La investigación se inició a raíz de la denuncia presentada por un familiar de una de las víctimas. En ella, daba cuenta de una presunta estafa tras serle comunicado el cargo de dos recibos de un establecimiento, por un importe de 4.195,04 euros, que no habría realizado. Desde ese momento, los agentes procedieron a realizar las gestiones tendentes al esclarecimiento de los hechos y detener, en su caso, a los responsables.

En el transcurso de esta investigación surgieron nuevas víctimas que habrían sido estafadas de forma similar. Además, las compras siempre se habían realizado en el mismo local por lo que los agentes sospecharon que el autor podía ser la misma persona. El importe defraudado a estos nuevos perjudicados ascendía a 9.342,64 euros.

Tanto los afectados como los responsables del establecimiento aportaron datos e información relevante para la investigación, que sirvieron a los agentes para determinar algunas circunstancias importantes en la consecución de los hechos. Además, descubrieron que todos los pedidos se habían realizado (unos por teléfono y otros de forma presencial) dejando como contacto un mismo número de teléfono.

Finalmente, las pesquisas condujeron a los investigadores hasta un antiguo empleado del establecimiento. Todo apunta a que esta persona, con antecedentes por delitos contra el patrimonio, se habría ganado la confianza de sus clientes al ser su repartidor habitual y gracias a su don de palabra y a su amabilidad.

El investigado se habría guardado los datos de las tarjetas de los clientes con los que habría realizado, con posterioridad, los pedidos. El total del perjuicio ocasionado asciende a 13.537,68 euros. Por tales motivos, el antiguo trabajador fue localizado y detenido como presunto autor de varios delitos de estafa.