Málaga recibió anoche entre familiares, oenegés y periodistas al autobús solidario con refugiados ucranianos. Las familias fletadas en un autocar de manera desinteresada por Vicente Jiménez Ifergan desde la frontera polaca llegaron después de tres días de viaje, huyendo de la guerra de su país, ahora bombardeado por el ejército ruso. "Misión cumplida. Están todos sanos y salvo", se congratulaba Jiménez este lunes tras llegar sano y salvo con su hijo.
Galyna Ganushchak y su hija Alina viajaron junto a 45 personas más en el autobús costeado por el malagueño, al que le estará siempre agradecida. Los pasajeros, en su mayoría residentes en la parte este, sur y de Kiev, la zona peor parada en el conflicto, debieron pasar antes la frontera ucraniana hasta llegar a Polonia, concretamente a Cracovia, donde Vicente obró el milagro de poner en marcha esta iniciativa.
Cuando Galyna vio posible coger ese autobús, un gesto solidario del coleccionista malagueño, vio el cielo abierto porque había pasado "mucho miedo". Esta madre coraje, afincada en Málaga desde hace 16 años, decidió volver allí para salvar a su hija. La pequeña de nueve años vivía hasta un mes con su abuela en Horodenka (Ivano-Frankivsk), una ciudad al oeste del país ahora sitiada por el ejército ruso, mientras todo transcurría con normalidad.
Estas familias de refugiados ucranianos salieron el sábado de Cracovia y el domingo ya estaban en el sur de Francia. Después pasaron por Barcelona y Valencia hasta llegar finalmente a Málaga donde una ola de solidaridad y cariño les ha acogido tras huir de una terrible guerra, que por ahora parece no tener fin. "¡Por fin estamos ya aquí!", celebra Galyna durante una conversación con EL ESPAÑOL de Málaga tras dormir a pierna suelta en su casa de Marbella donde reside desde hace un año.
Algunas de los refugiados ucranianos se han quedado de momento en casas de familiares en la provincia malagueñas; otros están siendo atendidos por CEAR Málaga, encargados de ubicarles y darles asilo estas semanas.
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