El mundo vivió un acontecimiento histórico el pasado 25 de diciembre. El James Webb, el mayor telescopio enviado al espacio, despegó sin ningún problema desde el puerto espacial de la Agencia Espacial Europea. Lo hizo gracias al cohete Ariane 5. Se trata de un telescopio 100 veces más potente que su antecesor, el Hubble, fruto de un proyecto de la NASA junto a las agencias espaciales europea y canadiense.
El astrofísico malagueño Pablo Arrabal Haro cumplía 32 años ese mismo día, además de un sueño: formar parte de este proyecto de referencia mundial hecho realidad. El científico, natural de El Palo, trabaja de lleno en una de las iniciativas del James Webb de la NASA para conocer de cerca cómo se formaron las primeras galaxias. También lidera un proyecto en Tucson (Arizona) destinado al estudio de uno de los mayores protocúmulos de galaxias conocidos en el universo lejano-
"Es un honor sin duda. Te sientes entusiasmado. La palabra sería entusiasmo", dice durante una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga cuando se le pregunta por cómo se siente al participar en el desarrollo del mayor telescopio espacial de la historia. El doctor en Astrofísica nos atiende sonriente y amable por Zoom a las ocho de la mañana de allí (16:00 hora peninsular española).
Arrabal terminó el doctorado de Astrofísica en la Universidad de La Laguna a finales de 2019 mientras trabajaba en el Instituto de Astrofísica de Canarias. Después, el malagueño se quedó un tiempo allí por una serie de publicaciones. En esa época sacaron varios proyectos de investigación para trabajar con el James Webb. "Lo pedí y me lo dieron. Me pilló la mudanza a Estados Unidos en plena pandemia", relata. Antes le dio tiempo a pasar un mes de vacaciones en su tierra.
La institución que lo contrató en septiembre de 2020 es el NOIRLab de la National Science Foundation (Fundación Nacional de Ciencia estadounidense) en Tucson, Arizona. "Estoy acostumbrando a vivir fuera de casa desde que tengo 17 años. Mudarme en mitad de una pandemia es curioso, sí. Sin olvidar la cantidad de trámites que tienes que hacer para entrar y trabajar en Estados Unidos", reconoce.
El joven se mudó a un sitio donde no conocía a "absolutamente a nadie". "A mi jefe lo conocí a través de una videollamada. Literalmente lo vi un día porque me invitó a cenar. Después la pandemia no nos los permitió. Hasta pasados 10 meses, no volvimos a empezar a ir al laboratorio. Mientras teletrabajamos", explica.
Gracias al telescopio con un coste de 9.700 millones de dólares estaremos más cerca de conocer cómo se forma nuestro sistema solar. "Este telescopio es el mejor telescopio espacial que se ha hecho nunca. Su antecesor, el Hubble, es complementario. Este observa en un rango de longitudes de onda diferentes. Observan cosas diferentes", aclara.
El objetivo científico principal es primero el estudio de galaxias lejanas y la formación de las primeras estrellas. "Eso conlleva el estudio de formación de sistemas planetarios como el sistema solar. Además de la búsqueda de planetas con condiciones de habitabilidad similares a la tierra", resume.
Arrabal está en varios proyectos y juega un papel importante en dos de ellos. Uno se trata del CEERS (Ciencia para la Divulgación de la Evolución Cósmica Temprana). "Es un cartografiado grande utilizando tres de los instrumentos que van a bordo del James Webb. Yo estoy al cargo de la ciencia que se hace con espectroscopia. Ese proyecto va a servir como una prueba de los grandes cartografiados que se van a hacer en el futuro similares de estudios del universo profundo", apunta.
"En parte es como una primera prueba de lo que va a venir más adelante. Encontrar las galaxias más lejanas que jamás hemos visto y analizar otras propiedades que no hemos podido estudiar con la instrumentación que tenemos de galaxias que ya conoces, pero que podemos conocer más. Hay espectros de energías que no podemos ver con los telescopios que tenemos hoy día y James Webb va a permitir ver esas regiones", puntualiza.
En concreto, en este proyecto han trabajado hasta el momento en simulaciones de galaxias lejanas y cómo van a ser vistas por los tres (de cuatro) instrumentos a bordo del James Webb que utilizan (NIRCam, NIRSpec y MIRI). "Parte de este trabajo está destinado a preparar a la comunidad astrofísica para manejar los datos reales que recibiremos cuando comiencen las observaciones. Este último año y medio he estado trabajando en simulaciones de galaxias muy lejanas como van a ser observadas por el instrumento NIRSpec del James Webb", concreta.
Con estas simulaciones ha testado (y ha contribuido a mejorar, en el proceso) el software de procesamiento de datos del telescopio, en concreto la parte referente a los datos de NIRSpec. "Estos días estoy trabajando en documentar estas simulaciones, que haremos públicas en unas semanas junto con un par de programas para mostrar con ellas cómo utilizar el software de procesamiento de datos de JWST", cuenta orgulloso.
Proyecto del protocúmulo
El Doctor en Astrofísica lidera también el proyecto del protocúmulo, que trata de analizar el efecto del entorno en las galaxias del universo de hace miles de millones de años. "Lo solicité cuando la NASA abrió el plazo de petición de proyectos públicos para el James Webb. Estoy contentísimo. Ese ha sido el correo electrónico que más ilusión me ha hecho recibir en toda mi vida", relata entusiasmado.
Este proyecto se centra en el estudio de un protocúmulo de galaxias en el universo primitivo. "En el universo cercano existen los cúmulos de galaxias, agrupaciones de galaxias. Son las estructuras más grandes del universo. Esta galaxia está en su propio cúmulo de galaxias. El protocúmulo que vamos a investigar se trata de una época cuando el universo tenía 1.100 millones de años (el universo tiene 13.800 millones de años). Las vemos como eran hace 12.600 millones de años". destaca.
Última fase del despliegue
El telescopio se lanzó plegado en el cohete europeo Ariana 5 el 25 de diciembre. "Hace unos días concluyo la última fase del despliegue. Ha salido todo perfecto", recalca el malagueño, que "ahora mismo" está súper contento y a gusto con su trabajo donde trata a diario con los mejores en el campo de las galaxias lejanas. "Uno nunca sabe dónde va a terminar. En estas cosas depende de donde salgan los proyectos y la financiación. Es un nivel de exigencia muy alto", advierte.
A este vecino de El Palo siempre le había gustado la astrofísica. "La impresión que da este tipo de cosas tan enormes, tan majestuosas, tan por encima de nuestra propia existencia como especie", recuerda. Siendo un crío quería saber que había más allá y ser astronauta. "Siempre he sido muy curioso. Hasta última hora no tuve claro que quería estudiar física y no me arrepiento", se sincera.
Uno de los primeros recuerdos asociados a la astronomía de este graduado en Física por la Universidad de Granada se remonta a su adolescencia. "Asistí a una serie de charlas sobre astronomía con mi familia en el Centro Principia", cuenta. Ahí le empezó a picar el gusanillo. Una curiosidad por saber que hay en galaxias lejanas que le ha llevado a participar en el desarrollo del mayor telescopio espacial de la historia.