El próximo 31 de julio el vanguardista barrio de Lavapiés perderá una de sus tiendas con más de 20 años de vida. Se trata de Ficciones, el último videoclub que queda en Madrid.
Una tienda especializada en cine de autor al que, a pesar de tener un público fiel, ya no le daba para seguir subsistiendo. "Hice paquetería y venta de películas. También he compartido local con un fotógrafo y con una ONG. Le tengo que pedir dinero a mi hijo todos los meses. Por eso ya he decidido que se acabó. Cuando estiras mucho la cuerda hay un momento en el que se va a romper y prefiero dejarlo antes de que ocurra eso", explica Marcia Seburo, una mujer boliviana de 64 años que ha decidido que es hora de cerrar el negocio en el que ha invertido toda su vida.
Contaba con otro local hace siete años en Malasaña, que tras las subidas del alquiler y otros gastos, decidió dejar atrás para unificarse en el número 15 de la calle Juanelo, cerca del metro de Tirso de Molina.
Esta tienda cuenta con un catálogo de unas 50.000 películas entre las que, comenta su propietaria, destacan auténticas joyas. "Si ves ochenteradas avísame", le dice un joven a su amiga mientras pasean por el local asombrados. Un público con el perfil claro de admirador del cine de culto. De películas descatalogadas, antiguas y poco conocidas.
El videoclub lo abrió un amigo suyo, Andrés, en 2003. "Vio que había muchos, pero ninguno con este tipo de cine. Entonces todos tenían solo estrenos y películas comerciales", explica en conversación con Madrid Total. Más tarde, ella tomó el relevo de la tienda.
Plataformas y piratería
En sus inicios, el videoclub tenía tanta afluencia que había incluso colas para poder alquilar sus películas. En torno al 2010, la situación comenzó a cambiar. La piratería les obligó a añadir a su catálogo obras de todo tipo, incluyendo los estrenos comerciales, para poder salvar el negocio.
De esta manera siguió en pie con un público habitual que se negaba a darle su dinero a plataformas como Netflix o HBO (ahora Max). "A raíz de la pandemia ya era insalvable. El confinamiento obligó a los que no querían suscribirse a estas opciones a hacerlo por no tener otra alternativa", apunta Seburo.
De hecho, una vez levantado el confinamiento pusieron en marcha un crowdfunding para sobrevivir con la tienda y no tener que despedirla. En él recaudaron más de 4.900 euros, pero no ha sido suficiente dos años después.
A raíz de la noticia del cierre en unos meses del local y la venta de sus películas, la afluencia ha crecido con la intención de hacerse con algunas de las joyas más únicas que tiene. Algunas más baratas de lo que podría esperar un coleccionista de este tipo de obras.
Y es que la intención de la mujer es deshacerse de todo su catálogo lo antes posible. Cada película tiene un precio distinto, pudiendo ir desde los 4 euros hasta los 100 euros en algunos casos. "Por ahora la más cara que he vendido es una de 30 euros", dice. Su método es rebajarle un 20% al precio estándar que tiene cada obra en Amazon.
Entre el gentío que se acerca al mostrador del local unos días después del anuncio, una vez que se ha corrido la voz de la noticia, un hombre le relata una lista de obras que le gustaría comprar. "Esa guárdamela porque ya no la venden", le dice sobre una en particular que no estaba disponible en ese momento para su compra.
"Tengo obras que no hay en ninguna parte", dice apesadumbrada. "Le tengo muchísimo cariño a algunas películas. Te prometo que se me parte el alma, pero hay que seguir adelante", exclama después de haberse desprendido de unas cuantas durante una tarde.
Una parte de los clientes que aparecen son algunos de los habituales. Uno de ellos decidido a comprar el bono de diez películas, termina comprando el de cinco al enterarse del cierre. Una revelación que recibe con asombro y pena. Seburo explica que "más de alguno quedaba todavía, pero aun así no da para cubrir todos los gastos que implica tener la tienda abierta". A pesar de ya solo estar por las tardes de martes a domingo.
"De mi vida personal no sé nada", añade la mujer. Una de las opciones que baraja es jubilarse. Un merecido descanso con ya casi 65 años. "Aunque me hubiera gustado aguantar un poco más".