Hasta 24 familias desalojadas, cien mil años de formación geológica, 5.156 m³ de mortero empleados, dos socavones y más de un millón de euros gastados. Los vecinos del barrio La Montaña, en Aranjuez, llevan viviendo casi medio año con desconcierto y cierto surrealismo las consecuencias de un misterioso fenómeno.
Todo comenzó en noviembre del pasado año, cuando el primer socavón se manifestó en el barrio, en una zona verde próxima a la glorieta del Valle del Loire, muy cerca de un edificio residencial. Ya desde el principio creó preocupación entre los habitantes del lugar. Más todavía cuando pasó, con el paso de los días, de medir tres metros de diámetro a ocupar 12 metros y tener 17 de profundidad.
Priorizando la seguridad de las personas, optaron por desalojar a 24 familias que, desde entonces y con una Navidad de por medio, no han podido volver. Muchos se quedaron con familiares o amigos y se buscaron su propia solución. Ocho estaban en situación de vulnerabilidad. El Ayuntamiento les ayudó para quedarse en hoteles.
Las consecuencias en el barrio
Se produjo una negociación con la propiedad que les ofreció otra casa. No sin ciertos problemas y controversia porque lo que les ofertaban era un contrato nuevo con fianza nueva.
"A día de hoy creo que no existe nadie sin recurso de habitabilidad", cuenta Jose María Belmonte, presidente de Asocum, la asociación de vecinos del barrio, a Madrid Total. También explica que una de las afectadas era una chica embarazada cuya alternativa era dormir en el coche. A través de Servicios Sociales se le ofreció otra vivienda con contrato nuevo.
Mientras tanto, los números 2 y 4 de la Calle Cáceres se iban deformando hasta 27 mm. Se produjeron daños visibles en la planta baja, los trasteros y el garaje, según contaron Pedro Mejía, arquitecto municipal, y el delegado de Urbanismo, Nacho Díaz, en una reunión con los vecinos a finales de febrero.
Para entonces, todavía no habían estudiado la interrelación que tiene el agujero con el edificio. Relataron en que había consistido su plan de acción. Pasba por rellenar el socavón con mortero.
Actuación en la zona
El Ayuntamiento firmó un contrato con la empresa Rodio Kronsa, SA, que pasaba por utilizar 5.423,97 m3 de mortero. Finalmente sólo se usaron 5.156 m3 dispuestas en cuatro fases. La primera, de 1.925 m3, el 30 de enero. La siguiente, de 209,41 m3, el 5 de febrero. La penúltima de 2.055,56 m3 tuvo lugar el 10 de febrero. Por último, emplearon 1.234 m3 el 13 de febrero.
En total, 1.066.739,57 euros de gasto, que engloban además un convenio con la Fundación Agustín de Betancou, los estudios pertinentes y la obra. Los trabajos tenían como objetivo, especialmente, evitar que la cavidad creciera hasta los 45 metros que entraron en sus estimaciones.
Actuaron así siendo conscientes de que no constituía una solución definitiva. Se trataba de una una medida de contención requerida con el fin de evitar el colapso de los edificios.
Decidieron echar cemento porque "era lo más conveniente", asegura Belmonte. "Si no hacían eso el edificio se podía venir abajo. Si lo hacían quizás no se solucionaba el problema pero evitaba que fuera a más".
El orígen del problema
Ingenieros de caminos y geólogos de la Universidad Politécnica de Ingenieros de Caminos de Madrid han estudiado el fenómeno, intentando explciarlo. Y siguen evaluándolo. Según las conclusiones que presentaron a los vecinos el socavón, seguramente, se empezó a crear hace cerca de 150.000 años.
En las últimas cinco décadas, por el regadío y la urbanización de la zona, el agua ganó presencia y eso, seguramente, socavó la capa de yeso y la parte superior, de arcilla, así como el techo, se debilitaron, hasta que cayó la capa superior. También pudieron afectar las lluvias del pasado otoño.
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Belmonte explica que allí hay un meandro del río Tajo. "Había producido varias dolinas haciendo media circunferencia, que era el cauce de ese meandro". Así se produjo la cavidad, que se aceleró por las filtraciones.
La prueba de un dron dterminó que existe una cavidad que pasa debajo del edificio colindante, algo que los profesionales que trabajan en la zona quieren confirmar.
La aparición del segundo socavón
Cuando ya se veía la luz al final del túnel, la aparición de un segundo socavón el pasado 25 de marzo reabrió la herida. A través de estudios en curso, se espera obtener información oficial sobre la relación entre ambos, una posible solución y el plan a seguir.
"Parecía que estaba todo más o menos controlado mientras seguían haciendo estudios geotérmicos cuando, no se sabe si por las lluvias o por qué causa, se ha abierto un segundo socavón pegado al primero", relata el presidente de Asocum.
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Este segundo socavón, de entre seis y diez metros de diámetro, bordea el perímetro del primero. Tras el desprendimiento inicial ha ido cayendo más tierra y la tapa de arriba ha ido cayendo y ha quedado al descubierto otro agujero.
Por ahora, lo único que pueden hacer es realizar más estudios para analizar las causas. Según ha comunicado el Ayuntamiento de Aranjuez, están realizando pruebas de microgravimetría, estudios de georadar y sondeos. Comprobarán, dice Belmonte, "si la causa es la misma", si es "otra dolina" o "si está producido por el primero". Después, será el momento de las decisiones, que, como asevera el Ayuntamiento, "siempre basadas en los informes de los expertos".