El cuatro de octubre del año pasado, los vecinos de Carretería se despertaron con el martilleo incesante de una taladradora que poco a poco le fue comiendo el terreno al asfalto. Como si fuera calle Larios en Cuaresma, el trazado de esta histórica vía se llenó de vallas y reposteros, aunque en este caso no eran de damasco rojo, sino de malla verde para separar a los viandantes de los desperfectos.
La primera fase de remodelación del trazado que une la Tribuna de los Pobres con Álamos arrancó cinco años después de que se pusiera sobre la mesa. Todo un desafío para la reurbanización de una zona que pedía, desde hacía tiempo, algo más que un lavado de cara. Sin embargo, hasta que el barco llegue a su puerto, los comerciantes del lugar han tenido (y van a tener) que lidiar con las complicaciones derivadas de vivir en una calle literalmente levantada.
Las sensaciones por aquel mes de octubre ya eran pesimistas. Sin embargo, tras las fiestas, los peores presagios parecen haberse cumplido. Coinciden en una bajada en la clientela y unos datos económicos "malos" tras la Navidad: "Hemos sufrido unas pérdidas del 70%", subraya uno de ellos.
Al frente de la tienda de moda Rosapeula se encuentra Rosa Monteagudo. En declaraciones a EL ESPAÑOL de Málaga asegura que "todo sigue igual" que al comienzo de las obras: "Mal. Nos cortaron el acceso por lo que la llegada de los clientes ha sido casi imposible". Con ese despliegue de vallas y cascotes a lo largo de la trazada, las personas que pasan por la calle y entran al local han desaparecido. Explica que las fiestas son fechas fuertes para la empresa debido a la venta de un gran número de trajes de flamenca y de danza. Este año, sin embargo, "cero": "Peor que en 2020", destaca.
El periodista pregunta sobre el descenso en el número de personas que entran a la tienda: "¿Que entran?", responde con ironía. "Hay días en los que aquí no pasa nadie. El descenso ha podido ser del 99%", afirma. De hecho, apunta a que los compradores que han aparecido por su comercio son personas asiduas que venían buscando algo concreto. En esas condiciones, uno sobrevive mal, con las esperanzas puestas en que finalice la intervención, lleguen las ferias y "esto resurja un poco". Después de unas Navidades "insalvables", todo pasa porque se puedan llevar a cabo las celebraciones y romerías previstas.
Los clientes no entran
Siguiendo el trazado que lleva hasta calle Álamos se encuentra Muebles Espíldora, un negocio familiar fundado en 1936 por los abuelos de su actual propietario, Antonio Espíldora. El dueño de este establecimiento reconoce que las Navidades han dejado de manifiesto el perjuicio que les han causado las obras: "El paso por las aceras es tan difícil que la gente prefiere ir por otras calles, por lo que no entran".
Su sector se ha visto especialmente dañado por el tipo de mercancía. Los muebles que Antonio tiene en su local son de un gran tamaño, por lo que depende del transporte, una actividad muy limitada por los desperfectos: "Nos vamos adaptando, pero salir de aquí ya es de por sí complicado. Tenemos que ir cediendo el paso todo el rato".
Al ser preguntado por la facturación, responde con rotundidad: "He notado una bajada del 70% respecto a los meses antes de que comenzaran las obras. Súmale también todo lo que ha derivado de la pandemia". Afirma que, durante las Navidades de años anteriores abrían hasta las 9:30 de la noche. "¡Y eso que no es una calle muy concurrida!".
Los pequeños detalles, las compras de última hora, encargos atrasados... Todo eso ha desaparecido hasta convertirse en un triste y rotundo nada. "Cero, solo unas pocas cosas. ¿Me preguntas que si se han podido salvar las fiestas?". Duda durante unos segundos: "Haces números y al final, nada. Cuesta, cuesta".
Los números no salen
Estos meses de diciembre y enero ha sobrevivido gracias a los encargos que tenía ya cerrados antes del inicio de las obras. Operaciones que ya estaban en marcha pero que no han ido a más en las últimas semanas: "Te encuentras con días en los que entra nadie. El volumen de negocio ha caído un 70%", insiste.
Se muestra optimista con el futuro, esperando que una vez que acabe "todo vaya a mejor": "Tenemos que amoldarnos", apostilla. En su caso concreto, además, se suma la rotura de una cañería que inundó parte de su establecimiento, deteriorando algunos daños y provocando que tenga que negociar con las autoridades competentes el arreglo de los mismos.
A la orilla de las primeras vallas se encuentra Cristalería malagueña, un negocio especializado que lleva 70 años instalado en Carretería. La antigüedad, en estos casos, se ha convertido en un factor que otorga "solidez y confianza" en la clientela. Es uno de los argumentos que esgrimen con el deseo de que los usuarios les acompañen en el día a día una vez que arranque su fase. Está previsto que a partir de abril comiencen a levantar la carretera que pasa por delante de la puerta.
"De momento nos ha afectado un poco menos que a algunos compañeros, pero veremos más adelante. Supongo que la incidencia será mayor, aunque ya hemos notado una bajada por el número de personas que rehúyen esta zona. Es incómodo y la acera estrecha. El futuro se presenta como una incógnita; ojalá duren lo menos posible", explica Miguel López.