Las horas se hacen eternas para las mujeres de la Asociación para Mayores con Iniciativa (AMI) esperando a que llegue el miércoles, día en el que visitan juntas a Ana Ruiz y Adriana Altube, las psicólogas que coordinan 'La Brújula de la Esperanza', un programa promovido por 'El Teléfono de la Esperanza' de Málaga con el objetivo de acabar con la soledad de nuestros ancianos.
En este proyecto, los mayores, en su gran mayoría mujeres, asisten a sesiones de terapia grupal donde trabajan desde la memoria o el cálculo, hasta su orientación visoespacial o el lenguaje. Asimismo realizan sesiones de risoterapia y abren sus sentimientos al resto de sus compañeras.
"A mí me ha cambiado la vida AMI y acudir a las sesiones de Ana y Adriana", dice de manera muy rotunda María Victoria Sánchez. Tiene 78 años, es viuda desde 2015 y sus cinco hijos viven fuera. "Mi marido estuvo 11 años enfermo y yo dejé de vivir mi vida para vivir la suya", cuenta. Cuando su marido murió, su mundo se apagó por completo hasta el punto de que una noche, sola en casa, sufrió un grave ataque de ansiedad. El 061 acudió a casa a asistirle.
Al día siguiente María Victoria fue a su médico de cabecera. "Lo que te pasa es que te hace falta salir a la calle. Ya está bien. Mi compañera te va a llevar a un sitio donde te van a ayudar". Estas palabras marcaron un antes y un después para ella. La llevaron a AMI, empezó a conocer gente y ahora es hasta la secretaria de la asociación. "Me ha dado grandes amigas y soy muy feliz", reconoce.
Además, ve esta nueva etapa como una segunda oportunidad. Durante prácticamente toda su vida no pudo trabajar porque su marido nunca quiso que lo hiciera. Cuando finalmente logró entrar a una consulta como enfermera y su carrera estaba despegando, su marido enfermó y dejó la clínica. "A mí me gustaba mucho trabajar y sobre todo aprender, pero ya sabemos cómo eran los hombres de antes. En casa siempre como si estuvieras escayolada", recuerda.
Fuera de la terapia y sus actividades, Susana Montenegro, presidenta de AMI cuenta a EL ESPAÑOL de Málaga que no falta nunca una quedada semanal para tomar un helado o una "cervecita". "Yo soy de las más jóvenes y me apunto a todas. A muchas las saca de la rutina y pasan muy buen ratito". Así, como presidenta, dice que la llamada de la Brújula de la Esperanza fue una alegría para todas ya que en 2020 no pudieron verse tanto por la pandemia.
"Desde AMI ahora estamos moviendo hilos para iniciar el nuevo curso. Ya estamos reuniéndonos y planificando proyectos", confiesa con ilusión Montenegro, deseosa de que la pandemia pase y puedan retomar totalmente la normalidad más allá de acudir cada miércoles a su cita con las psicólogas.
Así, Susana reconoce que una de las cosas que más agradecen desde la asociación es las lecciones de nuevas tecnologías que Ana y Adriana les dan. "Todas estamos conectadas por Whatsapp y cada vez controlamos mejor los móviles. Esto les viene genial para tener siempre contacto con la familia", dice la presidenta.
Susana lleva cuatro años al mando de la asociación porque se considera una persona inquieta y con ganas de ser útil dentro de la sociedad. "Me ofrecieron que probara en la asociación y me ofrecieron el cargo. Aquí seguimos", dice entre risas.
A sus 67 años, tiene a su marido, pero sus hijos están independizados. "A mí esto me da vida, estamos siempre de un lado para otro. Incluso el día 15 nos vamos a hacer la Ruta de los Templarios, en Portugal", dice orgullosa recordando lo mucho que echaba de menos esos viajes en grupo a los que, por cierto, también van algunos maridos.
"Estar en AMI y con las chicas, en mi caso, me despeja y me quita de la cabeza la pandemia y todos los problemas que tenemos. De hecho, hice los talleres de la memoria y me dijeron que estaba perfecta, lo que me hizo mucha ilusión. ¡Me dieron hasta un diploma!", dice Ana, otra de las usuarias de ambas iniciativas, con una gran sonrisa.
Ana González tiene 76 años y está mentalizada de que tiene que vivir sola, pero le encanta escuchar los consejos de las psicólogas y aplicarlos en su día a día. "Para mí ha sido uno de los veranos más felices de mi vida. Por un problema médico llevaba tiempo sin ir a la playa y este año cada sábado íbamos y llegué hasta a meterme en el agua. Encontrarme de nuevo con el mar ha sido un gran premio. Me emocioné mucho", dice Ana.
Al acabar la charla, Susana Montenegro, la presidenta de AMI, hace hincapié en que todos aquellos mayores que estén solos y se topen con este reportaje no se corten y llamen al Teléfono de la Esperanza o a AMI, que allí siempre van a tener hueco. "Aprovechad estas oportunidades, que la vida pasa mientras nos quedamos encerrados viendo la televisión y hay mucho mundo y cosas que hacer", concluye.