno, pues me toca hacerlo".
Así pues, 39 años después de acceder al cuerpo -y cinco después de ser nombrado su jefe- Ferrándiz será el encargado de dirigirse a los madrileños en la festividad de este año. "En el tiempo que llevo aquí he hecho muchas cosas. He tenido que dar discursos, evidentemente, por dar resultados, por nuestra festividad, por la entrada de personal. Pero un pregón de Madrid no me lo había imaginado nunca. Es cierto que además ha sido como un reto".
Esta entrevista se celebra el miércoles, es decir, dos días antes de que se celebre el pregón. Pese al "reto" que le ha supuesto, Ferrándiz ya tiene preparado el pregón que se celebra este viernes.
"El mensaje es un mensaje de convivencia, de festividad, de gozo, de alegría y de encuentro, pues es algo en lo que nosotros siempre insistimos. En Madrid es que el vecino es un recurso del otro vecino", explica el jefe de bomberos.
"La pandemia nos aproximó mucho a la vecindad, que se había olvidado, y eso no hay que olvidarlo. Cuando acudimos a una llamada que hace alguien y no hay nadie en la puerta, entramos a ciegas. Tenemos una llamada de 30 segundos que ocurre algo, pero nada más. En cambio, cuando sale un vecino y te dice pues sí, aquí vive doña María y lleva dos días sin salir a por el pan. Pues algo ha ocurrido".
"El vecino ayuda al vecino, nos dice si hay un problema en la finca. El vecino nos dice si han hecho una reparación de gas. Creemos que esa vecindad en una gran capital como es Madrid, que tiene un impacto en el resto de poblaciones de alrededor tremenda, no la podemos perder. Esa vecindad nos hace ser mucho más humanos. Así que ese es el mensaje, un mensaje de vecindad, de encuentro y de convivencia".
Este reconocimiento es especialmente significativo para Ferrándiz por su historia personal. "Yo me casé en la iglesia de San Pedro, de la Virgen de la Paloma, y fui pasado por el manto de la Virgen que es lo típico de la zona de Lavapiés. Mi familia es de allí y además he sido jefe del Parque de la Puerta de Toledo. He participado en las procesiones, las he fomentado y conozco bien la fiesta".
De Almacenes Arias al Windsor
En sus casi cuatro décadas de servicio, Ferrándiz ha sido testigo directo de algunos de los sucesos más trágicos que ha vivido la capital. Ahora, con 63 años, sigue al pie del cañón. Porque ser jefe de bomberos no le libra a uno de la acción.
"Todos los bomberos de Madrid, todos, desde el jefe del cuerpo al recién entrado, van a fuegos. Yo también hago intervención. Evidentemente, yo no voy a ir con la manguera, cosa que es muy interesante, pero se enfadaría un compañero mío más joven, ¿no? Pero si hacemos intervención".
Recientemente, le tocó asistir al incendio del restaurante Burro Canaglia de Manuel Becerra donde murieron tres personas. El suceso se produjo muy cerca de donde los bomberos tienen el parque central de Madrid y donde Ferrándiz trabaja a diario.
"Acudimos antes incluso de que nos llamara el 112, porque los vecinos nos llamaron", afirma, reforzando su argumento en favor de la vecindad. "Hasta el jefe de guardia oyó las voces y los bomberos estaban fuera del parque, fueron los primeros que intervinieron con las instalaciones de agua del supermercado de al lado".
Esa intervención es la última de una larga lista de sucesos que han marcado la vida de Madrid y la de nuestro protagonista. "Dentro de mi historia laboral, recuerdo especialmente el incendio de Almacenes Arias con los rescates de los diez compañeros que fallecieron".
"La cantidad de atentados a los que he tenido que acudir son siniestros que personalmente me han marcado mucho. Un siniestro muy peligroso y muy complicado fue el Windsor. Logramos salir después de todos los intentos que hicimos de hacer la extinción. Algo que era no complejo, sino imposible. Esos son los que más me han marcado. Donde he tenido compañeros que han fallecido o donde ha habido siniestros en los que nos han avisado tarde y cuando hemos llegado ya había pasado mucho tiempo y las víctimas estaban dentro y no hemos tenido oportunidad de rescatarlas".
Por el contrario, Ferrándiz también pone en valor las muchas intervenciones de los bomberos que han resultado exitosas. "Hemos conseguido hacer rescates que algunos pudieran decir de superhéroes. No somos héroes en absoluto, sino que nuestro sistema de trabajo es muy competente. Los bomberos son gente muy entrenada que es capaz de, apoyándose unos a otros, de echarle el brazo a alguien y sacarle de un apuro".
Por eso, "cuando un bombero entra al servicio le decimos siempre que intenten llegar a sus últimos años de trabajo con la misma ilusión que has entrado".
—¿Tiene usted la misma ilusión que cuando entró?
—No te quepa la menor duda.