"Aquí tratamos que se respire siempre vida y alegría, nada que ver con los comienzos, donde los enfermos de SIDA llegaban terminales por la falta de avance en la medicina", recuerda Paqui Cabello, directora de la Casa de Acogida Colichet de Cáritas, en Churriana (Málaga), donde se encuentran personas con la enfermedad del VIH en estadio avanzado.
Es 1 de diciembre, Día Mundial de la Lucha contra el SIDA y, probablemente, el hogar que dirige Paqui, con su labor incansable, ha sido uno de los buques insignia de la lucha contra el SIDA en los últimos casi 30 años en Málaga. Paqui lleva formando parte de él desde hace prácticamente veinte.
El proyecto comienza en 1992, cuando el doctor Francisco Gómez Trujillo, además de atender a los enfermos de SIDA mientras estaban en el hospital, también se preocupó por el futuro de aquellos a los que daba el alta. No todos tenían la suerte de contar con un lugar adecuado para llevar hacia delante todos los cuidados que les eran necesarios.
Así, él fue el reflejo del empeño por lanzar el proyecto de la Casa Colichet. Tras mucha lucha, implicación y compromiso con otros compañeros, todos consiguieron que en 1992, cuando el obispo de Málaga era Ramón Buxarrais, se acondicionara el antiguo cortijo donde se encuentra la casa de acogida en la actualidad y se instalaran en ella cuatro Hijas de la Caridad que estaban dispuestas a ofrecer todos los cuidados que fueran necesarios para los ingresados.
Estas hermanas finalizarán esta misión a final de año, cuando cerrarán una etapa para abrir otra tras 30 años de trabajo. "Nos da mucha pena. Ellas iniciaron la casa y nos han dado mucho. Se queda el listón muy alto y esperamos tirar hacia delante con su proyecto. Lo afrontamos con mucha responsabilidad y también con un poco de pena porque se marchan. Pero son mayores y las destinan a otros sitios para apoyar otras realidades", prosigue Paqui.
Ahora no les queda otra que contratar personal nuevo para hacer frente de la enorme labor que realizaban siete días a la semana y 24 horas al día. "Dos de ellas eran enfermeras y una médico y, junto a mí, que también soy enfermera, llegábamos a cubrir la cuestión sanitaria. Pero ya no queda otra que buscar personas que cubran su lugar", añade Cabello.
Entre las labores que hacían estas hermanas estaban algunas más que primordiales, como las consultas médicas, las relaciones con el hospital y la comunicación y vínculo con los centros de drogodependencia, donde les ofrecen la metadona para las personas que "están deshabituándose a la situación de drogadicción", en palabras de la directora del centro.
En la actualidad hay 10 personas ingresadas de las 13 plazas con las que cuenta el espacio. Esas diez plazas están concertadas con la Junta de Andalucía. "Además, estamos muy contentos, porque se está haciendo una gran reforma en la casa que ampliará las plazas a 29 en total por lo que podremos seguir ayudando gracias a las ayudas", cuenta.
Así, el perfil de estas personas es de aproximadamente 50 años, con VIH en estadio avanzado y, normalmente, dependientes o en riesgo de exclusión social. A lo largo del tiempo han pasado más hombres que mujeres por sus instalaciones. Pese a que en la Casa de Acogida Colichet solo hay personas que están en riesgo de exclusión, Paqui recuerda que el SIDA se transmite, especialmente, a través de las relaciones sexuales, por lo puede afectar a cualquier persona.
Pese a que comenzó siendo un centro que se dedicaba a hacer más amena la despedida de la vida a los enfermos de VIH, la propia Cabello asegura que ahora, con los avances de la medicina, tratan con enfermos crónicos que desarrollan trastornos psicosociales debidos a la enfermedad. Uno de los que más se producen es la demencia SIDA, que provoca el deterioro progresivo de la función mental por el VIH.
La enfermedad es sólo una circunstancia y no el centro de la persona. Han dejado de ser claramente enfermos terminales para ir propiciando en ellos un proyecto de vida con, prácticamente, todas las posibilidades de reinserción social.
"Al principio, fallecían dos y tres personas incluso por semana. Los tratamientos no eran tan eficaces como hoy en día. Ahora, como siempre digo, tenemos vida en la casa", dice Cabello, que asegura que los inquilinos lo pasan en grande cada mañana con talleres de música, barro, teatro o manualidades coordinados por un voluntario. "Nos interesa que estén activos. Es la única forma que tienen de recuperar la autonomía que tenían antes de estar enfermos", añade.
1-D: un mensaje
Paqui Cabello lanza un mensaje claro para un día conmemorativo como este 1 de diciembre: "No podemos relajarnos". La directora hace hincapié en que es una enfermedad que está muy presente a través de la cual no podemos señalar con el dedo. "Es una enfermedad muy discriminatoria y los que la padecen son personas muy normales y corrientes", añade.
Además, aprovecha para denunciar que, en ocasiones, sabe de primera mano que si tienes SIDA te ponen pegas cuando quieres hacerte el seguro de vida. "Te juzgan por tenerlo a ti, porque has hecho algo mal. Pero si tienes cáncer no pasa nada", dice reflexiva.