Puerta abierta, pero caso sin cerrar. Yolanda y Jaime han accedido este martes por primera vez en cuatro años y medio a la casa donde se criaron sus dos hijos menores. Todo ese tiempo ha estado habitado por una inquiokupa que dejó de pagar el alquiler en mayo de 2019. 

Este martes, tras un infierno de papeleo judicial, negociaciones infructuosas y quebraderos de cabeza, una comisión judicial ha ejecutado el desahucio de Ana Isabel J. C., una tarotista que ha vivido 54 meses sin pagar un duro a sus caseros. "Parece que termina la pesadilla", clama Yolanda, cuya historia ya contó Madrid Total en enero de este año.  

La inquiokupa huyó el sábado de Madrid, antes de que la Policía Municipal entrara por la fuerza en este piso de la calle Ignacio Santos Vinuelas, en el distrito de Villaverde. La casa ha sido recuperada, pero Ana Isabel todavía debe 29.900 euros de alquiler impagado. Yolanda y Jaime, impotentes, están seguros de que nunca verán ese dinero, pero no por ello van a dejar de exigirlo por la vía judicial. 

[El infierno de Yolanda: 4 años con una tarotista 'inquiokupa' en su piso a la que no puede echar]

Son las 13 horas en Villaverde. Yolanda y Jaime esperan a la comisión judicial acompañados por este periodista, un equipo de Telemadrid, un cerrajero y un técnico de instalación de alarmas. 

En lo poco que dura la espera, tres vecinos les reconocen. Son los dueños del piso más famoso del bloque, el que siempre tenía las persianas echadas, el que parecía habitado por un fantasma que solo se dejaba ver de madrugada.

—¿Ya se ha ido? -pregunta un vecino. 

—Sí, se largó el sábado. A ver cómo nos encontramos la casa -responde Yolanda.

El cerrajero se afana en abrir la puerta durante varios minutos. Se vale de un taladro y numerosas herramientas. El proceso dura varios minutos. "Suelen tardar bastante", afirma María, la abogada, que está especializada en desahucios. Finalmente, tras varios intentos, la puerta se abre. 

—De 1 al 10, ¿cómo de complicado ha sido abrirla?

—Un 5. Estaba la llave echada por fuera y había un tornillo dentro de la cerradura -explica el cerrajero.  

Dentro del piso

La casa huele a rayos, como si no se hubiera ventilado en todo el tiempo de okupación. Las paredes -otrora blancas- están totalmente amarillentas por el alquitrán del tabaco. El termo está roto, toda la cocina llena de basura, el sofá destrozado... y un largo etcétera.

En el suelo, un periódico fechado en noviembre de 2018 demuestra que la limpieza no entraba entre las aficiones de los okupas. Desde el principio de esta okupación, la tarotista okupa ha compartido la casa con Juan Carlos M. R.

—¿Qué sentís al entrar aquí?

—Bastante rabia. La vivienda la dejamos completamente reformada. Ventanas, suelo, calefacción, cocina... Y ya lo ves.

Jaime muestra fotos de como estaba la casa cuando la alquilaron en 2016. Parece mentira que sea el mismo piso. Ahora el matrimonio tiene muy claro que quiere reformar el inmueble y venderlo. Después de tantos quebraderos de cabeza, no quieren saber nada de esta casa. 

La inquiokupación de esta casa ha sido una fuente de disputa entre inquilina y caseros, pero también dentro del propio matrimonio. "Yolanda tuvo que tomar distancia de la Plataforma de Afectados por la Ocupación, porque le estaba afectando demasiado. No parábamos de discutir. Como siguiéramos así, nos íbamos a separar", confiesa el casero. 

Finalmente, este matrimonio ha seguido remando al unísono frente al calvario. Lo peor ya ha pasado. Ahora queda por ver si recuperan algo del dinero que han dejado de ganar en todos estos años.