La culminación de la Catedral de Málaga supone un cisma en clave local que va más allá del propio inmueble. Una discusión basada en argumentos artísticos, arquitectónicos, culturales y, por qué no, identitarios, que parece haber encontrado consenso únicamente en un punto: la cima. El tejado a dos aguas, planteado como solución a los problemas que presenta la cubierta del templo, goza del respaldo unánime debido a los problemas estructurales de las actuales cúpulas.
Sin embargo, ¿qué ocurre con el resto del templo? La torre sur, la balaustrada, la sacristía mayor o el propio programa iconográfico exterior deja en el aire la respuesta a la pregunta. EL ESPAÑOL de Málaga ha hablado con historiadores del arte, representantes de las promociones más recientes de la disciplina, quienes han reflexionado sobre el futuro de la Iglesia de la Encarnación.
José Manuel Leiva Aldea (promoción: 2013-2017)
Pese a ser un defensor acérrimo de la culminación del proyecto, considera que hay prioridades a la hora de acometerlo: "El tejado tiene que ser lo primero; las torres, lo último". Argumenta que, desde un punto arquitectónico, la realización (porque nunca ha llegado a hacerse) de la cubierta es fundamental, ya que los arreglos han acabado fallando, dejando desprotegida la cubierta: "Desde que tengo uso de razón, recuerdo ver las redes internas en la Catedral para que no se caigan los cascotes, muchas veces con globos de niños enganchados".
La estética es importante, pero la solidez es fundamental de cara a su conservación
En cuanto a la terminación de la torre sur y del resto de elementos inexistentes, explica que hay un conflicto dentro de la disciplina que buscar dar respuesta a una cuestión. ¿Se trata de un falso histórico? "El falso histórico es pasar por antiguo algo que no lo es. Por poner un ejemplo, sería como reconstruir tal y como eran las cubiertas de Notre Dame destruidas en el incendio del 15 de abril de 2019. En ese caso, se estaría engañando a la gente".
Referido a la situación concreta de Málaga, afirma que el caso más cercano con el que compararnos es, precisamente, con la catedral parisina: "Los expertos opinan que lo suyo sería hacer algo contemporáneo. Sin embargo, en la Encarnación, la torre sur no se ha llegado a construir, por lo que los trabajos consistirían en ejecutar algo que ya está proyectado y concebido".
Insiste en que, a lo largo del tiempo, han sido muchas las ocasiones en las que las obras se han tenido que paralizar: "Los cinco siglos de historia de la Catedral se han caracterizado por cambios de planes y modificaciones sobre cómo iba a ser el edificio. Es más, durante varias décadas se usó la mezquita mayor de la ciudad como catedral, realizándose cambios estructurales y decorativos, igual que en la Mezquita Aljama de Córdoba. De hecho, entre finales del XVI hasta principios del XVIII, las obras estuvieron completamente paradas, y luego se volvieron a reanudar".
Lidia Henares Millán (promoción 2017-2021)
Esta estudiante del máster en Tutela del Patrimonio Artístico, y divulgadora cultural a través de la cuenta @ladamadeljoyel, añade que el tejado a dos aguas ya existe en otras grandes obras del patrimonio, como la Catedral de Murcia o de Granada: "Se ha puesto en práctica con anterioridad. Es la solución".
¿Es un falso histórico construir entonces la torre inacabada? "Depende de cómo se plantee. Creo que está dentro del contexto cultural de la Catedral. Ya ha pasado en varios momentos, cuando se recomenzaron las obras en el XVIII. Está claro que terminarla sería lo lógico, la pregunta es cómo ejecutarlo. Lo que no se puede hacer es algo mimético (exactamente igual), que la gente no sepa o comprenda la diferencia de los tiempos".
Subraya que es un dilema difícil de resolver, especialmente valorando "las connotaciones sociales del templo", ya que su no terminación es un símbolo de la ciudad: "Se ha caído en el sentimentalismo típico de defender un templo sin concluir. Si lo vemos desde el rigor científico, terminarla sería un acierto".
Se ha caído en el sentimentalismo típico de defender un templo sin concluir. Si lo vemos desde el rigor científico, terminarla sería un acierto
También hace alusión al caso de Notre Dame: "Ha habido un falso histórico desde el momento en el que han argumentado hacer lo mismo, pero mejorado. Sin embargo, la presentación de proyectos sobre cómo restaurarla fue una locura. Se plantearon cosas que perdían el sentido de lo que es: un templo religioso. A pesar de que existen tecnologías muy avanzadas, hay que tener en cuenta la funcionalidad y el propio valor histórico del edificio. No puedes meter con calzador algo que está desvinculado de la propia razón de ser del inmueble. ¿Un jardín en el techo? ¿Qué sentido tiene eso?"
En el hipotético caso de que se abriera este debate desde un punto de vista pragmático, considera que sería importante crear un equipo multidisciplinar, integrado por expertos en las diferentes parcelas a las que afecta su ejecución, y no únicamente por arquitectos.
Cayetano Villodres Fernández (promoción 2017-2021)
El hecho de que La Manquita sea un apelativo cariñoso arraigado en el imaginario colectivo de la ciudad no es casualidad. Este estudiante del máster en Desarrollos Sociales de la Cultura Artística explica su origen: "Con la llegada del siglo XIX se origina la creación identitaria de los pueblos. Eso, sumado a la idiosincrasia malagueña de exageración y el ADN andaluz (que hace, de la falta, una virtud), da lugar al apelativo que hoy conocemos. A nivel de ciudad, esa búsqueda la encontramos en la Catedral con La Manquita. Es un sinsentido no acabar con tal de preservar el nombre".
En cuanto al desarrollo de la restauración, argumenta que se trata de un proceso regulado en las Cartas Internacionales de Patrimonio, emitidas por la UNESCO: "Hay un modelo de construcción que se llama reconstrucción por formas o en volumen. Me parecería interesante que para la terminación de la Catedral se sigan estas líneas de una forma equilibrada para conjugar los criterios artísticos modernos con la proyección original de la obra. Es imprescindible que las futuras generaciones sepan diferenciar qué es lo añadido de qué es lo original".
Su proyección del conjunto va más allá y explica que, para el tejado a dos aguas, le encantaría el uso de materiales alternativos, incluso con enfoques ecologistas para no abusar de la cantera: "Sería genial acabar una obra renacentista con elementos contemporáneos. De hecho, el edificio parte de asentamientos góticos, con fuerte desarrollo en el barroco, pero sin concluir en nuestros días. Con esa interacción contemporánea contaríamos con un ejemplo de arquitectura viva. Un interesante muestrario de estilos artísticos que perviven en un todo. Una sinfonía inacabada, como titula Juan Manuel Sánchez la Chica su libro".
Me encantaría el uso de materiales alternativos, incluso con enfoques ecologistas para no abusar de la cantera
Villodres concibe cada uno de los elementos inexistentes desde distintas perspectivas: "Optaría por la reconstrucción en volumen para la torre Sur, ya que no deja de ser un referente tan importante que determina la vertiente histórica de la ciudad. Eso permitiría apreciar su reconstrucción, aunque la diferencia vendría dada por la propia piedra; tendría otro color, lo que conllevaría que una torre fuera más clara y la otra mucho más oscura. En el conjunto sí sería fiel al plano, pero los detalles se podrían reproducir en un lenguaje contemporáneo, especialmente aplicable para el programa iconográfico".