Cuando las llamas queman ya casi de 7.800 hectáreas en Sierra Bermeja y avanza sin freno por quinto día consecutivo, algunos expertos empiezan a mirar al día después, a qué ocurrirá cuando el fuego se apague y haya que afrontar el reto de recuperar lo ahora perdido. En esta posición se encuentra José Damián Ruiz Sinoga, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Málaga (UMA), y uno de los mayores expertos en la materia.
Ruiz Sinoga no esconde su pesar por la tragedia medioambiental que está provocando el incendio, pero abre una puerta a la esperanza. "Dentro de que es un auténtico desastre, en mayúsculas; es dramático; puede haber halos de esperanza", sostiene, apuntando a la propia idiosincrasia del escenario Mediterráneo.
"El Mediterráneo es muy poco resistente, basta con que alguien le meta fuego para que se líe, pero es un ecosistema extraordinariamente resiliente", defiende. En este punto, reclama prudencia y que se utilice el "sentido común", incidiendo en la necesidad de esperar a conocer realmente aquellas superficies que han resultado calcinadas y que no son recuperables salvo mediante intervenciones directas de repoblación.
Para sustentar este convencimiento, Ruiz Sinoga habla del trabajo que viene realizando junto a otros profesores de la Universidad, Juan Francisco Martínez y Paloma Huesos, estudiando todos los incendios ocurridos en la provincia en las dos últimas décadas.
"Lo que nos enseñan es que a lo mejor no hay que volverse locos y empezar a repoblar todo, sino sólo en la parte en la que sea necesario", destaca. Ruiz Sinoga confirma, por las imágenes que ha podido observar, que hay parte del territorio calcinado, mientras que otras superficies están quemadas o chamuscadas.
Puntos de menor intensidad en los que, a su juicio, hay que dejar a la naturaleza actuar. Para este experto, va a resultar clave en el futuro del paraje "la lluvia posincendio". "Lo que llueva de aquí a diciembre es clave para determinar cómo se recupera esa zona", apostilla.
Y agrega: "Dependiendo de las lluvias podemos encontrarnos en enero o febrero unas fases de germinación y brotación , de manera que en un periodo de tiempo de cinco o siete años se pueda recuperar; al menos la vegetación matorral".
En el caso de la arboleda, podrá necesitar "más tiempo, 10, 12 o 15 años, pero se va a recuperar sola; ojo con volvernos locos y hablar de que mañana estamos repoblando; vamos a dejar a la naturaleza que actúe".
En su particular análisis de la situación llama la atención sobre la relación que el actual incendio tiene con el cambio climático. "Es verdad que en un incendio como éste hay muchos factores, como la velocidad, la intensidad, las condiciones meteorológicas, pero otro es la disponibilidad de combustible biológico y ahí entramos directamente con el cambio climático".
"Los suelos están entrando en un punto de marchitez durante más días; la vegetación se agosta, se muere antes de tiempo", precisa, señalando que la vegetación ahora afectada probablemente ya estaba muerta en junio. Esto hace que haya "un exceso de combustible; es una yesca que arde con una facilidad extraordinaria".
Ruiz Sinoga denuncia, a su vez, la "frivolidad" con la que la gente lanza su opinión sobre la gestión en la extinción del incendio, más aún "cuando hay gente que se está jugando la vida allí". "No es el momento de empezar a hacer valoraciones", insiste.